Recuerdos de París, de Alice Winocour, cuenta con la interpretación central de Virginie Efira, aún poco conocida en nuestras latitudes. Del cine galo se estrena anualmente en Argentina una pequeña proporción de lo producido y presentado en Francia, que no supera el diez por ciento del total. Hasta el presente, una de las características de lo que se ve localmente suele privilegiar a ciertas actrices, notablemente Isabelle Huppert, Catherine Deneuve y Juliette Binoche, ya que actores como Depardieu y Auteuil, por sólo nombrar a dos de los más conocidos, han perdido cierta popularidad.
El caso de Virginie Efira viene adquiriendo cierta notoriedad ya que la actriz, nacida en Bruselas en 1977 y que obtuvo la nacionalidad francesa en 2016, ha protagonizado algunos films importantes recientemente, incluyendo dos presentados en el último Festival de Cannes (el otro es Los hijos de otros).
Recuerdos de París le ha permitido finalmente, luego de cinco nominaciones, ganar el importante premio César a mejor actriz. Basada libremente en un hecho real ocurrido hacia 2015 en Paris, la muestra a Mia (Efira), cuando ingresa a un restaurant parisino sin sospechar que pocos minutos después de sentarse sola en una mesa asistirá a un hecho sangriento. Se trata de un atentado, donde no se identifica claramente a los autores, que trae como consecuencia la muerte de varias personas, incluyendo turistas (japoneses, por ejemplo), cuyos rostros difícilmente podrá olvidar.
Pero no todo serán recuerdos precisos de lo que allí aconteció, ya que ella misma sufrió una herida y un colapso, debiendo ser internada en un hospital, donde empezará a intentar la reconstrucción de lo acontecido. Vincent (Gregoire Colin), de profesión médico y su pareja no estuvo con ella al momento del ataque armado (el film develará hacia el final la razón). Lo que si ella recordará es que, en una mesa vecina, un grupo de amigos de Thomas (Benoit Magimel) festejaban su cumpleaños. Thomas también sufrirá heridas más severas que le afectarán sobre todo una pierna y su movilidad. Con gran sobriedad, Alice Winocour irá acomodando las piezas, mostrando como los sobrevivientes del atentado se organizarán en un grupo de autoayuda, una de cuyas organizadoras es la joven Sara (promisoria interpretación de Maya Sansa). Habrá incluso un acto en la Place de la Republique, para recordar a los difuntos.
Mia irá rememorando datos que estaban difusos y deberá soportar la acusación de otra mujer, que la culpará de haberse encerrado sola en un baño, impidiendo que otras personas se resguardaran.
La directora introducirá a varios empleados africanos (senegaleses, por ejemplo), que trabajaban en la cocina indocumentados, que tendrán relevancia en los tramos finales del film, con lo que la película amplía su temática.
La evolución de la relación entre Mia y Thomas será significativa, ya que él, que recuerda muy bien lo acontecido, la ayudará a enfrentar los fantasmas que la asuelan y no parecen abandonarla.
Efira confirma que ya es una actriz consagrada, como lo señala su carrera con más de treinta largometrajes en apenas catorce años. No parece casual que haya sido dirigida por Paul Verhoeven en su últimos dos largometrajes: Elle: abuso y seducción y Benedetta. En el primero junto a la gran Isabelle Huppert y en el último nombrado interpretando el rol central, en un film que hasta ahora no parece haber encontrado ninguna compañía para su distribución local. A modo de síntesis, válido también para el film que motiva esta nota, se debe señalar que Virginia Efira demuestra tener una gran expresividad y singular atractivo que ya mostraba en Victoria y el sexo, de Justine Triet, estrenado localmente.
(Francia, 2022)
Dirección: Alice Winocour. Guion: Jean-Stéphane Bron, Marcia Romano, Alice Winocour. Elenco: Virginie Efira, Benoît Magimel, Grégoire Colin. Producción: Isabelle Madelaine, Emilie Tisné. Duración: 105 minutos.
