A Sala Llena

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Cosas que prometí no decir | Primeras notas sobre Joker

Cosas que prometí no decir | Primeras notas sobre Joker

Como no he podido hacer comentario alguno, ni ensayo crítico en la página habitual donde publico mis columnas –“A sala llena”-, sobre el reciente estreno de Joker, salvo la breve apostilla sobre la “conmoción” por su premio en Venecia, que seguramente recordarán; aquí van algunas apostillas. 

Es un film que se regodea en su propia grandeza. Una grandeza que incluye a la actuación de su protagonista. 

A ver. Como el cine, como concepto de cine, es hoy alimento tan parvo, casi de monjes que habitan un desierto estético, cuando surge algo sobre todo “nuevo”, de un director que prácticamente comienza a filmar, sobre un tema o motivo más que vulgarizado por cierta inflación cultural, como es el motivo del Fol*, de una simbólica arcana que se remonta casi a los orígenes del mundo conocido; cuando todo ello sucede, es como un atracón, un empacho luego de tanta necesidad alimentaria, que sucede lo que aquí con Joker.
Es cine. Pero quiere abarcar tanto, que por momentos puede llegar a empalagar, como ciertos platos que se nos han vuelto exquisitos por su escasez o su rareza.

Así como nadie, de poder hacerlo, soportaría una dieta de caviar o de trufa blanca de Alba, tomadas a diario; nadie puede alimentarse súbitamente de un exceso como este film-potlatch. Ese exceso ritualizado y luego sabido como universal (gracias a los jesuitas) y que consiste en aquello que es conocido por estos pagos como “tirar manteca al techo”, o “la casa por la ventana…

Esto no es en demérito del film, lejos de ello. Pero en esta infame serialización del último capitalismo liberal, que se basa -como he repetido y escrito desde mucho tiempo atrás-, en la inflación de contenidos y de motivos y figuras que, en su estandarización, sean no sólo irreconocibles, mediante la parodia, sino instrumentalizados -es decir “puestos al revés”-; debe llevarse, y en paralelo, a un extremo radical la agudeza crítico-filosófica (es decir política) para enfrentar la auténtica “diferencia”.

En esta “diferencia por exceso”, como podríamos llamar a este film, debe situarse toda auténtica posición crítico-teórica. Y de paso, rastreando esto en otras formas y disciplinas de expresión; musicales, poéticas, gráficas, literarias en general. Que según advertimos aquí, pueden y deben aparecer nimbadas fatalmente de ese exceso; pero como una suerte de señal de alerta: que están y no están dentro del sistema…

*: sobre el simbolismo y mitologema del “fol, véase nuestro ensayo “Genealogía del payaso loco”, incluido en “Hitchcock en obra” (A sala llena, ediciones).

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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