Muertos de risa.
A esta altura ya quedo demostrado que la temática vampiresca mantiene una lectura variopinta de apariencias al combinar sus argumentos con facetas que desarticulan las reglas del género y actualizan los mismos contenidos. Como la comedia no escapa a esta consigna, es imprescindible detenernos ante una propuesta como Casa Vampiro, que fuera planificada hace bastante tiempo por los neozelandeses Taika Waititi y Jemaine Clement.
Este falso documental registra la convivencia entre cuatro vampiros anticuados y su interacción con el mundo actual. Una primera instancia acompaña a estos chupasangre durante sus actividades hogareñas dentro de la mansión que habitan y mientras deambulan por las calles de Wellington durante las noches. Pero la intromisión de un hipster que pasa a ser convertido y un amigo que incorpora herramientas tecnológicas, modifica la rutina del grupo y cambia los modales que estos tienen para relacionarse con los humanos.
La sobriedad burlesca que condiciona todo el entramado del relato modera la desenvoltura del elenco en cada uno de los estereotipos en torno a estos seres. Tenemos a Viago rememorando a su amada, Vladislav que sostiene las costumbres, Deacon como el seductor y Petyr que se encarga de conservar a la especie. También cabe resaltar los obstáculos de estas criaturas viviendo en sociedad (ingresar a un sitio sin invitación, la imposibilidad de verse reflejados, abandonar la comida chatarra, mantener la higiene durante los crímenes) y que son parodiados gracias al ingenio de sus realizadores.
Aparte de la comicidad repartida entre los protagonistas, las referencias que se asocian y los trucajes conectados, en Casa Vampiro abunda un sentido codificado del ambiente neozelandés que se estructura dentro del caserón en la longevidad romanticista del cuarteto. Esta condición pasará a ser alterada por la apertura cultural que marca la variante efectiva del documento. Respetando las pautas del mockumentary como hacía mucho tiempo no pasaba, Waititi y Clement entregan una sátira del género que se abastece de remates inspirados y encima cuenta con la duración necesaria.
Por Enrique D. Fernández