(Estados Unidos, 2014)
Dirección: Robert Stromberg. Guión: Linda Woolverton. Elenco: Angelina Jolie, Elle Fanning, Sharlto Copley, Lesley Manville, Imelda Staunton, Juno Temple, Sam Riley. Producción: Joe Roth. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 97 minutos.
La novia vestía de negro.
Angelina Jolie y sus pómulos -filosos como cuchillos, nunca antes tan prominentes- son los protagonistas de esta película que viene a responder aquello que el clásico animado de 1959 dejó inconcluso: ¿por qué la estilizada villana de La Bella Durmiente maldice en su cuna a la hija del rey Stefan? La respuesta se hizo esperar unas cuantas décadas, pero ahora Disney devela el misterio y nosotros volvemos a ser niños de nuevo, como si hubiésemos resuelto un acertijo.
Maléfica es el alma de esta película que lleva su nombre. Pero en la reversión de Stromberg no es ninguna bruja. Hasta podríamos decir que no es tampoco una villana. Ni una víctima. Maléfica es simplemente una mujer a la que bajar la guardia le significará un daño irreparable, una quemadura que arderá casi hasta el final. Jolie toma el mando de la pantalla con un vestuario que parece salido de una convención de comics, para convertirse casi en una dominatrix absoluta cuando le dice a Stefan “me gusta cuando rogás, hacelo de nuevo”, o para robarse el plano escondida detrás de ese bosque azulino o caminando por los oscuros pasajes del palacio.
Maléfica se incrusta un poco más profundo de lo que cualquier cuento de hadas llevado a la pantalla grande en los últimos años se adentró. Jugando con los roles de la mujer y los del bien y el mal, le da una vuelta de tuerca al clásico cuento de hadas y, continuando la línea de Frozen, cambia el paradigma de la princesa tradicional para transformarse en una historia cruel y terrible, en donde la fortaleza emocional de Maléfica se convertirá en su arma mortal. Un personaje que habla sólo lo suficiente y al que Stromberg sabe cómo filmar para que brille como una diosa. Si bien nadie opaca a Jolie, Elle Fanning despliega un encanto envidiable como belleza opuesta a la de su “hada madrina” y el personaje de Diaval, a veces sidekick y otras comic relief, cumple cada una de sus funciones con el timing adecuado y ni un minuto de más en pantalla. El amor aquí no tiene nada que ver con la llegada de un príncipe ni con vivir felices para siempre. En Maléfica pasa por otro lado: por el amor filial que, según el mensaje de la película, es el único amor verdadero posible.
Sin embargo, Stromberg -con una larga carrera como supervisor/ diseñador de efectos especiales, artista conceptual y diseñador de producción en películas de gran escala- es consciente de que aunque sea en una sola escena, debe entregar la espectacularidad que el estudio y el público demandan, y esa es la única escena que desentona con el resto: la de los humanos y los seres mágicos en pleno acto de combate. Porque en ese momento la espectacularidad se pone por encima de la historia sin demasiada coherencia, cuando en la mayor parte de la película son la historia y su protagonista los que están por encima de todo y de todos. Y digo la protagonista -y no Angelina Jolie- porque uno de los desafíos más grandes a los que tuvo que enfrentarse Stromberg fue que la actriz no se comiera al personaje sino que se perdiera en él, para luego entregarse a nosotros.
Los efectos de maquillaje a cargo de Rick Baker -ganador del Oscar por su trabajo en Un Hombre Lobo Americano en Londres– resucitan con un aire gótico la oscuridad detrás de los cuentos de hadas. Y como en todo cuento de hadas hay magia, pero a no confundirse. También hay dolor, traición y desilusión.
Por Elena Marina D’Aquila
Estamos re versionando para usted.
Disney comenzaba este año con un regreso a los orígenes formales de los cuentos de hadas, probablemente el factor nostálgico haya sido fundamental para que Frozen se convirtiera hace unos días -con las cifras finales del estreno en Japón- en la película más taquillera de la historia. En ese cuento de princesas, magia y un mundo fantástico, no todo se bañó en clasicismo porque había una intención de readaptar la presencia femenina a los tiempos actuales con una fortaleza inusitada en este tipo de historias, al punto que los personajes masculinos aparecían en un sorprendente segundo plano. Maléfica, de alguna manera, acarrea con este pasado reciente del estudio pero más que nada por girar la historia hacia el lado subjetivo de un villano, en un cuento clásico popular, como lo es La Bella Durmiente. Varias son las fuentes de este cuento, entre ellas la de los hermanos Grimm, pero ciertamente la versión animada de Disney de 1959 es la que se propagó masivamente.
