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CRÍTICAS

Orlando. Una Ucronía Disfórica

Hay muchas explicaciones respecto a la nueva apuesta de la dupla Álvarez / García Wehbi. En principio se trata de una reescritura de Orlando. Una biografía, la novela de Virginia Woolf cuyo personaje central  transmuta a través de  diversos períodos históricos, desde el Siglo XVII al Siglo XX.

El ethos y el pathos que supone el arte de la persuasión, a partir de la razón o la emoción como estrategia discursiva, es retomada y derrumbada; así como se atenta contra las dicotomías propias del pensamiento occidental. Orlando es un manifiesto poético-político-teatral. Un hecho performático, un acto disruptivo que pone al discurso como eje central de sí mismo.

Orlando. Una ucronía disfórica está plagado de citas e intertextos, es casi un soliloquio; pone en escena la rueda de un pensamiento que se piensa como acción en la medida que transcurre de modo cuasi catártico, de no ser por los actos separados por las melodías del cuarteto de cuerdas de la UNTREF, junto a la figura del Ex Poeta, interpretado por el siempre genial Marassi, bufo ahora del espectáculo que le toca presentar.

Marasi representa al “macho blanco heterosexual de clase media entrado en sus 60”, según indica el programa de la obra. Es el poeta clásico en decadencia, el ex Virgilio hoy tiene un número 10 en la camiseta argentina y es el anfitrión que se pasea en calzones, toma birra y come pizza. Es el poeta de los etcéteras pero también fue el guía de Dante en el Infierno y el Purgatorio, y es -en un sentido- el guía del espectador en el universo de Orlando.

Orlando, interpretada/o por Maricel Álvarez no es hombre ni mujer: es devenir. Retomando el concepto de Deleuze y Guattari, “el devenir no produce otra cosa que sí mismo”. Orlando no es la imitación de un hombre ni la semejanza de una mujer, es una coexistencia y una alianza que, a su vez, implica una simultaneidad de duraciones. De ahí la problematización de la idea de género y de la temporalidad.  

La obra, asimismo, cuestiona el “carnofalologocentrismo” (término de Derrida aplicado a la cultura patriarcal, regida por el pensamiento occidental binario y el consumo de carne), y de allí que adopte una postura que pondera la lógica desterritorializada propia del pensamiento  rizomático.

Pero es también un discurso contra el poder, y allí es donde la figura del Biógrafo, encarnada en Emilio García Wehbi se constituye como quien plantea las reglas del juego pero desde la marginalidad y como posición en el discurso en tanto autor, es decir, dramaturgo.

El tono de Wehbi es el de los poetas neobarrocos argentinos, el tono de Álvarez es el de la heroína, su fuerte presencia escénica marca una dureza (enfatizada por el vestuario diseñado por Martín Churba) que se fusiona con la candidez de Marassi, quien es en sí mismo una máscara de su mueca actoral.

La puesta en escena resalta el muro del fondo, también siempre en transición y en cruce con el grafitti, con las nuevas tecnologías, con el parpadear de las imágenes que recorren los hitos de la cultura. A veces hace de puerta y deja pasar lo otro del teatro que está vinculado con lo cotidiano, con el repartidor de pizzas que poco tiene que ver con la potencia poética que irradian las imágenes que construye Orlando, pero de allí también su fuerza neobarroca.

Un momento de potencia es cuando Orlando interpreta Venus in furs (The Velvet Underground) previa a la apropiación de la reflexión de Emma Goldman que contiene y condensa el espíritu de la obra: Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa, afirma Maricel Álvarez / Orlando y ya no es necesario explicar nada.

Teatro: Teatro San Martín- Av. Corrientes 1530 – CABA

Funciones: jueves a domingos 20 hs.

Entrada: $ 190. Miércoles y jueves (días populares): $95.

© Alelí Jait |@alelijait

Dramaturgia y dirección: Emilio García Wehbi. Elenco: Maricel Álvarez, Horacio Marassi y Emilio García Wehbi. Música en vivo: Cuarteto de Cuerdas de la UNTREF (David Núñez: primer violín, Saruy Concha Villagran: reemplazo primer violín, Carlos Brítez: segundo violín, Lucas Sena: reemplazo segundo violín, Mariano Malamud: viola, Andrés Hojman: reemplazo viola, Martín Devoto: violonchelo, Fernando Diéguez: reemplazo violonchelo) Asistencia de dirección: Victoria Rodriguez Cuberes / Celeste Faillace. Fotografía: Nora Lezano. Proyecciones y mapping: Leandro Ibarra, Nicolás Dardano. Supervisión técnica de video: Agustín Colli. Vestuario: Martín Churba. Asistencia de vestuario: Natalí Katz. Diseño sonoro y música procesada en tiempo real: Marcelo Martínez. Asistencia de sonido: Vanesa del Barco. Diseño de iluminación: Agnese Lozupone. Adjunto de iluminación: Verónica Lanza. Coreografía: Lisi Estaras /Celia Argüello Rena. Diseño de escenografía y asistencia artística: Julieta Potenze. Asistencia de escenografía: Ileana Telayna. Concepto general: Emilio García Wehbi y Maricel Álvarez. Prensa: Complejo Teatral de Buenos Aires.

 

 

 

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