Malicia
Autoría y Dirección: Martín Marcou. Vestuario: Cecilia Jazmín. Escenografía: Teatro Crudo. Maquillaje: Sol Osimi. Música: Germán Díaz. Iluminación: Ariel Campos. Elenco: Puchi Labaronnie, Checha Amorosi, Hernan Muñoa, Hana Fleischmann, Laura Sepiurka, Hebe Lopez, Gabriel Zuccarini, Richie Guzman, Sergio Calvo, Javier Schonholz, Yamila Gonzalez Ajon, Macarena Garcia, Julian Mondino, Lorena Azconovieta. Prensa: Mariano Casas Di Nardo.
En Malicia las apariencias y las miserias individuales salen a la luz en el momento menos adecuado. Teatro Crudo, el elenco que dirige Martín Marcou, pone sobre el escenario con esta obra los temas que generalmente se callan. Malicia es irónica, dramática y, a la vez, capaz de despertar risas nerviosas.
Con una escenografía absolutamente despojada y los actores sentados durante casi toda la función, la atención se centra en el discurso. Palabras banales y frases que parecen vacías dejan al descubierto heridas, complejos, miserias y resentimientos acumulados durante años.
El grupo protagonista es heterogéneo; amigos, conocidos, familiares, empleados. Hay entre ellos viudas, parejas, amantes, homosexuales, eternas solteras.
La protagonista, una mujer que estuvo en las más altas esferas sociales, que lo tuvo todo, está ahora viuda y en plena debacle; sin embargo, no puede mostrar esta realidad frente a los que la rodean. Para mantener su imagen organiza una reunión en su casa. Es durante este mismo evento cuando termina quedando, indefectiblemente, en evidencia. Rozando con el absurdo, el descenso social y la decadencia moral se conjugan y los protagonistas, de a poco, dejan caer sus máscaras y sacan, como escupiendo, todo lo que guardaban en su interior.
La escena recuerda, en algún sentido, a La izquierda exquisita, el texto de Tom Wolfe, en el que las apariencias y la necesidad de mostrar el status social (por momentos forzando la situación) parecen imprescindibles para los protagonistas.
La decisión del director de mantener la mayor parte del tiempo a los personajes sentados privilegia a la palabra; pero esto es un gran desafío que no todos los actores logran resolver con naturalidad. Hay en algunos de ellos artificios exagerados y actuaciones desparejas, que restan al propósito original.
Tanto la iluminación como la musicalización y el vestuario son un acierto: inmediatamente retrotraen a los noventa. La pizza y el champán, que abundan en la fiesta, son la señal más clara del contexto en el que transcurre la historia. Por otro lado, cada uno de los personajes caracteriza estereotipos, y producen identificación inmediata con la sociedad heterogénea.
Teatro: La Comedia. Rodriguez Peña 1062, C.A.B.A.
Funciones: jueves a las 21
Entrada: $60.