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CRÍTICAS

Sueño de una noche de verano

 

Sueño de una noche de verano

Dirección General: Claudio Martínez Bel. Adaptación: Mariano Cossa y Claudio Martínez Bel. Dirección Musical: Mariano Cossa. Diseño de Escenografía e iluminación: Mario Pascullo. Diseño de vestuario: Carolina Sosa y Marcelo Lopez. Realización de máscaras y objetos: Marta Raggi.Producción ejecutiva: Matías Galimberti, Florencia Pineda. Elenco: Lucas Avigliano; Valeria Rico; Matías Galimberti; Marcela Jove; Estefanía D´Anna; Jorge Seleme; Ana Iniesta; Ricardo Rueda; Esteban Fiocca; Ana Carabajal; Luciana Vieyra; Román Lamas; Mercedes Diemand Hartz y Erica Pazur. Prensa: Luciana Zilberberg

El buen teatro tiene como cualidad inherente despertar en el espectador la magia, esa que hechiza desde el primer instante en que se ingresa a la sala. Ese encanto que invita a soñar aunque se esté despierto. Y así, el juego de los sentidos comienza: sonidos de pájaros, luces azuladas que asemejan a la noche, criaturas esparcidas sobre el bosque. Lo que hace unos instantes era nuestra realidad deja de serlo, el presente se torna confuso, y comenzamos a preguntarnos si en verdad, ¿estaremos despiertos o dormidos?

Esta nueva adaptación de Sueño de una noche de verano de William Shakespeare,  realizada en forma conjunta por Mariano Cossa y Claudio Martínez Bel, a cargo también de la dirección general, logra una mirada distinta, moderna de un viejo y tan reversionado clásico. Con catorce actores-músicos en escena, que se desplazan de forma prolijamente sincronizada,  recorriendo cada rincón del teatro Beckett (Guardia Vieja 3556) todos los domingos a partir de las 20 horas.

El sueño comienza con la presentación de la ambición de una madre inescrupulosa, Egea (Marcela Jove) que impone a su hija Hermia (Estefanía D´Anna) casarse con Demetrio (Matías Galimberti) y así lograr un estatus dentro del reino. Pero el amor, que cuando es verdadero ignora ese tipo de cuestiones, se antepone ante su deseo cuando la hermosa Hermia le confiesa su pasión por Lisandro (Jorge Seleme). Este amor prohibido, un tópico tan característico dentro de las obras de Shakespeare, será el punto de partida, la manija de este abanico donde cada pliegue será una micro historia dentro de la gran historia. Como la de Elena (Ana Iniesta), amiga de Hermia, enamorada locamente de Demetrio. Es a través de su figura que queda representado el deseo enfermizo de querer lo que no se  tiene, ambición que va in crescendo a medida que es más rechazada.

Se destacan las actuaciones de Los espectros errantes: Mostaza (Lucas Avigliano) y Puck (Valeria Rico), presentes durante todo el transcurso de la obra, con sus danzas sensuales,  sus deseos ocultos, su picardía a flor de piel. Imposible olvidar esas miradas penetrantes, sus medias sonrisas, y el excelente manejo de sus cuerpos, que van de un lado a otro, livianos, eléctricos, fantasmagóricos. Son ellos los encargados de cumplir las órdenes de Titania (Mercedes Diemand Hartz) y Oberón (Román Lamas), reina y rey de la hadas respectivamente, dos personajes impulsivos, que no escatiman en artilugios para realizar sus cometidos.

Un párrafo aparte merecen las logradas actuaciones del cuarteto de actores  que representan a una especie de compañía de teatro conformado por cuatro artesanos: Cartabón (Ricardo Rueda) un director de sexualidad dudosa y marcada inseguridad en su rol; y sus tres actores: Lanzadera (Esteban Fiocca); Flauta (Ana Carabajal) y Berbiquí (Luciana Vieyra) un trío por momentos esquizofrénico, que en sus idas y vueltas logran algunos de los momentos más graciosos de la obra.

En Sueño de una noche de verano se ensambla el drama con el humor, lo absurdo con lo real, invita a pensar sobre el amor y lo que éste puede generar en las personas, contando la historia a través de diálogos ágiles y sencillos. Y la historia no sólo se relata con palabras, también se narra a través de la música, gran protagonista de la velada, donde se amalgaman sonidos de guitarras, bajos, flautas, bombo y violines, entre otros. Se destaca también la iluminación y la escenografía, mínima pero precisa, como las catorce columnas, que según el momento pueden funcionar como bosque o como un anfiteatro.

Contar una historia conocida y de un autor como Shakespeare supondría tener parte de la tarea hecha, pero no es así. Darle una vuelta de rosca es lo más difícil de lograr, y Claudio Martínez Bel y Mariano Cossa lo consiguieron con su apuesta, donde cada detalle, cada actor, cada momento, cada sonido musical obliga de forma placentera a que el espectador esté  atento cuasi sin pestañar durante todo el transcurso de la obra, no sea que se quede dormido y al despertar no logre descifrar si lo vivido fue real o solo un maravilloso sueño.

Teatro: Beckett, Guardia Vieja 3556, Palermo

Funciones: Domingos 20 hs.

Entrada: $45 / $30

 

 

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