La Plegaria del Vidente (Argentina, 2011)
Dirección: Gonzalo Calzada. Guión Original: Carlos Balmaceda basado en la novela La Plegaria del Vidente. Guión Adaptado: Gonzalo Calzada, Fredy Torres, Martín Joab. Elenco: Gustavo Garzón, Valentina Bassi, Vando Villamil, Juan Minujín, Fabio Aste. Producción: Horacio Mentasti, Esteban Mentasti. Distribuidora: Duración: 100 minutos
La puteada argentina
Tomando como base el caso real de El Loco de la Ruta -un asesino serial de prostitutas que perpetró sus crímenes en la ciudad de Mar del Plata a fines de la década del noventa-, La Plegaria del Vidente es una película de género que responde claramente a las características del policial negro.
Su protagonista es el Vasco Bilbao (Gustavo Garzón), un policía endurecido por la experiencia, alcohólico, desesperanzado y atormentado por la muerte de una hija. Como aliados tiene a Riveros (Vando Villamil), un sombrío periodista de policiales; Mauro Bramuglia (Juan Minujín), un joven no vidente que quedó ciego luego de intentar cortarse los ojos con un bisturí cuando era chico; y Natalia Soler (Valentina Bassi), una médica forense. Para conformar un cuadro general más amplio, también hay policías corruptos que ocupan altos cargos, entre los que se encuentra “el Alemán” (Rodolfo Ranni).
Cuerpos de prostitutas golpeadas y mutiladas empiezan a aparecer al costado de la ruta, reabriendo historias pasadas mediante un caso que, cuanto más se acerca a la verdad, más se enturbia. La película se va armando mediante un montaje acelerado de imágenes violentas, que responden a las visiones que Mauro tiene de los ataques; el relato en off de Riveros que nos brinda algunos datos del pasado; y la relación que hay entre el Alemán y Bilbao, mientras seguimos los pasos de éste último durante la investigación a través del costado más sórdido de la noche y la prostitución marplatense.
Pero hay algo en su mezcla de películas, estilo El Coleccionista de Huesos de Phillip Noyce, y la casi payasesca utilización de la puteada argentina -muy del cine policial autóctono de la década del ’80-, que vuelve a La Plegaria del Vidente fallida e inverosímil. Tampoco ayudan las actuaciones, que parecieran debatirse entre una forma y otra de interpretación.
Gustavo Garzón se carga hasta donde puede un personaje que, por momentos, le sienta justo y, a veces, lo desborda en sus clichés –en especial en las escenas de persecución, confusamente montadas-. A la que resulta imposible creerle es a Valentina Bassi, que no deja de pasar letra cuando habla, haciendo casi perceptibles los signos de puntuación escritos en el guion; lo mismo sucede con las actrices que interpretan a las prostitutas. Rodolfo Ranni, por su parte, hace de Rodolfo Ranni.
Más allá de las obviedades que se le puedan adjudicar a una película de género, si no cree en ella misma, en el universo que transita, es casi imposible que no caiga, aunque sea por instantes, en el ridículo. Eso sucede con La Plegaria del Vidente, que no se cree ni sus puteadas.
Por Nuria Silva
La Máquina que Escupe Monstruos y la Chica de mis Sueños (Argentina, 2012)
Guión y dirección: Diego Labat y Agustín Ross Beraldi. Producción: Bárbara Victoria, Felipe Solari Yrigoyen. Elenco: Miguel Israilevich, Nicolás Maiques, Paula Carruega, Clara Hails, Laura Cymer, Natalia Gauna, Natalia Santiago, Anahí Ribeiro, Sebastián Muñiz. Distribuidora: Labat/Ross Beraldi. Duración: 84 Minutos.
