Nadie lo quiere creer, la patria de los espectros
Dirección y Espacio Escénico: Paco de la Zaranda. Texto: Eusebio Calonge. Música: Banda Cimarrona de Costa Rica. Antonio Rodriguez de Hita. “O gloriosa Virgium”. Iluminación: E. Calonge. Coproducción del Teatro La Zaranda y el Festival Temporada Alta, Festival de Tardor de Catalunya, Girona/Salt. Elenco: Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos. Prensa: SMW Press
Lecciones de puesta en escena
Como ésta cronista comentó en una oportunidad, el Complejo Cultural 25 de Mayo sito en el barrio de Villa Urquiza, posee una hermosa sala teatral que se caracteriza por la gran calidad de su programación. Recordemos que dicho espacio fue salvado y recuperado por los “Vecinos por el 25 de Mayo”, un grupo de vecinos y entidades de Villa Urquiza y barrios aledaños que luchó largos años por su reapertura. Amén de que actualmente el Complejo es propiedad del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, es gracias a la agrupación mencionada que el teatro existe y nos pertenece. Allí, la noche del jueves, tuvo lugar nuevamente la presentación de La Zaranda, Teatro Inestable de Andalucía La Baja, con su último espectáculo Nadie lo quiere creer, la patria de los espectros.Hace ya treinta años que La compañía que dirige Paco de la Zaranda desarrolla un lenguaje teatral tan propio como eficaz, por su calidad, belleza y compromiso. Nadie lo quiere creer ofrece una triángulo de relaciones signadas por una existencia fantasmal y un eterno deseo por lo perdido. Una historia protagonizada por una mujer enferma que intenta sobrevivir, una sirvienta resignada y un heredero de sospechoso parentesco. Los últimos dos enfrentados; los tres, en magistrales composiciones de Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos, se relacionan aferrados a una pasado ensombrecido y un presente peor.
La construcción de un universo, que a pesar de tener un anclaje real muestra una estética espectral con matices oníricos e infernales, es realizada a través de una particular economía escenográfica. Con pocos objetos y muebles, y a través de la articulación con una admirable iluminación y un sutil juego con algunas sábanas, nos trasladamos de un comedor a un dormitorio, pasando por la ventana cuyo balcón mira hacia un jardín en decadencia y culmina en una cama de hospital. Me permito aquí subrayar la bellísima imagen de la enferma que con ayuda se asoma hacia un afuera que no es ni sombra de su recuerdo, y que el espectador en esta postal es capaz de imaginar.
La dirección de actores y la caracterización son de tal profundidad que no es posible siquiera imaginar al hombre tras el personaje. Aquí no nos referimos únicamente al vestuario sino a la composición que conforman posturas, caminatas, poses, movimientos de manos, pies, labios. Cada parte de los tres cuerpos que vemos presenta una fina transformación que proyecta en la platea, una aprehensión de la escena casi visceral.
Como es característico de la dramaturgia de La Zaranda, el juego escénico que realizan los personajes entre sí a través de la repetición verbal y de movimientos, y los juegos de palabras, completan una creación que genera un tipo de comicidad que no sólo produce risa sino que a la vez apela a la reflexión sobre la condición del ser humano, su esperanza y su imposibilidad.
Esta cronista, sólo lamentó y con creces que a falta de saludo final, la efusiva respuesta del público no haya podido brindarse en presencia de los artistas; pero a pesar de ello imagina que desde bambalinas, La Zaranda, nos haya podido escuchar.
Teatro: Complejo Cultural 25 de Mayo – Triunvirato 444
Funciones: Hoy, domingo 9 de octubre ultima función 20 Hs
Entrada: Gratuita
