Grotesco criollo recargado
Es asombroso cómo algunos dramaturgos pueden encontrar el sutilísimo margen para que sus piezas transcurran en la atemporalidad más verosímil y absoluta. Cómo una obra puede rememorar un pasado que abarca casi 100 años de historia de las pampas y a la vez tener la actualidad de las drogas de diseño. Este grotesco criollo 2.0 que trae a la vida el elenco dirigido por Rubén Szuchmacher presenta aristas actuales en un ambiente rural que bien podría corresponder a una viñeta de Molina Campos.
En la profundidad de la provincia de Buenos Aires hay un pueblo chiquito, con una feria de monstruosidades chiquita, que en su buena época estuvo a punto de emular a la feria ambulante de los hermanos Barnum. Allí –en ese micromundo de niños deformes que van muriendo de a poco- se esconde en su jaula la niña foca, que no para de llorar por el niño jirafa, que está siendo velado. Todas las cosas del mundo encierra un imaginario de criaturas fantásticas y delirios místicos, sin esconder la miseria de sus personajes ni las bajezas que estarán dispuestos a encarar para obtener la tan ansiada libertad.
Ingrid Pelicori es Iberia, que lleva la batuta de esta compañía disonante que se encuentra al borde de la quiebra. Pese a que su voluntad es irse, acompaña a su marido en una terrible gira de promoción ideada por él y el cura corrupto del pueblo. Sola e incomprendida, Iberia escribe cartas, idea planes y espera. Y un día finalmente ocurre la oportunidad para escapar. Pelicori es una maraña de emociones que afloran en forma de canción, de broma con doble sentido, de risotada histérica, de reproche a su marido. A su lado, Iván Moschner es el sacerdote con pasado dudoso, un delicioso personaje sin escrúpulos que le otorga momentos brillantes a la trama con su acento castizo y su mojigatez impostada. El elenco lo completan Horacio Acosta, Paloma Contreras y Juan Santiago, de acertadas intervenciones y buena química, que permite el paso de la risa al drama con la fluidez que exige la trama.
La puesta le otorga a los recursos del under un ambiente profesional: luz y escenografía mezclan sencillez y buen manejo del espacio. El campo en profundidad, en lontananza, más el básico recurso del sonido ambiente relaja al espectador y lo posiciona en la tranquila pampa húmeda. Los recursos físicos y el manejo de la profundidad marcan el ritmo del zoom en las escenas, que adquieren timing y estilo cinematográfico, planteando una suerte de planos generales y otros más cerrados a la platea.
Todas las cosas del mundo es una de las propuestas sobresalientes de esta temporada. La poderosa puesta de Szuchmacher revitaliza y fusiona lo mejor de nuestro pasado discepoliano y nuestro presente de familia disfuncional, presentando a un grupo humano que va y viene entre las emociones más básicas, unidos y a la vez separados por la muerte, el dinero y el amor.
Teatro: Payró – San Martín 766.
Funciones: Jueves y viernes a las 21 – Sábados 22 horas – Domingos 20.30 horas
Entrada: Desde $150
Por Pilar González
Autor: Diego Manso. Dirección: Rubén Szuchmacher. Vestuario y diseño de escenografía: Jorge Ferrari. Diseño de luces: Gonzalo Córdova. Diseño Sonoro: Bárbara Togander. Realización de escenografía: Jorge Mondello. Realización de vestuario: Patricia Terán. Fotografía: Kenny Lemes. Diseño gráfico: Agustín Ceretti. Meritorio: Julieta Kompel. Asistencia de escenografía: Andrea Mercado y Luciana Uzal. Asistencia de vestuario: Andrea Mercado. Asistente de producción: Daniela Muñiz. Asistencia de dirección: Pehuén Gutierrez. Producción Ejecutiva: Gabriel Cabrera. Jefe técnico: Gabriel Aenni. Actúan: Horacio Acosta, Paloma Contreras, Fabiana Alcón, Iván Moschner, Ingrid Pelicori y Juan Santiago. Prensa: Vera Czemerinski.