0
0
Subtotal: $0,00
No products in the cart.

Streaming

Tiburón: La historia de un clásico

UN DOCUMENTAL SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE UN MITO

 

“Vas a necesitar un barco más grande”

Martin Brody

 

27 años tenía Spielberg cuando hizo Tiburón. El rodaje fue tan tremendo, que no aguantaba más. Se escapaba para jugar a los fichines y llamaba a su mamá llorando. Quería volver a su casa, pero no lo hizo. En cambio, buscó transmitir esa sensación con la historia. El documental que celebra los 50 años de la película, recopila, entre otros hallazgos en un material de archivo alucinante, todos los lamentos en que los personajes expresan su deseo de regresar al hogar. 

Tiburón: La historia de un clásico se mete en el interior de la realización de este clásico. O mejor dicho, en el interior de quien lo narró. Busca ingresar en la cabeza de Spielberg y en cómo logró la hazaña que todo artista busca durante la totalidad de su vida.

Siempre aparece lo familiar en Steven Spielberg, así como lo natural. Aunque lo haga a través de extraterrestres, él siempre está contando esas cosas esenciales de la vida. Por eso, Tiburón es una fábula (casi) sin buenos ni malos. Hay personas enfrentadas a la naturaleza, como lo haría años después en Jurassic Park. La interpretación y la metáfora son lo que harán después que todo eso se transforme en mito. Lo que muestra este documental es la historia real que dio lugar a la transformación en ficción.

Spielberg empezó por decidir hacer la película en espacios reales, porque quería meternos en ese verosímil. Ese realismo que busca siempre, lo encuentra acá en una isla que transforma en la ficcional Amity. La mayoría de quienes vemos en pantalla son habitantes de allí, no actores profesionales. Le dan a la puesta un aire casi documental único. “Esto está pasando”, sentimos. La misma gente aparece en pantalla cinco décadas después, dando cuenta de cómo el tiburón cambió sus vidas para siempre. Nadie esperaba que eso fuera a suceder, pero pasó. Así, como le sucede a los héroes en todas las mitologías. Como el chief Brody, que es “un héroe a regañadientes a prueba por la naturaleza”, va a decir Jordan Peele, uno de los entrevistados. Los héroes clásicos siempre lo son a regañadientes, es el hecho de enfrentar sus miedos y lograr una proeza a favor de su comunidad y, en expansión metafórica, de toda la humanidad. Recordemos, Spielberg tenía 27 años y quería escapar, pero terminó haciendo la película más importante del cine moderno (el que fue inaugurado en los años 70).

James Cameron, como viejo sabio, va a poner el título al tema del documental: “El tiburón blanco se convirtió en una bestia mítica”. El tiburón es la bestia que da sentido a la novela original, a la película y a toda la mitología que inauguró esta historia. Pero también es un monstruo mecánico que casi hace naufragar el proyecto. 

No es novedad nada de esto para los iniciados, pero sí es notable cómo el documental se mete en lo que aquello provocaba en los sentimientos de Spielberg, mientras vivía la constante amenaza del fracaso. Nos transporta a su travesía personal, desde la elección del tamaño del tiburón mecánico (“Más chico no daba miedo, más grande hubiera convertido la película en una de ciencia ficción”, dice Spielberg), hasta siete años después, descubriéndose sentado en el mismo barco “Orca” usado para filmar, en la soledad de un estudio, llorando, en alguna forma de intento de superar lo vivido en aquel rodaje, cuando era un pibe de menos de tres décadas de edad.

La salida fue creativa. Todos los que estaban allí cerca señalan que, pasara lo que pasara, Spielberg siempre salía con una solución de puesta en escena genial.

La primera secuencia, con la puesta spielbergiana que desde Guillermo del Toro hasta Cameron Crowe aparecen halagando, no hubiera sido lo que fue si no hubiese sido por la mente genial de un tipo capaz de convertir un inminente fracaso en un hito artístico. 

El tiburón iba a aparecer en cuadro, pero estaba siendo reparado (cuentan que siempre estaba siendo reparado). Entonces, Spielberg decidió que era mejor no mostrarlo. Pensó en Hitchcock y decidió homenajearlo. ¿Alguien vio el cuchillo clavándose en el cuerpo Marion Crane en la escena de la ducha de Psicosis? ¿Y al tiburón en el inicio de Tiburón? ¿Por qué tenemos la sensación de haberlos visto? Básicamente, porque dos maestros del cine dieron escena a lo más importante del lenguaje audiovisual: el fuera de campo. Lo que importa no es lo que se ve, sino precisamente “lo que no se ve”.

“No pensaba en cinematografía, pensaba en tomas. Cómo ir de una a otra”, dice Spielberg. Como si se tratara de un problema o un error, como si no hubiera estado reinventando un arte. El cine es construir lo que no se ve, a partir de una imagen en movimiento tras otra. Spielberg, con veintisiete años, lo estaba redefiniendo.

