Autor y director: Marcelo Mazzarello. Diseño de escenografía: Liza Gieco. Diseño gráfico: Ignacio Vázquez. Fotografía: Paula Vázquez y Malku Salles. Maquillaje: Camila Berthier. Música: Eduardo Blacher. Estudio de grabación: La Pirada. Producción: Flor Argento. Redes sociales: Santiago Henríquez. Actúa: Marcelo Mazzarello. Prensa: Walter Duche y Alejandro Zárate.
Desvelo de viernes por la noche
Marcelo Mazzarello solo un viernes a la noche en un escenario frente a un televisor. Detrás, un perchero con pieles de personajes, que aguarda expectante. El primer unipersonal teatral escrito y dirigido por el actor de Felicidades va de la comedia al drama y transita, con altibajos, por el sinuoso camino del humor.
El planteo inicial de ese hombre que afirma “qué lindo que es ver televisión” pero que, a la vez, necesita desintoxicarse de todo lo que pasa por ella es solamente una excusa para poder trazar un panorama variopinto sobre personajes típicos de nuestra idiosincrasia. El recorte tal vez sea por un poco extenso y dispar, porque engloba desde un rey Inca propuesto por San Martín hasta contadores incrédulos que repiten que en este país “todo es mentira”, pasando por bomberos, psicoanalistas y maestras jardineras. Con un formato que recuerda por momentos al café concert, Mazzarello busca todo el tiempo la complicidad del público, al que se deja a media luz para sentirlo más cercano a ese supuesto actor que espera en su camarín a un público que no llega.
La clave para disfrutar de Mazzarello no chilla es no esperar un espectáculo de humor full time. Con una trayectoria forjada frente a las cámaras, el protagonista se da el gusto de sumar y apilar reflexiones desde distintos costados y épocas de nuestra sociedad, arrancando sonrisas pero también proponiendo pensarnos desde el absurdo. Un ejemplo de esto es el Hamlet guaraní, una crítica no tan encubierta a aquellos colegas que ceden a la tentación de interpretar los grandes clásicos de Shakespeare en alejadísimas versiones de la realidad local. Minutos después, un monólogo de Mordisquito –apodo radial con el que se lo conocía al genial Enrique Santos Discépolo- desembarca en escena, cerrando con un tango a capella que se lleva el aplauso de la platea.
En el balance general, Mazzarello lleva las de ganar. Aunque algunos de sus personajes se vuelven un poco densos con el correr de los minutos –cuestión que le quita dinamismo a la obra- el intérprete se lleva un aprobado en su debut en el difícil mundo del unipersonal. El guión se torna por momentos un poco más endeble, pero el propósito no se pierde de vista: desde la calavera de Hamlet que se convierte en mate hasta la maestra jardinera que evoca a la Tota de Miguel Del Sel, esta sociedad argentina de locos y genios, de estafadores y grandes narradores queda plasmada a lo largo de la obra. A lo último, la gracia de Mazzarello, su histrionismo y versatilidad quedan a la vista sobre las tablas y a la salida del teatro es la cualidad que más se destaca entre los espectadores trasnochados.
Teatro: Picadero – Pasaje Santos Discépolo 1857
Funciones: Viernes 23 hs
Entrada: $130
Por Pilar González