Para continuar la cobertura del Festival Internacional de Cine Documental de Salónica, acordemos que lo provechoso en esta forma de cine es la maleabilidad de la imagen para fijar los múltiples matices de ‘aquello documentado’. En sintonía con el investigador Javier Campo digamos que documental es “aquel que hace uso de documentos audiovisuales para reconfigurarlos de acuerdo a parámetros estéticos cinematográficos que superen el grado de registro de la realidad”* – entendida esta como todo aquello presente, verificable y gradualmente perceptible fuera de la obra.
En el caso de Taboo: Amos Guttman (2024), Shauly Melamed parte de material sin editar y de los lugares donde vivió el director, nacido en Rumania y emigrado a Israel, para crear un retrato con honestidad y gracia. Así el montaje de tomas descartadas, incluida una entrevista de Anat Dotan a Guttman, conversaciones con sus familiares y su pareja, y escenas claves de su filmografía; reactualiza la capacidad del cine como medio expresivo. Por ejemplo, el reencuentro de quien fue su asistente personal con aquello filmado por ella misma es uno de los tantos hallazgos de Melamed. Sabe que la imagen cinematográfica resguarda una preciosa vitalidad, por esto cuando los entrevistados hablan, durante los primeros segundos sus voces no coinciden con su cuerpo presente en el plano. Como si el silencio fuera parte del luto que sus cuerpos cargan y que el arte hace soportable. Este retrato de la vida, obra y familia de Guttman aprovecha sus películas para abordar en imágenes y estructura como el cine le devolvió al realizador, y ojalá eventualmente a nosotros espectadores, la valoración intrínseca y compleja de vivir.
A forgotten past is a past that is yet to be A forgotten history is a memory missing from our collective conscience An incomplete history is like an incomplete mind that has forgotten who it is and where it came from (A.E.Samaan)
Por su parte, Jadosnuri Mta (Magic Mountain), de los realizadores Mariam Chachia y Nik Voigt, aborda la falta de pasado en Georgia recorriendo el hospital Abastumani donde la co-realizadora vivió cuando padecía tuberculosis. Por esta carencia aludida en la cita del inicio y a la que refiere la misma Chachia en su narración, el registro documental desplegado en su obra apunta al inconsciente: pesadillas repetidas, pacientes de una enfermedad hereditaria, y la destrucción real y simbólica de este nuevo hogar para quienes han sido estigmatizados. Con la propuesta sonora y el intercalado de recorridos espaciales y narrativos, Chachia y Voigt hacen un paralelismo con el país antes y después de la Unión Soviética; y la desolación de un territorio que parece pertenecer más a las decisiones de gobiernos y menos a sus ciudadanos. En la obra la única contraparte a esto es la conciencia metafísica de la naturaleza.
Finalmente, Μεταμόρφωση (o Metamorphosis), de Costas Athousakis, nos plantea ya en la primera escena la exploración de Yannis Marcantonakis a través de su arte. Una segunda toma muestra a Yannis en un plano medio mientras pinta criaturas, entre ellas unas orugas, modelos que recorren el papel. Luego el director aprovecha al artista para que hable de sus documentos íntimos (diarios, obras de amistades, performances), de sus lugares de infancia donde fueron tomadas algunas fotos. Poco a poco este recorrido oral convierte algunas de escenas en parte de estos documentos para el futuro, saturando la iluminación del plano y con efectos visuales de fotografías envejecidas. De la mano del mismo artista vamos reconociendo sus creaciones como maneras de consolidar su posteridad y quien mejor puede hablar de ellas.
* Artículo “Tratamiento creativo (y político) de la realidad” en el número 11, año 2015 de la Revista: https://revista.cinedocumental.com.ar/cine-documental-tratamiento-creativo-y-politico-de-la- realidad/