Hoy llueve amigos, así que la tristeza está permitida.
Se murió G.C., como huyendo de la humedad y de la ciudad llena de viento. Tengo un nudo en el estómago y una lágrima en la garganta. Toda la sensación es dulce, pesarosa, sensible y viva. Quiero hacer alguna mueca que me vuelva invulnerable, de acero. Que nada pueda lastimarme ahora, ni nunca. Me da mucha risa la vida que nos toca.
Hoy pensaba charlar con ustedes un poco, crear un ambiente, una atmósfera, una especie de burbuja en la que sea seguro intercambiar ideas, intercambiar besos, intercambiar fantasmas, intercambiar temores…
El mundo como lo conocemos va acabándose y sucede tan rápido, que uno no sabe si esa cosquilla en la panza, esa sensación de bajada empinada permanente que va sintiendo, lo lleva a gritar, a reír, a llorar o a volverse loco. ¡Volvámonos locos! ¡Enojémonos con todo el universo! ¡Prendamos fuego todas las estrellas y las bombachas, reclamemos una maldita cura para la muerte, una maldita solución para la soledad de la condición humana!
El hombre nace, come, defeca, ama, odia, estudia, crea, destruye, sueña, desea, desea, desea, sufre, sufre más, desea, desea y muere.
Ya solo por sacar la cabeza afuera del vientre materno deberían darnos una medalla.
Y acá estamos, tratando de desviar nuestra atención de que vamos a morir, de que los que amamos van a morir, de que todo alrededor tarde o temprano va a morir y no hay una sola cosa que se pueda hacer al respecto más que aceptarlo, o mejor, abrazarlo. Y tenemos miedo y desatamos el instinto, y tenemos miedo y fustigamos al intelecto para que nos dé razones, para que nos dé sentidos que hagan que no terminemos rápido con todo este asunto de esperar el desenlace.
Acá estoy, sentada en el living de mi casa que está hecha un despelote. Dos de mis gatos me acompañan, los machos, Oberón y Cerebro. Las hembras duermen ajenas a la melancolía. Pero los muchachos de la casa son menos refinados y, por tanto, más afines a mi tristeza. Escucho a Billy Joel y su New York state of Mind y tengo unas ganas de llorar mirá, pero unas ganas… Todo está gris. Hasta la conciencia está confundida, completamente en la niebla. Esto no sería una novedad si no fuera por el hecho de que hoy es más angustiante que de costumbre.
¡Faaaaa, qué complicado que es ser persona! Estamos malditos. Y estamos benditos ¿Qué diablos nos queda por hacer? Yo por supuesto soy de las que suelen rendirse al hedonismo. Al placer puro, simple y diario, en el cual encuentro algo de amparo, de refugio, de tibieza. El sexo, la comida, el sueño, el sol en mis ojos. Me refugio en las historias que cuentan los otros, en la música que componen los otros, tratando de eludir la noción de que, tal vez, jamás nadie se refugie en las mías. Tal vez no haya tiempo, no haya calidad, no haya valor en la pena. Sueño con darle consuelo, calor a alguien desde lejos con mis intentonas. Algún libro, alguna peli, alguna columna que ayude a alguien, aunque sea, a no sentirse tan remotamente solo.
Sí, siempre he pecado de soberbia, lo reconozco. But I´m tying Ringo, I´m trying…
Y ahora esto de hoy y vuelta pa triqui…
Murió G.C. y estamos hechos polvo, porque nos dejaron sin techo, sin frazada, sin gemelo, sin sombra en la pared. Y sí, las historias pueden ayudarnos a levantar la mirada, a recordar el horizonte, pero cuesta. Cuesta mucho y cada vez dan más ganas de arrastrar las patas enfundadas en chancletas.
Hoy es un buen día para ponerse la bata de polar y salir con los pelos parados a gritarle a los colectiveros que recen por su alma, que el Juicio se acerca. Es un buen día para la lágrima gorda y los besos acalorados, afiebrados, llenos de baba y de moco. Para amar a un hombre, para amar a una cabra. Para rogar por la propia vida, para escuchar discos, para entender el sufrimiento de otro.
Hoy no hay otra cosa que hacer, que abandonarse al universo, que entregarse a las fauces del cosmos desnudos, tendidos, penetrados, aburridos, locos, desconsolados.
Vayamos a sentarnos a la punta del Obelisco y gritemos con toda nuestra fuerza ¡FUCK YOU! , hasta que nos de risa todo y la luna se nos antoje sabrosa como una pizza.
Echemos a las viejas de las peluquerías y construyamos una pecera gigante para hacer la plancha desnudos mientras vemos pasar las nubes.
Esperemos ver su cara una vez más.