NOTA: la siguiente crítica contiene spoilers.
El trazo grueso en su máxima expresión.
Wakolda, tercer film de la directora y guionista Lucía Puenzo, comienza con el descenso de un hidroavión que trae a un ser siniestro –al que a falta de nombre, llamaremos “Sr.”- a la Patagonia argentina. Dicho Sr. irrumpe en la vida de una familia pidiéndoles albergue en un hostel todavía en remodelación. Si bien los dueños –una pareja conformada por esa actriz en ascenso que es Natalia Oreiro y Diego Peretti- desconocen la procedencia del Sr., la suma de dinero ofrecida hace que no duden un instante en aceptarlo. Sin embargo, ciertos hechos –como el lenguaje alemán que este habla con Oreiro- vuelven a esta figura sospechosa. A ella, justamanente, la vemos en primeros planos con miradas y guiños de disconformidad y misterio, como si hubiese algo que no está del todo bien. Esa misma desconfianza parece tenerla Enzo –Peretti- el marido de Eva, aunque no emita opinión. Mientras tanto este Sr. empieza a gozar de la fascinación de Lilith, una preadolescente hija de Enzo y Eva.
A medida que la trama avanza -con algunos aciertos en el abordaje del enamoramiento y fascinación temprana de la menor- la película empieza a mostrar una Lilith con un cuerpo más pequeño que el común de su edad, lo cual deriva en un conflicto que lleva a una hermosa secuencia de planteos sobre el crecimiento, con una destacada presentación de bosquejos y dibujos sobre anatomía y genética. El problema es que la película no se centra sólo en esta temática, la cual se deja rápidamente de lado para brindar un vuelco esperable, trazado con el marcador Pelikan de mayor trazo posible. La sobre explicación llega al punto de mostrar al Sr. mientras lee el diario, en cuya primera plana vemos foto y titular sobre la búsqueda internacional del criminal de guerra experimentado en medicina y clonación humana, Josef Mengele.
De aquí en más, la inverosimilitud crece exponencialmente, dando como resultado un thriller estilo caza gato – ratón, que el director Schaffner ya había retratado en una visión terrorífica sobre el mismo tema, con la imponente y aterradora figura de Gregory Peck en el rol del verdadero Josef Mengele, Los Niños del Brasil –basado en la novela de Ira Levin-, un relato de terror aún más escalofriante del autor de El Bebé de Rosemary. Wakolda puede funcionar como una Infancia Clandestina versión 2013 for export, siguiendo la misma linea de develar historias que han desgraciadamente ocurrido en nuestro país. Sin embargo, la actitud de repudio generalizado hacia las conductas nazis es erróneamente enfatizada a partir de la elección de acentuar el horror con un elemento tan brutal como elevar el volumen de los acordes finales y así enaltecer la emoción de la audiencia para decir ¡Pucha, se nos escapó el hijo de puta!
Por José Luis De Lorenzo