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True Detective

True Detective

¿Pudieron ver True Detective? ¿La agarraron aunque sea online? Si no es así, no pierdan un solo minuto más. Anoche hice un alto en mi agitada agenda de ama de casa de primera categoría, y me puse a ver la repetición por HBO del capítulo inicial de la primera temporada. Mientras grillaba un salmoncito y rehogaba arroz blanco, entangada por supuesto, mi chuchi y yo decidimos que sería mejor (por ser lunes y todo eso) si cenábamos en la cama. Haciendo un zapping feroz y para nuestra buena fortuna, nos encontramos con la serie, que no hacía ni minuto y medio que había arrancado.

Por algún lapsus misterioso de mi afiebrada cabecita, que seguramente tuvo que ver con los Golden Globes, se me pasó el estreno del domingo. Aun cuando lo había estado esperando con voluptuosa anticipación, fiu, se me fue de la bocha. Por suerte, si hay algo que da la televisión premium a diferencia de la depilación definitiva, son segundas oportunidades.

El show, protagonizado por Matthew McConaughey y Woody Harrelson, la va de dos detectives de la policía de Luisiana que investigaron juntos en 1995 el asesinato brutal de una prostituta. En el “presente” de la serie, el año 2012, ambos están distanciados y en lugares muy diferentes. Así y todo, son convocados nuevamente por la institución para ser entrevistados con referencia a aquel caso de homicidio que, en apariencia, descularon. Pero otro crimen se sucedió y la investigación se ha reabierto. De esa manera, la serie va y viene del presente al pasado, abriendo ambas líneas argumentales con formidable gancho dramático.

Ambos personajes son muy diferentes entre sí, aun cuando las voces y el acento los hermanan de manera llamativa. Hay una cualidad muy similar entre ambos intérpretes, que hace que parezcan cortados por la misma tijera. Eso, sumado a sus respectivos y generosos talentos, hace que se vuelvan dinamita absoluta.  El detective Hart (Harrelson) es, a golpe de vista, un hombre de familia. Religioso, tradicional, buen compañero de trabajo, jefe ecuánime y justo, y de una inteligencia que va por encima de la media. Supera a la mayoría de sus compañeros, pero no es brillante ni mucho menos, como él mismo se describe al principio. Por supuesto, a medida que vayamos conociéndolo y de maneras sutilísimas, nos daremos cuenta de que no es tan así. Guarda secretos y unos cuantos… Su compañero, Rust Cohle (McConaughey), en cambio está más bien tronado.  Alcohólico debido a la muerte de su hija pequeña, un tercio filósofo, un tercio psicópata y el último autista, va por la vida caminando en el límite. Él sí es muy brillante y eso queda claro desde el vamos. Lo único que le queda en la vida es su trabajo y parece, más bien, querer morirse con cada suspiro. Pero, como él bien lo enuncia en una de las escenas, no tiene naturaleza suicida.

Y si, amigos… Si juntamos las dos piezas, si mezclamos la fórmula, si batimos los huevos, obtenemos esta pareja infernal, tremendamente rica interpretativamente. La primera temporada de la serie, dirigida por Cary Fukunaga, contará con ocho episodios. Y, según parece, cada temporada será protagonizada por un cast diferente.

El guión es algo verdaderamente jugoso. A cargo de Nic Pizzolato, las escenas cuentan con diálogos ricos, sin clichés, sorpresivamente nuevos en la boca de personajes como estos. La fotografía y la ambientación son insuperables. Me llevaron a muchos lugares variopintos: Twin Peaks, Corazón Satánico, El Silencio de los Inocentes, Seven… en fin. Lugares así. Pero aun cuando uno puede ir con la mente a parajes conocidos, el show es nuevo, radiante de carisma e impronta propios. No creo que se pudiera abrir la temporada 2014 con una serie mejor que esta.

McConaughey está en vena y hay que verlo, porque se me hace que por estas épocas va a hacer el mejor trabajo de su vida. No sé si la industria le va a dar el crédito que merece, más allá de darle el Globo de Oro, así que hay que aprovechar esta racha de viento a favor hasta que lo vuelvan a confinar a las comedias románticas de Sarah Jessica Parker. Y, por su parte, Harrelson es verdaderamente prodigioso, por lo que True Detective es, casi, casi, como mirar un eclipse.

Como “serie adicta”, puedo decir sin temor a equivocarme, que ya estoy completamente enganchada. Y a ustedes les digo: búsquenla donde puedan, y éntrenle con garra. No van a lamentarlo. Además, falta un buen rato para el estreno de la cuarta temporada de Game of Thrones y a algo hay que hincarle el diente.

Saludándolos con vigoroso entusiasmo, me despido hasta la próxima columna.

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