“Dése a cada uno según sus fuerzas. Dése a cada uno según sus necesidades”
(Virginia Bolten)
Daiana Rosenfeld ilustra el anarquismo desde la paradoja. Ejerce su autoría como guionista, directora y montajista; y reuniendo voces estudiosas de este movimiento en torno a la figura de Bolten.
Esto queda remarcado en el montaje con al menos diez cortes oportunamente abruptos. También ocurre en el diseño sonoro. Precisemos apenas uno de esos cortes.
A través de un plano medio y fijo, el rostro de Laura Fernández Cordero, Doctora en Ciencias Sociales, dice: “… había anarquistas que se llamaban a sí mismos destructores de la familia y por supuesto, eran destructores de la familia tal como la entendían, en el marco del capitalismo y del sistema, ¿no? Un lugar que parece un lugar de refugio y que sin embargo y todavía hoy es algo que podemos sostener, es un lugar donde se dan fuertes violencias, fuertes desigualdades, fuertes persecuciones, fuertes carencias…”.
El corte visual justo en la palabra carencias en esta parte del testimonio de Laura, es precisado con una nota musical aguda que nos lleva a la siguiente escena. Ahí, un plano detalle muestra la mano de Lola Banfi, actriz que interpreta a Virginia Bolten, sosteniendo un libro. Fuera de campo oímos: “Odiamos la farsa que llaman patria porque con ese nombre nos quitan nuestros hijos para que les sirva de escalera a unos y de perro de presa a otros…”.
Esta asociación entre las palabras de Laura y la lectura de Banfi a través de la banda sonora acentúa con sencillez las faltas familiares que siguen existiendo hoy. Daiana tampoco se interesa por victimizar a su personaje ni a su posible escucha, solo en que la técnica reconstruya significativamente lo que no se puede verbalizar.
Sin embargo, al menos dos elementos hacen que en general Virginia (2022) se sienta más vaga que Mujer Medicina, una de las obras previas de Rosenfeld. Ellos son la reincidencia de estas cabezas parlantes y los planos fijos utilizados en tales testimonios.
Daiana busca que lo academicista, más asociable con la quietud, dialogue con lo anarquista, vinculable a la ficción y los movimientos de cámara. Recordemos que los rostros en plano fijo de Agustina Prieto, investigadora, y de Fernández Cordero, aparecen después de los cinco minutos del inicio. Dejarlas en off quizás hubiera afianzado la certeza de que sus opiniones y reelaboraciones sobre el personaje están indefectiblemente fuera de esta figura histórica, materna y anarquista. En este sentido, también es cierto que Virginia fue y es indefinible. Como comentan ambas expertas, un largo tramo de su vida se desconoce.
Por ello Daiana solo usa la ficción, la voz fuera de campo y alguno que otro documento histórico para bordear a una figura compleja. La propia multiplicidad de funciones cumplidas por la realizadora pudiera ser otro ejemplo de aquella versatilidad si esta no delatara también ciertas decisiones que desentonan con los ideales anarquistas expuestos en la obra.
Si consideramos estas como contraparte a la anarquía, las decisiones musicales ambientan una calma meditabunda. Y por otro lado, como si se quisieran cumplir a la fuerza las condiciones del documental biográfico, la película se queda a dos aguas entre la agudeza técnica y los vicios de un género que pareciera estar obligado a ciertos parámetros como abarcar una vida justamente inabarcable.
De todas maneras y en gran proporción, la ubicación fuera de campo de las voces recuerda el germen etimológico, polisémico y concreto de la anarquía: carencia de origen, principio o norma. Y esto finalmente es asible por sus rostros en primer plano. Sabemos quiénes hablan, conocemos sus rostros y de aún así la equidad y el lugar para el autoconocimiento están resguardados.
Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.
(Argentina, 2021)
Guion, producción, dirección: Daiana Rosenfeld. Elenco: Lola Banfi, Agustina Prieto, Laura Fernández Cordero. Duración: 61 minutos.
