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CRÍTICAS

La Sed

 

La Sed

Dirección y autoría: Hernán Lewkowicz-Karina Solarz. Escenografía: Maite Galdós. Elenco: Laura Mantelman-Facundo Rodríguez Sabia.

La sed es ansiedad, es un instinto básico del ser humano al igual que el amor. Y el amor -ese sentimiento que por un lado es capaz de volvernos vulnerables, temerosos por saberlo efímero, y por otro nos llena de ímpetu, de fuerza,  de deseo- suele oficiar como el impulsor en esa búsqueda interior de encontrarse a uno mismo en la mirada del otro. A veces la historia o el contexto que rodea a dos almas impiden que esto suceda, haciendo dificultosa la tarea de aquellos que quieren hallarse.

El leit motiv, la esencia inaugural de la obra La Sed es justamente el amor. Escrita y dirigida por Hernán Lewkowicz y Karina Solarz se presenta todos los sábados a las 20:30 en el teatro El Espión (Sarandí 766). Una obra que invita a reflexionar sobre el vínculo de una pareja, sus vaivenes, la cotidianidad; el pensar también que nos sucede ante la soledad y la ausencia física y emocional del ser amado, plasmada la historia en un año tan oscuro y siniestro como lo fue el 1976. Pero sin caer en el costumbrismo de contar a través de los hechos históricos propios de la época, sino relatar a través del mundo que tuvieron que inventar Adela (Laura Mantelman) e Ignacio (Facundo Rodríguez Sabia)  para protegerse del otro mundo, el real, el peligroso.

Con una puesta en escena sencilla e intimista, con escasos objetos ubicados sobre el pequeño escenario del teatro, aunque suficientes y no elegidos porque sí, sino con una función: la de representar un momento, un recuerdo, un sentimiento para sus protagonistas. Adela e Ignacio, ríen, lloran, se besan, juegan, se pelean, se alejan y se vuelven a unir. Se eligen, se desean, se rechazan para luego volver a reelegirse. Sienten temor, desesperación hasta impotencia, y luego calma, que llega con un beso, con una mirada, o con frases tan sentidas como “decime algo para volver a quererte”; “decime algo para que no me vaya”. Todo este torbellino de sensaciones sucede dentro de una atmósfera impregnada de misterio, donde lo real y lo onírico se enlazan durante todo el transcurso de la obra.

Ambos actores se desplazan cómodamente sobre el escenario, aportando dramatismo cuando así lo requiere el texto, o generando en el espectador complicidad y empatía durante las representaciones de esos juegos tan característicos de los enamorados. Se destaca la escena donde Ignacio corre de forma continúa, generando la sensación de un storyboard propio de un dibujo animado, donde las ilustraciones se superponen una tras otra para dar  así la impresión de movimiento. Con un actuación sumamente lograda por parte de Sabia, que transmite perfectamente esa sensación de desesperación y angustia haciendo que el espectador también lo viva en carne propia, todo acompañado prolijamente de los efectos visuales y sonoros correspondientes.

La Sed contiene diálogos delicados y poéticos, casi una caricia para quien los escucha, sumados a buenas actuaciones conforman una obra sumamente interesante para pensar sobre el amor y sus infinitas caras en el contexto de una dictadura pero dando un enfoque distinto sobre la memoria y la identidad, logrando de forma continúa involucrar al público, desde un lugar sensible, alcanzando tocar sus fibras más intimas.

Teatro: El Espión, Sarandí 766, Capital Federal

Funciones: Sábados 20:30 hs.

Entrada: $30 y $25

 

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