¡Maldita hipocresía!
¿Es posible ser tan ciego? En el fútbol americano, le llaman punto ciego (o al menos así entendí en el prólogo de la película) al jugador que logra empujar y sacar del juego al delantero del equipo opuesto, para que su propio delantero pueda atacar y anotar un touchdown.
No me gusta el fútbol americano y nunca lo entendí demasiado tampoco. Si bien reconozco las similitudes con el rugby (deporte que nunca me atrajo demasiado hasta que emocioné con Invictus de Clint Eastwood), lo único que veo siempre en las películas estadounidenses es el show. En Febrero de cada año, se realiza la gran final, llamada Superbowl, uno de los eventos deportivos más importantes del año (algo así como la final de la Libertadores o de la Intercontinental para los estadounidenses pero sin salir de los Estados Unidos). En el entretiempo cantan grandes bandas, se exhiben los trailers de las películas más pochocleras del año, etc y esto emociona a todo el mundo. Los estadounidenses no comprenden como el fútbol americano no interesa en otros países (me lo dijo un estadounidense) y, en cambio, les resulta insulso un partido de fútbol tradicional… (se nota que nunca vio un River – Boca… en cuanto a fervor, no a juego generalmente).
Pero acá debemos evaluar una película y no un deporte. Lo cierto es que Un Sueño Posible, es la hipocresía del conservador estadounidense, el sueño del republicano potenciado. La excomulgación de los “pecados” de la etapa esclavista, pero con un subyacente discurso racista. Si esta película se hiciera en la Argentina, no serían pocos los que acusaría al director de fachista de ultraderecha. Pero en Estados Unidos es nominada al Oscar mejor película del año y su protagonista, ganadora del premio a la mejor actriz.
La idiosincrasia de los estadounidenses a la hora de nominar cada vez tiene menos coherencia. Se puede hablar de versatilidad, pero la verdad que nominar a una obra maestra del pesimismo, escepticismo y de la incertidumbre teológica (Un Hombre Serio de los Coen) contra este panfleto republicano es una verdadera vergüenza. Vale aclarar, que la película de los Coen pone en cuestión algunas prácticas judías. Si hubiesen hecho lo mismo con la Iglesia Católica, pienso que la película podría haber tenido mayor éxito, pero dudo que la hayan nominado.
Sandra Bullock compone a Leigh Anne, una dama de la alta sociedad, orgullosa cristiana, que un día ve a un pobre chico negro, “Big Mike”, en la calle, bajo la lluvia (por supuesto, sino no dará lástima), y le da un sofá para que duerma y “pase la noche” con ella y su familia.
Retrocedamos. Michael (o Big Mike) proviene de la zona “pobre” de Missippi, hijo de una adicta al crack, criado entre pandilleros negros drogadictos. Michael pasa de casa en casa, hasta que el padre de un vecino del barrio, trata de incorporarlo en una importante escuela secundaria católica privada, donde el profesor de educación física y entrenador de fútbol, piensa que con el cuerpo que tiene Big Mike, va a llegar a ser un gran jugador. Sin embargo, su falta de atención en clase y timidez (único negro entre blancos), provoca que tenga pobres notas, y no participe, a pesar de tener “un buen corazón” y honestidad. Cuando está a punto de ser expulsado, lo agarra Leigh Anne, que conociendo los deseos del entrenador hará lo (im)posible para que Michael entre a las grandes ligas, pero este no es tan buen jugador como se pensaba.
Este cuento de hadas con moraleja, esta fábula similar a la historia de la Cenicienta es vergonzosa (realmente es aterrador pensar que es una historia real) y sobretodo superficial, pretenciosa, culposa, obvia y literal. Lo peor es que al principio, y durante el desarrollo, es manipuladora, atractiva, compradora. Gracias a una buena fotografía y un tono seudohumorístico (impuesto por una forzada caracterización de Bullock), falso positivismo, optimismo, personajes estereotipados, clisés, el millón y uno de los lugares comunes de este tipo de historias. Hancock, un director “orgulloso dandy yanqui”, que viene de hacer películas de similar patriotismo, combinado con el sentimentalismo y el “deporte” como la exitosa (solo en Estados Unidos) El Novato para la Disney (con Dennis Quaid “debutando” como jugador de Beisball) y la penosa remake de El Álamo son ejemplos muy poco inspirados de este realizador mediocre, que parece que no vio una sola película que no provenga del cine clásico más cursi, del cine estadounidense. Cada plano rebosa en una grandilocuencia abrumadora y humillante.
