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CRÍTICAS - STREAMING

Las cosas por limpiar (Maid)

NO TODO LO QUE RELUCE ES ORO

Maid o Las cosas por limpiar, como se la conoce en Netflix latino, es una serie de diez capítulos que estuvo desde su estreno, hace unos meses, en el top diez de las más vistas de Argentina y el mundo. Estar en ese top ten no siempre augura un buen producto, pero perdurar en él puede ser un dato que asegure algo interesante.

Este puede ser el caso de Maid. Aparentemente no quisieron ponerle Mucama, traducción literal de Maid. En España pudieron suavizar la connotación negativa de la palabra y ser más afines al título original llamándola La asistenta. Las cosas por limpiar alude de una manera metafórica, algo burda, a las cosas y personas que Alex (Margaret Qualley), la protagonista, debe limpiar para salir adelante.

Alex es una mujer joven que abandona a su pareja luego de una discusión violenta de madrugada, llevándose a Maddy, la pequeña hija de ambos. Toma esa decisión sin saber cómo hará para sobrevivir y mantenerla. Mientras busca ayuda social consigue trabajo en una agencia de mucamas por hora. Su madre (Andie McDowell, la madre en la vida real de la actriz protagonista) es una artista con trastornos de personalidad que rozan lo psiquiátrico y una vida más errante que la de su hija. Con su padre casi no tiene relación y en principio no tiene a nadie más que la pueda ayudar. La serie describe el sinuoso camino de Alex para superar las adversidades del sistema, las de su entorno y las personales.

Los realizadores dicen que se inspiraron libremente en el libro Maid: Hard Work, Low Pay and a Mother’s Will to Survive, de Stephanie Land. Esa patina de historia basada en hechos reales parecería ser una de las claves del éxito de la serie. Podemos creer que todo lo que vemos sucedió o dudar de algunos aspectos edulcorados de las dificultades que atraviesa Alex. No es eso algo importante a dilucidar ya que la serie transmite verdad. Hay conexión entre los personajes, hay fastidio genuino al enfrentar el sistema burocrático de las complejas ayudas sociales que necesita Alex. Sentimos la paradoja que implica buscar un trabajo para poder acceder a las ayudas sociales que mejoren las condiciones de crianza de su hija y no tener quién la cuide cuando consigue ese trabajo. Podríamos describir el argumento, contar todas las virtudes de la protagonista, elogiar las actuaciones (especialmente la de Maddy, la pequeña actriz que interpreta a la nena). Es indudable que la serie resulta atrapante y utiliza recursos ingeniosos para pintar la situación de Alex. Es muy gráfica la forma en la que nos muestran cómo se le van diluyendo los pocos dólares con los que cuenta. La serie ha sido celebrada como feminista y como un excelente retrato de las distintas formas de abuso personal y del sistema que puede sufrir una madre pobre.

De todas maneras, la serie permite una lectura menos lineal. Es en ese aspecto que quisiera detenerme, pues ha sido poco transitado en las críticas publicadas, que al acompañar el viento de la época no se atreven a cuestionar a la heroína con defectos que construye la historia.

SPOILER ALERT.

El padre de Maddy y pareja de Alex, Sean (Nick Robinson), no ejerce violencia física sobre ellas, es alcohólico e hijo de adictos, es controlador, posesivo, machista en el manejo del dinero. No quiso tener a ese bebe, pero una vez convertido en padre hace lo mejor que puede y es cariñoso con su hija. Cuando se sabe abandonado, lucha judicialmente por recuperar a la nena y nunca impide que su madre la vea. Comete muchos errores cómo también los comete su mujer. La serie lo muestra débil y humano, pero se regodea en el abuso emocional que él ejerce sobre ella. Es evidente que Alex, a pesar de esa relación, tiene muchas más herramientas para salir del infierno que, por el solo hecho de observar que vive en un tráiler, podemos imaginar. Alex escribe y eso la eleva por encima de los demás. De hecho, la protagonista real limpió casas y estudió escritura creativa, luego publicó un libro sobre su experiencia que se hizo best seller. Lejos de ser una víctima, Alex tiene un objetivo: cuidar a su hija y cumplir su sueño de ir a la universidad. Lo consigue a base de perseverancia y esfuerzo personal pero también con ayuda de Sean, quien está presente en la vida de ellas e intenta ser mejor persona para preservar a su familia. Vuelven a vivir juntos, intentando recomponer el vínculo, y Alex, sin contarle nada, se postula nuevamente para la universidad que tuvo que dejar al quedar embarazada. Fortuitamente Sean se entera y enloquece. Su hija se va a ir a vivir a otro Estado y él no lo sabía. Su primera reacción es impedir que eso suceda y vuelve a ser una persona despreciable para lograrlo. Finalmente aprende, entiende y cambia.

Así Sean, desde nuestro punto de vista, se convierte en el verdadero héroe de esta historia; es alguien que puede ver más allá de su educación y su crianza. Que aprende de sus errores, que deja de lado sus intereses y reconoce que está enfermo. Accede a darle un futuro mejor a esa hija a pesar de que implique no verla diariamente. La serie tiene la virtud de mostrar a ese hombre con matices, de no construirlo como villano, pero no repara en que su heroína lo invisibiliza y de alguna manera lo humilla como él ha hecho con ella. No todas las mujeres son víctimas, muchas somos artífices de nuestro propio destino. Algún día espero una ficción que no solo celebre la fuerza de las mujeres para lograr lo que se proponen, sino que a la vez reconozca que en ese camino también disponen de la vida de los otros.

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Estados Unidos, 2021)

Creadora/showrunner: Molly Smith Metzler. Dirección: John Wells Inspirada en el libro de memorias Maid: Hard Work, Low Pay and a Mother’s Will to Survive, de Stephanie Land. Elenco: Margaret Qualley, Nick Robinson, Andie MacDowell, Anika Noni Rose, Tracy Vilar, Billy Burke, Rylea Nevaeh Whittet, Raymond Ablack, BJ Harrison, Xavier de Guzman, Aimee Carrero, Toby Levins. Duración: 10 episodios de entre 47 y 60 minutos cada uno.

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