En el inicio, Maléfica es una suerte de ninfa -aunque la voz en off se encargue de aclarar que es un hada- que vive su niñez en el lado mágico de una tierra dividida por dos reinos. Bastará el contacto humano para que esa niña, ahora adulta, se convierta en un ser ávido de venganza por la traición, pero más que nada por el desencanto sobre “el verdadero amor”. La furia desatada es el mejor rasgo que arroja este personaje gracias a la composición de Angelina Jolie, quien aparece con unos pómulos bien puntiagudos (en los que no se advierte nada de CGI). Tal cualidad se diluye proporcionalmente al crecimiento de la princesa Aurora (la bella durmiente, interpretada por la luminosa Elle Fanning), sobre la que pesa la maldición de Maléfica. Lo que parecía imposible en el cuento popular y en su transposición animada, aquí se materializa con un verosímil bien fino, en el intento por unir ambos mundos simbolizados por Aurora (los humanos) y la protagonista (el mundo de la magia).
Lo más decepcionante de Maléfica es el perfil ambiguo de su protagonista, la tibieza del vector que mueve al personaje: nunca es del todo villana ni nunca es del todo heroína. Sólo puede rescatarse esa narración casi de hierro, la del héroe casi abatido que se levanta de las cenizas y logra torcer su destino, pero la pobreza de los matices y el despojo absoluto de oscuridad hacen de esta nueva película de Disney una re versión a medias. Al igual que el andar del hada/ bruja/ ninfa, nunca hay una firme decisión de re versionar, mucho menos de invertir las miradas o de contar la misma historia bajo otras estrategias narrativas, sino más bien hay un intento por sustituir la figura de un héroe por otro. No se pretende contar la historia desde una “perspectiva villana” pero tampoco Maléfica se calza el traje de heroína, es la mitad de ambos caminos. Disney se muerde la cola con sus propias armas.
Por José Tripodero
La otra cara de la misma moneda.
Un villano nace por algo, una causa o factor desencadenante. Un villano tiene su origen, su motivo, su por qué en el mundo (en nuestro mundo también). Con esta premisa nace Maléfica, una nueva versión de Disney muy alejada de la película animada, dirigida por Robert Stromberg y protagonizada por una Angelina Jolie que estremece.
Había una vez un hada buena y protectora de su hermoso reino, El Páramo, plagado de criaturas mágicas y exóticas, como ella. Un día los humanos se proponen conquistarlo, invadirlo. Y allí aparece Maléfica con todo su ejército de aliados. Este es sólo el principio de una historia de traiciones, desamor y dolor, mucho más parecida a la vida real de lo que imaginamos.
Es habitual por estos tiempos que el cine nos vuelva a traer aquellos cuentos clásicos de los hermanos Grimm. Se hizo con Blancanieves (con dos films hollywoodenses fallidos), pero esta resulta ser una película con guión más sólido y cuyas vueltas de tuerca y sorpresas no disgustan al espectador ni borran las imágenes del cuento original; todo lo contrario, proponen una renovación total del personaje de la villana y lo adecuan a una versión más adulta, profunda y completa.
Es por esta razón que no me parece del todo adecuado afirmar que esta película es ideal para el público infantil. Sin embargo, ¿es un cuento de hadas? Sí. ¿Es tradicionalista en algunos aspectos? También. Pero aquí sorprendentemente -y para regocijo de muchos- la historia de amor no es para con el príncipe en cuestión sino que se optó por representarla de otra forma. Tendrán que verla, ya que adelantar cualquier detalle sobre este punto ya diría demasiado.
Lo que sí se podría agregar acerca de Maléfica es que verán mucha magia, toques de humor sutiles, batallas épicas algo cortas pero efectivas, un trabajo de fotografía, vestuario y maquillaje formidables, y una actriz que demuestra una vez más que puede ser el foco de atención durante todo el film y que su belleza le permite a su vez ser sumamente versátil en diferentes papeles. Un pequeño adelanto: su personaje aquí es muy emocional y menos monstruoso, bien alejado de la “bruja” de La Bella Durmiente de Disney, y atraviesa varios estadios. Una construcción muy acertada.
La Maléfica del 2014 (que en ocasiones, debo admitirlo, me recordó a Gatúbela por su atuendo) tiene la fuerza de las grandes producciones norteamericanas. Un tanque, un reboot certero cuando quizá pensábamos que nos encontraríamos con un insulto a la historia tradicional. Se disfruta muchísimo en 3D aunque en algunos momentos al ojo humano le cueste un poco seguir algunos travellings. Mágica por donde se la mire.
Por Ximena Brennan