A Sala Llena

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CRÍTICAS

Océano

 

Océano
Directora: Daniela Cuculiansky Dramaturgia y coreografía: Daniela Cuculiansky, Mailén Braverman y Natalia Epelbaum  Iluminación: Mariano Arrigoni Musica original: Nico Garay Intérpretes: Mailén Braverman y Natalia Epelbaum

 “Ahí está él, el mar, la más ininteligible de las existencias no humanas. Y aquí está la mujer, de pie en la playa, el más ininteligible de los seres vivos.

Clarice Lispector – Las aguas del mar.

Y allí estaba ella. Parada. Contemplando.

Y por allí venía aquélla otra. Preguntando. ¿Cuál es el límite del mar?

Luego de un pequeño diálogo inspirado en el gran libro de Alessandro Baricco, Océano mar, las intérpretes (Natalia Epelbaum y Mailén Braverman) con los ojos clavados en el horizonte se convierten en una gran ola que nos sumerge en el resto de la obra. Ellas y el mar.

La puesta en escena ofrece un pasillo color arena que nos sugiere una costa. Bien demarcado por unos cubos lumínicos que van a ir intercalando luces azuladas o amarillentas, este espacio funcionará por momentos como océano y por otros como playa dependiendo de cuán alta esté la marea. El fondo del espacio escénico es tierra firme, habitación de alguno de los personajes en donde se observan un banquito y ropas colgadas.

El desarrollo de esta obra dirigida por Daniela Cuculiansky nos va a acercar a diferentes momentos de la relación de aquéllos dos personajes femeninos entre sí y del vínculo que cada uno posee con el mar. Aunque la danza es la que toma protagonismo en Océano, la palabra aparece sin problemas en varias ocasiones para mostrarnos otros modos de comunicación entre las intérpretes.

El primer encuentro entre las bailarinas nos habla de su presentación. Dos mujeres desconocidas que se descubren frente al mar. La danza nos brinda movimientos de acercamiento y exploración entre ellas, con pasajes de peso entre ambas, funcionando a veces una como sostén de la otra. El disfrute del agua se hace presente en sus cuerpos.

Se suceden otros momentos de dúos, pero me interesa destacar los solos que fueron más limpios en cuanto a movimiento. Además, en ellos cada intérprete pudo expresar una relación más íntima con el agua. Una de las bailarinas aparece en escena con una sombrilla y su mantita para la arena. Esta situación es excusa para que se adentre en una pequeña danza redondeada (¿Hay líneas rectas en el océano?), con saltos, giros y ondulaciones y, por momentos, mucha potencia. En el otro caso, con elementos de flying low y con una calidad de movimiento mucho más delicada, se produce una danza de estilizadas zambullidas. Se funden, finalmente en una danza conjunta.

El océano no termina ni siquiera en el horizonte inalcanzable. Continúa en el arte.


Teatro: IMPA, La Fábrica. Querandíes 4290.

Funciones: Viernes 23hs.

Entradas: $20

 


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