(Corea del Sur, 2017)
Guión y dirección: Jung Byung-Gil. Elenco: Kim Ok-Bin, Shin Ha-Kyun, Kim Seo-Hyung, Sung Jun, Jo Eun-Ji, Jung Hae-Kyun, Park Chul-Min. Producción: Jung Byung-Gil. Distribuidora: Energía. Duración: 129 minutos.
El cine coreano es garantía de agradables sorpresas. La audacia y la falta de prejuicios a la hora de combinar géneros y climas dan como resultado películas entretenidas, pero no por eso vacías de contenido. ¿Qué mejor ejemplo reciente que La Villana (Ak-Nyeoaka, 2017)?
Durante su intento por masacrar a una banda de criminales, Sook-Hee (Kim Ok-Bin) es capturada por una organización secreta perteneciente al gobierno de Corea del Sur. La idea de sus captores es entrenarla para que sea una eficiente asesina profesional, capaz de asumir otras identidades y cumplir misiones arriesgadas. Superado el duro entrenamiento, y con una hija a la que dio a luz durante esos años, Mujer es liberada para mudarse a un departamento. Ahora usa otro nombre y trabaja como actriz de teatro, pero sabe que debe estar pendiente para asumir los requerimientos que la organización le asigne de un momento a otro. Cómo si su vida ya no fuera lo suficientemente complicada, un asunto del pasado vuelve con fuerza y pondrá en peligro lo que más ama.
El comienzo de la película es una declaración de principios: durante un plano secuencia falseado- pero no por eso menos efectivo-, en primera persona cual videojuego, la protagonista se carga a un centenar de criminales usando armas de fuego, espada, lo que sea. Sin duda, uno de los comienzos más frenéticos del cine de los últimos años. Después, más persecuciones, patadas, disparos y explosiones, que Jung Byung-Gil -responsable de Confession of Murder (Nae-ga sal-in-beom-i-da, 2012)- sabe coreografiar como pocos. Pero lejos de quedarse en la pirotecnia visual que enloquecerá a los fanáticos, el director logra balancear la acción con los momentos de drama, romance y algunos pasos de comedia, elementos que ocupan buena parte del segundo acto. Otro hallazgo del cineasta es la capacidad para ir y venir en el tiempo: mediante flashbacks podremos conocer la tormentosa vida de Sook-Hee, la pérdida de su inocencia, su ingreso al mundo criminal y su locura vengativa, lo que permite entender al personaje.
Kim Ok-Bin sostiene el film gracias a una actuación que le permite mostrar diferentes facetas: resulta convincente a la hora de apretar el gatillo de una escopeta y en las escenas más intimistas. De esta manera, se inscribe en la tradición de mujeres fuertes de la pantalla grande.
Como una relectura asiática de Nikita: La Cara del Peligro (La Femme Nikita, 1990), de Luc Besson, La Villana es un opus demoledor, un nuevo clásico del cine coreano actual, y la prueba de que la espectacularidad y el contenido hermanados siempre dan algo único.
© Matías Orta, 2017 | orta@asalallena.com.ar | @matiasorta
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