Sergei Paradjanov fue un realizador soviético, nacido en 1924 en Tbilisi, capital de la república de Georgia, aunque su familia era de origen armenio, siendo su verdadero nombre Sarkis Paradjanian.
Su filmografía se reduce a ocho largometrajes, de los cuales el primero y los dos últimos fueron codirigidos por otro realizador. En verdad, son sus cuatro últimas películas las significativas en su no tan extensa carrera, que se termina dos años antes de su fallecimiento en 1990.
De esos cuatro últimos largometrajes dos fueron estrenados en Argentina, el primero de ellos (Los caballos de fuego), que muchos años después fue presentado en el Festival de Mar del Plata de 2015 y el último de 1988.
La retrospectiva que ahora presenta el 39° Festival Internacional de Mar del Plata es lo suficientemente rica, como para conocer el grueso de su filmografía.
De 1964 es Los caballos de fuego, probablemente su obra más célebre y que también se conoce mundialmente con nombres alternativos como por ejemplo “La sombra de los antepasados olvidados”, que es el de la novela de Mijail Kozubinsky (1910) en que está inspirado.
Transcurre en los Cárpatos (cuya población pertenecía a la tribu de los Goutzulis) en una región que fue cambiando de país, pero que al inicio del siglo pasado pertenecía a Ucrania, cuya lengua es la que hablan sus personajes.
Se inicia con la relación entre Iván y Marichka, cuyas respectivas familias enfrentadas recuerdan en algo a los Capuletos y Montescos, ya que el padre del primero fue muerto por el de la joven. Se los ve casi aún niños bañándose desnudos hasta que una desgracia sobreviene un día en que ella muere al caer al río, intentado salvar una oveja.
Años después Iván se casará con otra mujer (Palagna), pero el drama será por esterilidad de uno de ellos, con lo que no pueden tener hijos. Cuando ella visite a un brujo (personaje que aparece en otra obra de Paradjanov) se dejará poseer por este. Marichka aparecerá en los sueños de Iván, pero en forma algo similar a la obra de Shakespeare habrá un toque trágico hacia el final.
Cabe destacar la belleza de las imágenes y sobre todo la música, una característica dominante en la obra de Paradjanov, que mucho tiene que ver con los estudios cursados por el realizador, ya que antes del cine incursionó en la composición de obras musicales.
El color de la granada es el nombre con que se conoció en la Unión Soviética, por decisión del gobierno, el film Sayat Nova de 1969. Nova era un poeta armenio del siglo XVIII y la película va mostrando al artista en las diversas etapas de su vida. Cuatro actores distintos lo interpretan desde que era niño, luego adolescente, como monje en un convento y finalmente anciano.
Es un film en parte mudo y algo hermético, donde alternan tres idiomas diferentes: armenio, georgiano y turco azerí, pero en ningún momento se escucha el ruso, lo que disgustó al poder soviético.
Utiliza cada tanto títulos como en las películas de cine mudo y es probable que a un espectador, con escaso conocimiento de la cultura de los países cuyas lenguas se escuchan, no le resulte sencillo seguir la trama.
El interés mayor es posiblemente estético ya que domina el uso de ciertos colores como el azul, rojo y negro. Este último es el predominante en los episodios que transcurren en el convento adonde ingresa el poeta. El tema religioso suele estar presente en la mayoría de las películas de Paradjanov y también inunda a esta obra.
Pasarían quince años antes de que Paradjanov volviera a dirigir ya que en los años setenta fue acusado de homosexualidad, corrupción e incitación al suicidio, y desde 1973 a 1977 fue enviado a Siberia. Gracias al apoyo de grandes realzadores de cine como Tarkovsky y Elem Klimov, fue liberado y recién en 1984 codirigiría (junto a Dodo Abashidze) La leyenda de la fortaleza de Souram, una de sus obras mayores.
Este tercer título, programado en Mar del Plata, es probablemente la obra más accesible y ambiciosa de su carrera. A diferencia de las los dos anteriores, está totalmente hablada en la lengua de Georgia y acrecienta la división en capítulos (unos veinte) a menudo de muy corta duración, ya que la obra completa no supera los noventa minutos.
Se inicia con la dedicatoria “a la memoria de los soldados de Georgia” mientras las imágenes muestran como campesinas aportan huevos, cuyo contenido se mezcla con el cemento para la construcción de la fortaleza, que sin embargo antes de ser terminada se derrumba parcialmente.
Se nos presenta al ex esclavo Durmishkan y su novia Vardo, quien es la que se niega a bailar ante el príncipe que liberó a su pareja. El joven parte en busca de fortuna y se une a una caravana de musulmanes, liderados por Osmar-Agha, quien le contará su propia historia, revelándole que, antes de convertirse a la religión de Mahoma, era cristiano ya que su verdadero nombre (Zalikashvili) y origen es de Georgia.
Osmar-Agha lo introducirá en la profesión de mercader y juntos llegarán al puerto persa de Gulansharo. Durmishkan abandonará a Vardo y se casará con otra mujer (también georgiana) con Osmar-Agha como padrino. Tendrá un hijo (Zhurab), mientras que Vardo consultará a una adivina que le revelará que ha sido abandonada por su ex novio.
En la parte final el destino unirá a Vardo, que reemplazará a la adivina a la muerte de esta, con Zhurab. Este tomará una decisión trascendental, exponiendo su vida en pos de la reconstrucción de la fortaleza de Souram.
Pese a la abundancia de personajes (incluyendo a Simón, el gaitero), la trama se sigue con gran interés, siendo espectaculares los bailes y las canciones que la integran. Otro tema de interés es el religioso ya que en toda la obra de Paradjanov, hay profusión de símbolos cristianos (conventos, cementerios, íconos), lo que seguramente contribuyó a su condena por parte del régimen soviético.
La única otra obra importante de Paradajnov, no incluida en esta retrospectiva, es Ashik Kerib (también codirigida por Abashidze), que fue la última en 1988 y que se estrenó en Argentina tres años después de su fallecimiento. Está basada en un cuento del escritor ruso Mijail Lermontov, relatando las simpáticas andanzas de un trovador georgiano. El film está dedicado al final a otro gran maestro: Andrei Tarkovsky.
Los caballos de fuego (estrenada con ese nombre en Argentina) /Sombras del pasado
El color dela granada / Sayat Nova
La leyenda de la fortaleza de Souram