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CRÍTICAS - CINE

Moacir

Moacir (Argentina, 2011)

Dirección y Producción: Tomás Lipgot. Guión: Javier Zevallos (sobre una idea de Tomás Lipgot).
Duración: 75 minutos.

Moacir Dos Santos, un “brasileño-argentino” de 65 años que vive en nuestro país desde hace casi treinta años, nos conmueve en este documental.  Así expresa lo que quiere que no falte a esta filmación: la mención de aquella dura infancia por la que ha pasado, su crecimiento en la pobreza con una madre alcohólica, un padre ausente y hermanitos lustrabotas. Pero para nosotros, que lo escuchamos, la parte más dura recién comienza…

Llega a la Argentina, donde la pobreza lo seguirá acompañando, y se añadirá la soledad y el posterior abandono de sí mismo. Reconoce que es gracias a un vecino -que se dió cuenta de su abandonado estado- que se lo hospitalizara en el neuropsiquiátrico Borda bajo un diagnóstico de esquizofrenia paranoide.

Luego de varios muchos años, con la ayuda de distintos profesionales, especialmente de una psiquiatra, vemos a un Moacir repuesto. A su lado, a una especialista orgullosa quien, con ternura  hacia el paciente ya recuperado, escucha atentamente, colmada de alegría por el éxito logrado, como este le expresa a la perfección sus sentimientos y le demuestra su agradecimiento por haberlo ayudado a recuperar su vida. 

Así queda sellado este lazo íntimo, de tratamiento profesional, en el que ambos han trabajado bajo el pacto invisible para el que han puesto todo el esfuerzo y la  voluntad necesaria para  reintegrar a Moacir a la sociedad. Lo vemos  disfrutar del carnaval, momento en el que los pobres como él tienen la oportunidad de celebrar. Es que en el carnaval se borran las diferencias, todos son iguales ante la mirada de los otros. Y el carnaval trae la alegría de temas como los que Moacir compuso y hoy reviven.

A esta persona no le ha faltado una buena voz para cantar ni  bellas palabras para componer, tampoco dinero ya que aún hoy no lo tiene y ya se está dando a conocer. Sólo era necesario un director como Tomás Lipgot (director de Fortalezas) que reparara en él y le llevara su música a todos con la compañía, por supuesto, de otros músicos que pudieran apreciar su carisma y seguir su guía. El productor musical es Sergio Pángaro, que con el amor de un maestro de escuela, repasó cada letra con Moacir y las traducciones de las mismas, e hizo las respectivas presentaciones ante lo que serían “sus músicos” para la grabación de los temas.

En estos apenas 75 minutos vemos a Moacir crecer ahora no como individuo sino como artista. Probarse ropa, saludar a la gente y cantarles, preparar a los músicos y marcarles los tiempos con total cordura y memoria como si jamás se hubiese perdido dentro de un hospital. Está feliz. Los años se han recuperado para él con la posibilidad de grabar un disco en un estudio y, tal vez por qué no, adquirir la fama que alguna vez hubiera deseado tener para ayudar a su familia (madre y hermanos).

Lo que se ve, es sólo un poco de las muchas horas en que Lipgot y su equipo han grabado a este cantante y luchador  en este nuevo “porvenir” , y vale la pena aprender de él. En cuanto a la historia, no hay sorpresas ni misterios, es simplemente el protagonista de una vida humilde que nos la cuenta y nos la canta un poco.

Moacir tuvo una vida dura, aún sigue siendo peleada y ,sin embargo, lo vemos siempre con una sonrisa, acompañado de la música, aferrado a la primera esperanza que pueda levantarlo cuando abre los ojos al empezar el día. Por eso, creo yo, que todos los que aquel día vimos su película le deseamos lo mejor y esperamos verlo en discos y videoclips, como aquel hombre lleno de color que se muestra y, que le aporta un cierre sencillo pero maravilloso al film.

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