EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN
“O mueres como un héroe o vives lo suficiente como para verte convertido en un villano”, sentenciaba el fiscal Harvey Dent (Aaron Ekhart) en The Dark Knight, mientras el mundo de Gotham se desmoronaba a su alrededor. En esa línea, ¿qué caminos artísticos se le puede pedir explorar a la heroína del cine español, Carmen Maura, que no haya transitado antes? Vieja loca propone, entonces, un nuevo registro para ella: una auténtica vieja bruja.
El debut como director de Carlos Maugueri, otrora guionista de Leonera (2008), Carancho (2010) y Elefante blanco (2012) -dirigidas por Pablo Trapero-, propone una historia sin riesgos, confeccionada con una estructura clásica bastante reconocible. De hecho, esta fidelidad decimonónica a los tópicos del Hagsploitation (literalmente, “explotación del tema de las viejas brujas”) hace que el filme solo se vuelva disfrutable exclusivamente por la actuación de Maura y ciertas situaciones provocadas por la interacción con Daniel Hendler.
La historia nos presenta a Laura (Agustina Liendo), quien conduce por la autopista mientras conversa con su madre, Alicia (Carmen Maura). La conversación va tornándose perturbadora, por lo que Laura intenta contactar, sin éxito, con la cuidadora de su madre. Angustiada, decide recurrir a su exnovio Pedro (Daniel Hendler) para que cuide a Alicia por unas horas. Pedro llega a la casa durante la noche, pero Alicia tiene planeada una velada aterradora.
El espacio de la casa merece una apreciación aparte. La potencia de los temas del gótico —que ostenta el sello de J.A. Bayona— constituye, quizás, uno de los mayores puntos fuertes del filme, además de la sublime actuación de Maura. El “sucio secreto” que debe contener todo relato anclado en el género es eficiente en la perturbadora presentación de la escena de Pedro al llegar al hogar de Alicia. En efecto, la localización de la casa y la soledad que infunde, la lluvia incesante como metáfora del estado interior y la idea de un misterioso espacio fronterizo —entre la cordura y la insania— resultan prometedores y mantienen al espectador en tensión, al menos durante el primer acto de la historia.
Una vez dentro de la casa, las cosas resultan bastante más esperables. Alicia propone un juego de preguntas y respuestas, cuyos desplazamientos en el tiempo obstruyen el real propósito de lo macabro. El diálogo podría explorar más la ambigüedad en la profundidad de ambos personajes, pero en el afán de explicar el pasado, se pierde de vista la emotividad del presente. Alicia es una mujer que ostenta marcas de violencia inscritas en el cuerpo, por lo que todo lo que deviene es abrupto, voluptuoso; no debería por ello ser explicado. Básicamente, porque el juego psicológico que propone Alicia resulta de por sí imposible por sus reglas: no puede extenderse más allá de la muerte de Pedro, pero tampoco puede concluir ahí. Hay una voracidad pulsional en la necesidad catártica que es entrópica, destructora, una fuerza que no puede contenerse. Esto es algo que comparten las (anti)heroínas del género, desde Bette Davis y Joan Crawford hasta Kathy Bates. Por ello, dedicar tanto tiempo del filme a explicar las motivaciones, y no a canalizar esas fuerzas traducidas en arrebatos o terrores, es, quizás, un error que se cobra caro.
Vieja loca es una película entretenida y correcta tanto en su propuesta como en su ejecución. Nuestra afirmación, entonces, debería traducirse como un cumplido en lo que respecta a las normas del género que propone, pero también como una crítica a lo que podría haber sido una obra esencialmente desmesurada y desafiante.
(Argentina, España, 2025)
Guion, dirección: Martín Mauregui. Elenco: Carmen Maura, Daniel Hendler, Agustina Liendo. Producción: J.A. Bayona, Belén Atienza, Gabriela Carcova Krichmar, Ramón Campos, Víctor Fandiño. Duración: 94 minutos.
