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CRÍTICAS - CINE

Los Muppets, según Rodolfo Weisskirch

That’s 70s Show

A lo hora de llevar a sus hijos para ver Los Muppets, debe estar advertido. Esta película es apta para todo público, pero solamente aquellos niños mayores de 30 años van reírse y entender la esencia de la obra.

Me crié viendo los Muppets. Vi las películas de los años ’70 y Los Muppets Toman Manhattan la considero una de las mejores comedias que dio el cine estadounidense en los años ’80.

Desde aquella maravillosa obra dirigida por Frank Oz, mano derecha del creador de estos personajes y Plaza Sésamo, Jim Henson, los Muppets se dedicaron a participar en cuentos clásicos como Un Cuento de Navidad, El Mago de Oz y La Isla del Tesoro. También hubo una versión espacial que no tuvo demasiada relevancia. Lo mejor que se hizo en este sentido es la serie Muppets Tonight que en Argentina transmitió HBO cuando todavía no había que pagar un adicional para tenerlo.

Los Muppets 2011, es un regreso a las raíces… o mejor dicho, un viaje al pasado directamente, donde convive la cultura televisiva de los años ’70, ’80 y 2000. Aunque, sin develar demasiado aparecen figuras de todas las edades. Desde una estrella adolescente de hoy en día hasta una estrella adolescente de… ¡los años ’30!

Es que a diferencia de otros shows infantiles (Plaza Sésamo siempre apuntó al didacticismo), los Muppets, sin alejarse del formato familiar, siempre se impuso como una crítica a la televisión estadounidense.

Antes de que existiera Saturday Night Live, Studio 60 o 30 Rock, los Muppets ya se burlaban de los entretelones de los programas de variedades. Claro, siempre Henson, se arreglaba para meter alguna moralina para dejar contentas a las cadenas televisivas, pero lo cierto es que los Muppets siempre fueron políticamente incorrectos, y ese humor irónico, acompañado por el ingenio de las letras de sus canciones y un gran sentido de autoconciencia, discurso directo con el espectador, y gran cuota de delirio es lo que transformaron al show de títeres en un éxito mundial, aún cuando se trata de uno de los shows humorísticos más localistas de la historia de Estados Unidos.

Y las tres principales películas que componen la filmografía de René, Miss Piggy y Gonzo, respetaban el espíritu de la serie de los ’70.

James Bobin, director de la serie El Vuelo de los Concord, (que de por sí algo del espíritu de los Muppets), respeta y homenajea a los films mencionados con un grado de fidelidad casi abusivos.

O sea, en la producción no participaron ni Frank Oz ni Brian Henson (hijo de Jim), acaso los principales referentes actuales de los personajes originales (Brian asumió la dirección Jim Henson Studios cuando Jim falleció en 1990). Nicholas Stoller y Jason Segel, que colaboraron juntos en la exitosa comedia Como Sobrevivir a mi Ex, crearon un guión sólido que contiene todos los elementos de Los Muppets Toman Manhattan e incluso de otras comedias de los ’80 como Los Blues Brothers.

La historia tiene como protagonista a Walter, un muppet de pueblo chico, que junto con su hermano Gary (Segel) siempre fueron fanáticos del Show de los Muppets. Pero Gary creció y Walter… obviamente no. Cuando Gary quiere viajar con su novia, Mary (Adams) a Los Angeles para celebrar su décimo aniversario, lo lleva a Walter para conocer el Teatro de Los Muppets, pero el mismo se encuentra abandonado. Nadie se acuerda de los Muppets, y un importante empresario petrolero (Cooper) quiere quedarse con el terreno, a menos que los Muppets logren juntar 10 millones de dólares. Con la ayuda de Walter, Gary y Mary, los Muppets deben reencontrarse y generar juntos un nuevo show para recaudar el dinero necesario para sacar adelante el teatro.

El guión es redondo y los gags continuos. Si bien, existen canciones sentimentales, se mantiene la idea de una sátira continua al cine y la televisión. Abundan homenajes al musical de Vincente Minelli, el disco, el dance de los ’80 e incluso una burla a Nirvana. No falta un ingeniosa chiste a los recursos cinematográficos de montaje como el viaje en mapa (genial), miradas cómplices, chistes internos, audio de programas originales, y decenas de homenajes a la cultura estadounidense de hace treinta años. Los números musicales tienen energía, simpatía y nostalgia. Chris Cooper sorprende cantando y bailando a lo Christopher Walken. Por supuesto, tampoco falta el leit motiv de los personajes con que empezaba cada show.

Es un gran acierto además, que Los Muppets tengan mayor protagonismo, que los actores de carne y hueso, pero aún así ninguna subtrama queda en el aire… Y quizás ese el mayor inconveniente de la película.

Todo está demasiado planeado. Quizás porque Disney y John Lasseter están detrás, pero a la película le falta un poco de la espontaneidad y la falta de escrúpulos de Henson y Oz. Esa sensación políticamente incorrecta que tenían los realizadores originales.

No es que no falte una crítica a la TV basura, o que los cameos e invitados no se burlen de sí mismos (tanto Amy Adams como Emily Blunt repiten personajes que ya hicieron con total autoconciencia), pero aún así, es como que se notan los hilos… No, de los protagonistas, que parece que fueron borrados digitalmente, pero sí en su ejecución.

Esto no quita que sea una producción disfrutable, que nos lleva a nuestra infancia, como cada producto que Pixar nos trae cada año. De hecho, el comienzo de la función es con un corto protagonizado nuevamente por Woody y Buzz (¿hace aclarar quiénes son?). Pero aún así, falta un mínimo ingrediente para lograr una mayor anarquía: salirse del molde.

Los actores in corpus logran momentos destacados, especialmente Adams y Cooper. Queda la sensación que Segel se esmeró más en el detrás de cámaras. Los invitados secundarios son completamente efectivos.

Pero, lo placentero es ver a René histeriqueando con Miss Piggy; Animal en un control de ira, y el gran Gonzo (¿por qué en las películas siempre se lo deja de lado durante el desarrollo?) intentando volar con sus pollitas, aun cuando ya no persigue a Miss Piggy.

Divertida, nostálgica, Los Muppets es una comedia familiar, que apunta principalmente a los niños nacidos en los ’60, ’70 u ’80, que recupera a unos personajes entrañables de la televisión estadounidense, en memoria de uno de lo grandes creativos de todos los tiempos: Jim Henson… Que los niños de ahora, se queden con las telenovelas Harry Potter o Crepúsculo. Yo me quedo la (tercer) mejor cosa que existe en el mundo: la risa.

Consejo: prestar atención a cada detalle y cada personaje que aparece.

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