A Sala Llena

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CRÍTICAS

Pasionaria

 

Pasionaria

Dirección y dramaturgia: Lucía Möller. Supervisión: Daniel Veronese. Iluminación: Mariano Diluch, Carolina Rolandi, Pedro Zambrelli. Diseño y fotografía: Clara Zuccarino. Dirección de arte: Sol de San Bruno. Elenco: Flor Dyszel, Aníbal Gulluni. Prensa: María Sureda.

En un escenario atestado de muñecos, muñequitos , juguetes y juguetitos, se encuentra la actriz principal hablando por teléfono, semi escondida en el sillón, con todos sus recuerdos , con toda su locura.

Pasionaria cuenta la situación que vive una mujer, la cual fue abandonada y no logra superarlo, un monólogo frustrado como bien se presenta la obra, en el que se dice lo primero que se piensa, luego se arrepiente, llora, ama, odia, grita y vuelve a llorar, después canta y todo esto en pijama.

El patetismo que trasmite la abandonada arranca alguna que otra sonrisa en el público presente en especial a las mujeres, cuando ruega al cielorraso que la llame, que aquel que no estará, que  ya nunca estará la llame: haga esa ultima llamada aunque de nada sirva.

El delivery de la heladería parece algo perdido en la escena, y hasta puede pasar a ser parte de la escenografía ya que no se vincula de manera fuerte en escena.

Pasionaria esta pariendo un abandono y sufrimos con ella, viendo como el amor toca a su puerta pero ella sigue ahogada en Souvenirs y esperanzas de un ultimo llamado.

Lo que más impacta al principio es la puesta en escena bien cargada de detalles. La obra va tomando color y también un sonido muy particular .

En el caso de quien redacta, como espectadora, fue difícil involucrarme y sentir tan intensos los momentos creados. Sin embargo supe observar a mi alrededor que se disfruta y entretiene.

Por Julia Panigazzi

Es una obra corta, 45 minutos aproximadamente, pero que te deja con muchas ganas de más. Si uno va a realizar exclusivamente una salida al teatro le parecerá que empezó y terminó en un abrir y cerrar de ojos.

Lo mejor es aprovechar lo que ofrece el lugar: El Camarín de Las Musas es un cálido lugar para sentarse a disfrutar de una cena y, después sí, a las 23 horas, pasar por la puerta de al lado y – tras cruzar la entrada en la que se ven colgadas distintas fotos de actores en escena – llegar hasta la  pequeña sala y encontrarnos frente a un sillón lleno de peluches y algunos muebles, que será el escenario ideal para esta pequeña pieza tragicómica interpretada por Florencia Dyszel (a quien justamente ahora se la ve en un comercial de una reconocida cerveza siendo una de las apasionadas guerreras que lucha contra los guerreros hombres para terminar fundiéndose con ellos en un cálido abrazo. Imposible no reconocer sus gestos y su voz).

Florencia acá lleva su separación de pareja con un dolor y locura extrema como quien todavía ama y , también, lucha por combatirlo, para aparentar telefónicamente una entereza que en verdad no posee y  nos produce conmueve, y también nos produce mucha risa.

La queremos porque nos sentimos ella, hayamos o no sufrido por amor, nos sentimos ella en aquellos días en que nos abandonamos, estamos impresentables, hemos sido superadas por la angustia. Pero también hay lugar para que ellos se identifiquen. Está Anibal Gulluni – el del delivery-  que es aquel que cumple el papel que ellos sienten que muchas veces cumplieron por amor, el de aquel tonto que debe escucharla hablar y morir de amor por un otro maldito que encima la hace sufrir, cuando muere de amor e insiste por aquel amor no correspondido llevando siempre algo para darle, teniéndola siempre en sus pensamientos con poesía, tal vez canciones, tal vez una flor o tal vez con 1/4 de helado si de un chico del delivery se trata.

Es una obra para ver, reír y recomendar. Tenemos una digna joven actriz que sabe llorar de verdad (sí, con lagrimitas de verdad), que grita y pone toda la energía en el grito, que se desespera y la sentimos de verdad desesperada en este cuasi monólogo imperdible. Aunque este actor secundario en el papel que le tocó realizar no se achica. Acá lo único chico es la duración de la obra pero se trata de una pequeña gran obra bien escrita y dirigida por lucía Moller a quien le decimos que ojalá pueda – manteniendo el perfil de los personajes  – agrandarla o continuarla. La esperaremos. Mientras seguimos disfrutando de la cuarta temporada de Pasionaria.

Teatro: El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.

Funciones: viernes a las 23.00 hs

Entradas: $50 y $35. 

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Por Marianela Maidana

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