Que los monstruos no nos tapen el bosque.
Dentro de un 2015 en el cual el género de terror cubrió desgraciadamente con creces su cuota de cámaras en mano, fantasmas, adolescentes y posesiones diabólicas, nos encontramos con un ápice de luz al final del camino. Los Hijos del Diablo (The Hallow, 2015) es la ópera prima de Corin Hardy, una joven promesa proveniente del palo de los FX y los cortos fantásticos, en quien ya pusieron los ojos los productores para una inminente remake de El Cuervo (The Crow, 1994). Detalle no menor.
La historia comienza cuando Adam y Clare se mudan de la urbe londinense a los páramos rurales de Irlanda junto a su bebé. El padre de la familia es un biólogo cuya función es relevar la zona boscosa de la región, la cual en un futuro cercano será talada por la compañía que lo contrató. La trama se pone en movimiento cuando la familia comienza a ser acechada por las criaturas fantásticas que habitan los bosques; algo que el folklore, los mitos, las leyendas y los vecinos del área respetan con absoluta seriedad.
Lo que inicialmente puede ser leído como una obra en clave “home invasion”, donde los protagonistas deben resistir los envites malévolos de aquello dispuesto a transgredir el círculo familiar, permite al mismo tiempo una sublectura ambiental que busca hacernos reflexionar sobre la intromisión del hombre en aquellos espacios que son propiedad exclusiva de la madre naturaleza. Pero el film de Hardy muta constantemente y pasamos de lo fantástico a lo puramente terrorífico de un acto al siguiente.
Sacar al terror de sus clichés más detestables, e incorporar a la historia conceptos con mucha más carga simbólica como la unión familiar y el sacrificio extremo, es una apuesta que paga de forma satisfactoria. Con una combinación de trucos prácticos en cámara y un poco de ayuda del CGI (sólo cuando es absolutamente necesario), sumado a un diseño de las criaturas que toma lo mejor de Alien, el Octavo Pasajero (Alien, 1979) y El Laberinto del Fauno (2006), estamos ante un film cuyos mayores atributos pasan por lograr ser efectivo sugiriendo más de lo que muestra, desde la construcción de un clima hecho a la medida y al servicio de aquello que se narra.
Por Alejandro Turdó