Mientras que la mayoría del cine “indie” terminó por aburrir mostrando el fin del sueño americano, la mentira que se encuentra detrás de las mansiones, de la vida elitista de la “familia media”, Un Sueño Posible la revalora con un mensaje peligroso: el dinero hace la felicidad. Una familia blanca, cristiana, con cargo de conciencia, culpa por su riqueza adopta a un chico pobre, y este chico terminará como estrella de fútbol. Por supuesto, para eso debe vender su alma al diablo, dejar a su madre olvidada (la misma, en una escena muy patética e inverosímil “regala” a su hijo a la familia blanca con gran placer), dejar su barrio, dejar a sus “amigos”. Para un millonario blanco es sencillo imaginar como Michael deja tan fácilmente ese “hogar” para caer en las bondadosas manos de la nobleza. Aunque la película, en una secuencia bastante simplona y banal, cuestiona como el “contexto” decide por Michael, lo manipula para lucrar económicamente con su juego, la respuesta termina del mismo termina siendo: “yo hago lo que la gente me dice que haga, porque a veces hay que hacer lo que otros te dicen que hagas”… Sí, una apología a la manipulación y la demagogia. Por lo menos, en este sentido, Hancock es honesto.
Las intenciones por crear un lazo afectivo con el espectador es realmente patético. Aun, cuando se intenta no caer en el golpe bajo, ni en la melosidad o lacrimogenia facilista como otro patético film de la temporada de premios como fue Preciosa, hay que admitir, que al menos el film de Daniels tiene “algo” de personalidad… personalidad amarillista, televisiva, videoclipera, sí, pero al menos fue realizada por un director autor. Hancock se comporta peor que un director televisivo. Su rol detrás de cámara carece de carácter para salirse de la mediocridad, del convencionalismo. Lleva la teoría de la cámara invisible a un extremo odioso.
Sin emoción, con un humor impostado, burdo, Un Sueño Posible es la pesadilla del cinéfilo inteligente. El elenco, encabezado por una Sandra Bullock, que por primera vez crea un personaje distinto al resto de su filmografía, con tics, acento sureño impostado lleva adelante la película, pero aunque la mona se vista de seda… Su interpretación no es destacable. Es mejor que las otras en su carrera, pero para ganar tantos premios… Sí, como dice Fontanarrosa, El Mundo ha Vivido Equivocado.
Del resto del elenco, solo Quinton Aaron en el rol de Michael hace una interpretación aceptable, austera y expresiva. Lastima, que en la película equivocada. Los otros, solo sobreactúan personajes mil veces visto en la televisión estadounidense (los profesores condescendientes, los más estrictos, los entrenadores misóginos, flacos, histriónicos), desde el inexperto cantante Tim McGraw hasta Kathy Bates, cada vez más alejada de soberbia interpretación en Misery.
Un Sueño Posible es una película engañosa, inflada por una estética tan conservadora y clásica como su ideología política. Localista en su humor. Superficial en su crítica social. Demasiado cinematográficamente correcta y diplomática. No se trata de un film fallido para los ojos de un espectador que comparta la ideología, y el sentimiento culposo de la protagonista seguramente, el guión del propio Hancock no contiene falencias en cuanto a ritmo, o altibajos narrativos. Solo que aburre, por sus pretensiones, previsibilidad y prefabricación, en la construcción de la historia.
Tan real como inverosímil, prefiero “amargarme” y aburrirme con un superclásico, que tener que soportar tanto patetismo cinematográfico junto en un sola película.
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