Nostalgia de la Luz (Patricio Guzmán, Chile, 2010)
Llamar a Guzmán, uno de los documentalistas más influyentes contemporáneos no parece ser suficiente. No solamente estamos hablando una figura políticamente transgresor sino de un hombre imaginitivo que logra con Nostalgia de la Luz una increible obra cinematográfica llena de ideas y planos de hermoso impacto informativo y plástico.
Guzmán, que siempre admitió ser gran fanático de la ciencia, logra combinar la astronomía con la búsqueda de cuerpos en el desierto de Atacama. ¿La razón? Ambos miran hacia el pasado para definir el presente. Hay grandes planteos en el film. Si Chile tiene tantos telescopios que pueden descubrir el origen del universo, ¿porque no se puede mirar al desierto y encontrar algún cuerpo desaparecido? Astrónomos y parientes de gente desaparecida (e incluso una astrónoma hija de un desaparecido, un descubrimiento excepcional por parte de Guzmán) concuerdan que no se puede olvidar el pasado, pisarlo, dejarlo atrás hundirse por el viento. Las partículas de polvo estelar del cielo tapan los restos de presos de Pinochet. Atrapante, regocijante a nivel visual, Guzmán no es demagógico pero tampoco toma distancia. Sabe ocupar su lugar sin pretender acapararlo ni armar un panfleto (a lo Michael Moore o a veces como hace Pino Solanas). Pero sobre todas las cosas es una experiencia que se aprecia en cine. Un viaje por el espacio, y por el vacío que dejó la dictadura.
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