CARNE SOBRE CARNE
Al cineasta cordobés Moroco Colman le gustan los desafíos. Después de Fin de semana y La noche más larga, cada una riesgosa desde motivaciones temáticas y estéticas, vuelve en Reina animal a explorar un mundo de carencias y problemas, circunscribiéndose a un espacio físico limitado y a una plenitud de escenas nocturnas con tal de desentrañar un mundo en descomposición y a un punto de estallar en cualquier momento. Reina reparte paquetes de carne robada en una zona de la provincia, trabajo concebido por la noche, puerta a puerta, como una dealer de la supervivencia, mirando para los costados, arriesgando su vida en una zona peligrosa.
Son pocos metros que Reina recorre para cumplir su rol laboral y en una de esas noches es asaltada y golpeada. Hasta acá, Reina animal es un thriller de sobrevivientes, en una periferia estética que recuerda a las mejores películas de Luis Ortega y Pablo Fendrik en cuanto a la captación de un mundo marginal con poca gente atendible. Una de esas personas parece ser el empleado de un supermercado chino abierto hasta bien entrada la noche.
Pero Reina animal no escamotea información desde la perspectiva de la protagonista. Otros personajes y ambientes border se agregarán a la trama: un gimnasio de lucha y boxeo (nocturno, claro), un luchador que intimará con Reina y diversas situaciones que el director suma para engordar una trama que de a poco se dirige a un terreno sin salida o altamente discutible.
Me refiero a esa manía de cierto cine local de mostrar por mostrar, sin reflexionar desde la puesta en escena. Estoy aludiendo, en todo caso, al pantanoso territorio de la abyección, momentos en que la película se sumerge en la exhibición detallada del trabajo en un frigorífico, vísceras, litros de sangre y crudos despellejamientos mediante.
¿Está mal que una película haga traslucir en imágenes semejante labor? No, al contrario. Pero ocurre que ello no se manifiesta desde la puesta en escena sino únicamente desde la mera exhibición.
Al respecto, al ver esos minutos y otros cercanos al final donde Reina (Sofía Gala Castiglione, punto rescatable del film) cumple el mismo trabajo recordé una gran película de Rainer Fassbinder como En un año de 13 lunas donde la protagonista, Edwin/Elvira, concurre a un frigorífico junto a su amiga prostituta. Ahí se observan imágenes parecidas a las de la cinta de Moroco Colman, pero el cineasta alemán opera desde la puesta en escena usando música sacra, un relato a los gritos desde una voz en off aterradora del / de la protagonista y un río de sangre, cabezas y orejas cortadas y piel despellejada que permite o autoriza una lectura simbólica.
En Reina animal, en cambio, desde ahí en adelante, ocurre lo contrario, suspendiendo cierto interés que se podía tener con una oscura historia de sobrevivientes sin necesidad de recurrir al detalle (y nada más) de animales cortados en mil pedazos.
(Argentina, 2023)
Dirección: Moroco Colman. Guion: Moroco Colman, Sofía Castells. Elenco: Sofía Gala Castiglione, Chang Hung Chen, Cristina Medina, Fernando Listello, Matías Jalil. Producción: Sofía Castells. Duración: 70 minutos.
