A Sala Llena

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CRÍTICAS - CINE

Operación Ultra (American Ultra)

(Estados Unidos, 2015)

Dirección: Nima Nourizadeh. Guión: Max Landis. Elenco: Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Topher Grace, Connie Britton, Walton Goggins, John Leguizamo, Bill Pullman, Tony Hale, Stuart Greer, Michael Papajohn. Producción: David Alpert, Anthony Bregman, Kevin Scott Frakes, Britton Rizzio y Raj Brinder Singh. Distribuidora: Energía Entusiasta. Duración: 96 minutos.

Sobre la amnesia programada.

Por supuesto que cada género del entramado audiovisual arrastra un colorido catálogo de obsesiones temáticas, manierismos y fetiches con respecto a determinada arquitectura general de los relatos que despliega; los que paulatinamente construyen una identidad que en momentos históricos progresivos resulta mutable y siempre abierta al cambio, a contraposición de la licuadora reaccionaria del mainstream de nuestros días, que lo único que hace es combinar elementos petrificados sin la más mínima actitud renovadora. El “cortar y pegar” tuvo un dejo de vanguardia durante la década del 90, cuando el campo cultural se volcó a la nostalgia, pero hoy ya no sorprende a nadie y definitivamente cansa.

Consideremos por un instante las historias de espionaje y la vieja premisa de la amnesia programada del agente de turno, sin duda uno de los ardides más recurrentes -y también de los más cercanos a la ciencia ficción- de aquellos thrillers que nacieron con la Guerra Fría: mientras que la televisión a lo largo de los años se especializó en la vertiente cómica de dicho planteo narrativo, al cine le tocó la orilla más severa y las consecuencias menos felices del saberse ajeno a la propia vida. Así las cosas, la doble identidad suele poner en cuestión la seguridad de un devenir apacible que de a poco se viene abajo a medida que el “héroe” descubre que es una máquina de matar latente, siempre a la espera de ser activada.

Respetando a rajatabla el canon de una infinidad de propuestas similares, Operación Ultra (American Ultra, 2015) es un ejemplo maltrecho de la tendencia porque si bien a nivel formal se nos presenta como una suerte de comedia de acción con detalles extraídos tanto de la pantalla chica como del séptimo arte, la verdad es que como “comedia” claramente no funciona ya que el acento dramático tapa los pocos chistes existentes, los cuales por cierto son muy derivativos. Aquí el agente encubierto de la CIA -que desconoce su naturaleza- es Mike Howell (Jesse Eisenberg), un pueblerino lelo y fumón en pareja con Phoebe Larson (Kristen Stewart), quien en términos prácticos hace también de la “madre” del susodicho.

El dúo protagónico en ocasiones parece igual de perdido que el propio film, tratando de amoldarse a un guión que no sabe hacia dónde está apuntado y que nos remite a esos pastiches posmodernos sin personalidad a los que nos referíamos anteriormente. Desde ya que no se podía esperar casi nada del realizador Nima Nourizadeh, cuyo único antecedente era la lamentable Proyecto X (Project X, 2012), sin embargo uno hubiese apostado que el sentido común iba a prevalecer, dotando a la obra de intrepidez o un núcleo cohesionante. Por suerte la película encuentra una especie de redención -aunque sea en parte- en las interesantes secuencias de acción, un placebo para tanto conformismo sin pies ni cabeza…

calificacion_2

Por Emiliano Fernández

 

La supremacía stoner.

Conforme avanzamos como sociedad y nos insertamos en la modernidad, nos volvemos más tolerantes y abiertos a ciertas cuestiones que en el pasado eran consideradas aberrantes. Tal es el caso del consumo de las llamadas drogas blandas, en particular la marihuana. El cine no es un espacio ajeno a esta transición/ aceptación del consumo y el universo del cannabis. Desde los míticos personajes de Cheech y Chong (Up in Smoke, 1978), pasando por Harold y Kumar (Harold & Kumar Go to White Castle, 2004), y llegando hasta Superfumados (Pineapple Express, 2008), la pantalla grande supo y sabe dar lugar a esos personajes colgados, olvidadizos y perezosos cuyo universo gira entorno a fumarse un “fasito” (o varios) y tratar de pasarla lo mejor posible haciendo el menor esfuerzo.

Un cuadro de situación similar es el de Mike (Jesse Eisenberg), empleaducho de un local perdido en el medio de la nada en Operación Ultra (American Ultra, 2015), lo nuevo de Nima Nourizadeh, director que obtuvo cierta notoriedad con otra cinta de excesos, Proyecto X (2012). Mike se pasa sus horas laborales detrás de un mostrador atendiendo los pocos clientes que se acercan y mata el tiempo haciendo dibujitos sobre monos espaciales en un anotador. Cuando no está “trabajando” se la pasa en el sofá de su casa con su novia Phoebe (Kristen Stewart), fumando porros y viendo televisión. Pero la trama se espesa cuando Mike descubre que en realidad es un agente entrenado por la CIA mediante un proyecto secreto: cuando el director de ese programa decide terminarlo, Mike pasa a ser considerado un bien prescindible. Su antigua entrenadora lo “activa” para que pueda salir vivo del conflicto y es en ese momento cuando un sinfín de explosiones y muertes -mediante objetos cotidianos- tienen lugar en la trama.

El film funciona como un crossover entre el subgénero stoner (o “fumón”, en castellano) y las películas de acción con agentes de inteligencia al estilo Identidad Desconocida (The Bourne Identity, 2002). De hecho, abundan las referencias al universo de Jason Bourne: el jefe inescrupuloso, la empleada que ayuda desde adentro, el agente con pérdida de memoria que desconoce sus habilidades, las persecuciones, los secuaces de turno, etc. Las secuencias de acción se vuelven un extenso muestrario sobre cómo matar gente con los objetos más inesperados, y es así como la ultra violencia ocasional se estiliza y se expande al campo de lo humorístico.

Jesse Eisenberg y Kristen Stewart repiten el rol de parejita joven, tal como los vimos en Adventureland (2009), y si bien Eisenberg continúa interpretando ese tipo de personaje neurótico que habla rápido y divaga en cada uno de sus pensamientos (sin importar si interpreta a un sobreviviente del apocalipsis zombie o al CEO de la red social más grande de la red), Stewart parece lograr más matices en su interpretación, algo que se puede percibir en sus últimos trabajos y que por suerte la aleja del mal karma de Crepúsculo (Twilight, 2008), que amenazaba con encasillarla en cierto tipo de personajes.

Tal vez lo más flojo de la estructura narrativa se encuentre en el inicio, donde a modo de flashforward se nos develan imágenes claves del tercer acto, imágenes que -sumadas a lo ya visto en el trailer- tienen la duración suficiente como para darnos una idea bastante concreta de cómo va a decantar la cuestión, y eso hace que se pierda un poco el elemento sorpresa. Como película de acción, el film entretiene sin revolucionar el género y los momentos de comedia están lo suficientemente bien intercalados como para amenizar las cosas y robarle al público algunas risas, dentro de un relato que seguramente será más disfrutable para aquellas personas asociadas con la cultura canábica y sus bemoles.

calificacion_3

Por Alejandro Turdó

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