El documental se atreve incluso a proponer una mirada política de Tiburón. Describen los entrevistados que estaban allí a mediados de los años 70 en un momento social post guerra de Vietnam y Watergate. Miedo. Crisis.Y por eso es que el tiburón no sería el mayor villano. Lo es más la guita y el hambre del poder. Es más malo el alcalde inescrupuloso que pone en riesgo hasta a sus propios hijos para sostener la temporada de verano, que el animal que simplemente se mueve en su hábitat y come lo que encuentra. Según cuentan, a alguien le llegó que Fidel Castro había dicho que la historia de Jaws era una perfecta metáfora de la corrupción del capitalismo.

Jordan Peele dice: “Una gran película de terror es una pesadilla hecha a medida para su protagonista”. A Brody no le gusta el agua, le tiene fobia. Y Peele señala cómo se da una relación mística entre el protagonista y su adversario acuático. Una relación parecida a la que cuentan sobre Spielberg y el tiburón mecánico. El joven director pensaba que no lo llamarían más para trabajar, por lo mal que salía todo. El tiburón no andaba, se hundían los barcos, estaban pasados de presupuesto y de tiempo. Su amigo Scorsese iba desde Nueva York de visita para acompañarlo y, cuando el equipo no lo encontraba, sabían que estaría descargando en los joysticks y botones de los mismos arcades que se ven en pantalla. 

En el clímax de la película, Brody enfrenta su fobia al agua al borde de hundirse, esperando que el tiburón muestre el tubo de oxígeno en sus fauces. “Eso es arte”, dice James Cameron.

En el clímax del rodaje, Spielberg tuvo un ataque de pánico. ¿La catarsis del héroe? Eso es un artista.

Como ya no tenía presupuesto, durante el montaje seguía filmando cosas por su cuenta. Como la aparición de la cabeza bajo el agua que encuentra Hooper, hecha en la pileta de la montajista Verna Fields.

El montaje de Fields, que le valió un Oscar, es una sinfonía con la música de John Williams. “Todos los seres humanos estamos equipados para poder suspender la incredulidad, para dejarnos llevar más por la música que por cualquier otro estímulo artístico. La música, con los ojos cerrados, puede llevarnos a lugares a los que ningún otro medio o forma de arte puede llevarnos. John Williams nos decía cuándo reaccionar y cuándo empezar a prepararnos para un ataque”, dice Spielberg en el documental. No aclara que algunos de los momentos más tensionantes están en silencio. El silencio es parte fundamental de la música. Spielberg y Fields también estaban componiendo.

La película tuvo su estreno en la isla y los isleños se veían actuando sin poder creer que habían sido parte de eso. Se había dado una iniciación colectiva para ser parte de un mito que Spielberg les invitó a vivir. ¿No es increíble que una película con una puesta en escena con tantas personas en cuadro y de semejante precisión y estilo, no haya tenido más de seis o siete actores profesionales?

Spielberg cuenta que se la había creído, que todos le decían que iba ganar el Oscar a mejor director y que se frustró al no recibirlo. “Pero que no hay que creerse eso”, dice ahora. Incluso, habiendo perdido ante Atrapado sin salida, asegura que él hubiera votado esa película también. La humildad de Spielberg lo hace más grande todavía.

Spielberg dice que para hacer una película tiene que estar lo suficientemente apasionado como para estar dos años de su vida dedicado a eso y que lo piensa como un tiempo con principio, nudo y desenlace. O sea: piensa la película como parte de su vida, o como el momento más importante de su vida. Eso es precisamente la historia, el momento más importante en la vida de un protagonista, el momento de mayor transformación. Spielberg se prestó a la transformación y por eso logra transformarnos. Por eso es capaz de crear mitos.

Tiburón le cambió la vida a Spielberg, lo llevó al éxito, pero debió atravesar un trauma, una bestia personal, para lograrlo. Sostiene que todos sintieron que “sobrevivieron a algo”, asegurando que la travesía fue colectiva. Y como en toda travesía heroica, hay recompensa: a partir de Tiburón, Spielberg logró tener siempre el corte final de sus películas.

Tiburón: La historia de un clásico cuenta el mito de cómo el hombre venció a la bestia.

(Estados Unidos, 2025)

Dirección: Laurent Bouzereau. Elenco: Steven Spielberg, John Williams, James Cameron, Jordan Peele, Guillermo del Toro, Cameron Crowe, J.J. Abrams, Steven Soderbergh, Robert Zemeckis, George Lucas, Emily Blunt, Greg Nicotero. Producción: Laurent Bouzereau, Wendy Benchley, Laura A. Bowling, Darryl Frank, Markus Keith. Duración: 88 minutos.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar...

Recibe las últimas novedades

Suscríbete a nuestro Newsletter