AHORA
Existen directores a los que el tiempo les da la oportunidad de sus vidas. Es el caso de Sean Baker y Anora, ¡ahora es ese momento!
Baker es un realizador que demostró haber transitado los estadíos de un director en formación, hasta llegar al drama indie Starlet y captar audiencias con el gancho de promocionar a Tangerine, su siguiente película, como aquella filmada usando un iPhone. Con esta premisa evidenció que a veces no importa el formato mientras haya técnica y conocimiento, algo que hasta el mismísimo Spielberg se cansó de recomendar a todo estudiante que le preguntaba sobre cómo empezar a hacer cine: “Agarrá una cámara, la que sea, y filmá”. En la tríada conformada por Tangerine, Red Rocket y ahora Anora, existe un punto en común: a Baker le interesan los personajes periféricos, aquellos que en cierta manera son despojados por la sociedad; entre ellos, la prostituta, el actor porno o la pole/slap dancer. Baker está cómodo y ya se acostumbró a retratarlos.
Anora está protagonizada por Mikey Madison (Había una vez en Hollywood, Scream), una slap dancer cuya vida solo es efectiva por las noches, único momento en el que desarrolla amistades y enemigos dentro del ámbito laboral. Luego debe volver a su cuarto y apenas intercambia escuetas palabras con su hermana, con quien convive (específicamente, reclamos sobre los quehaceres domésticos).
Una noche conoce a Ivan, un veinteañero ruso con quien tiene una conexión especial. De hecho, decide acordar con él una relación sexual paga fuera del trabajo, ya que adentro está prohibido. Al ingresar a lo que sería la mansión de Ivan, Anora empieza a ver en parte un sueño realizado. Los encuentros se repiten e intensifican, las salidas se multiplican para ser grupales, todo en un ámbito de diversión extrema que recuerda a ¿Qué pasó ayer? hasta por su escape a Las Vegas en plan de juerga.
Si bien algunos relacionan a Anora con Mujer bonita, la creación de Baker dista mucho de la de Garry Marshall: no es ni por asomo un cuento de hadas ni ella puede percibirse como una variación de Cenicienta. A colación, recuerdo la molestia de la actriz Helen Mirren ante el estreno de MB, describiéndola como una de Disney en la que se proponía con bombos y platillos que para que una mujer logre su sueño de contraer matrimonio debía prostituirse, algo un poco extremo.
Por suerte, el giro de timón para que Anora no se convierta en una de Disney es en definitiva lo que vuelve al film en uno de acción y persecuciones con la mafia rusa. Una comedia incesante, frenética, de esas en las que no podés parar de ver sorprendido y hasta deseás que nunca termine. La involucración en lo que sucede es instantánea, la empatía con los personajes es inminente. Tanto Anora como Ivan resultan los pilares para que la película funcione: son jóvenes, tienen química y sorprenden en conjunto e individualmente frente a cámara.
También en un rol secundario que irá adquiriendo notoriedad se encuentra Igor (Yura Borisov, la revelación de Compartment No.6). Sin embargo, es Mark Eydelshteyn (Ivan) quien tiene el potencial como para convertirse en un Chalamet ruso, pero que a diferencia del neoyorkino, y como el caviar, éste es del bueno.
(Estados Unidos, 2024)
Guion, dirección: Sean Baker. Elenco: Mikey Madison, Mark Eydelshteyn, Yura Borisov, Karren Karagulian. Producción: Sean Baker, Alex Coco, Samantha Quan. Duración: 139 minutos.