Para la “industria” que la mira por Internet…
Los tiempos cambian, las tecnologías digitales no solo posibilitan que hoy en día cualquiera pueda filmar con pocos recursos económicos y mucha voluntad, sino que también está abriendo puertas de distribución para cineastas realmente independientes. Ya no hace falta esperar a que el Instituto Nacional de Artes Audiovisuales elija el proyecto cinematográfico y emita el subsidio para empezar a filmar, tampoco hace falta pasar por el INCAA, ni siquiera por las salas cinematográficas para lanzar un film, y posiblemente sea mejor así. Así como Radiohead lanzó un disco por Internet en forma gratuita, Diego Labat y Agustín Ross Beraldi hicieron lo mismo con su ópera prima. Durante tres meses, el público general puede ver esta ingeniosa comedia desde la comodidad de su casa y sin pagar. Aunque se aceptan donaciones.
La película cuenta la historia de dos amigos. Por un lado, Ricci que quiere romper con su novia Feli al mismo tiempo que se enamora de Maia -una fotógrafa-. Por otro, su mejor amigo Lee descubre un invento de su hermano con el que cree que puede llegar a ganar mucho dinero: una máquina capaz de grabar los sueños de la gente y después reproducirlos para que los individuos los vean. Las historias de Ricci y Lee se entrecruzan mientras vemos, en forma paralela, la crisis de un personaje que no tiene emociones ni aspiraciones en la vida porque su guionista dejó de escribir su historia.
La máquina empieza a moverse y somos testigos de una comedia delirante, original e imprevisible, que comienza como una historia costumbrista y se vuelve paulatinamente una obra kitsch y surrealista. Los realizadores cuidan los colores y el arte, tanto desde el vestuario como desde la fotografía y los decorados.
Influenciados por el cine de animación, por Woody Allen, repleta de guiños cinéfilos y una estética pop, La Máquina que Escupe Monstruos comienza abriendo numerosas subtramas y posiblemente la confluencia de todas sea un poco simplista pero coherente con el relato. Los diálogos son ingeniosos y el argumento se nutre de ideas muy originales. Los realizadores no temen enfrentarse al ridículo y al absurdo y se animan a agregar secuencias humorísticas que remiten desde Annie Hall hasta Scooby Doo, con efectos especiales y secuencias animadas meticulosamente planeadas, artesanales, pero mucho mejor realizadas que la mayoría de las obras industriales que se estrenan en el circuito comercial.
Es fundamental el aporte del sólido elenco compuesto, en su mayoría, por actores y comediantes del teatro off, que aportan verosimilitud a sus personajes aprovechando las ridículas circunstancias que pasan y sumándose a la propuesta lúdica, que los directores generan constantemente con el conocimiento del público.
Al ser una película con tantas buenas ideas, el formato “Internet” termina siendo contradictorio. Por un lado, es una lástima que una comedia tan accesible, que se acerca un poco más a la estética de Medianeras, no tenga un estreno comercial en salas pero, por otro, seguramente podrá tener mayor difusión y llegará a un público más amplio y específico que no asiste a las salas y prefiere la comodidad del hogar.
Triángulo amoroso con elementos fantásticos, La Máquina que Escupe Monstruos y la Chica de mis Sueños demuestra que las mejores ideas no necesitan un presupuesto ampuloso sino mucha voluntad, ya sea en lo que hace a la concreción como a la forma de distribución.
Soñar no cuesta nada… concretar los sueños, tampoco.
weisskirch@asalallenaonline.com.ar
Diablo (Argentina, 2011)
Director: Nicanor Loreti. Guión: Nicanor Loreti, Nicolás Galvagno. Elenco: Juan Palomino, Sergio Boris, Luis Aranosky, Luis Ziembrowsky, Vic Cicuta, Leandro de la Torre, Hugo “Kato” Quiril. Duración: 85 minutos.
Si Guy Ritchie fuera argentino y filmara una de sus películas de gangsters aquí en estas tierras, el resultado sería similar a la ópera prima de Nicanor Loreti.
Marcos (Juan Palomino), “el Inca del Sinaí”, un boxeador atormentado, recibe la inesperada visita de su primo Hugito, (Sergio Boris), quien suelen andar en malas compañias. Para peor, el primo está metido en un lío gigante, y sujetos nada divertidos lo buscan para destrozarlo. Pero Marcos demostrará que sigue siendo un luchador como pocos y deberá salvar las papas.
Una comedia negra de acción, muy al estilo del mecionado director de Snatch y de los films de Quentin Tarantino. También hay otros homenajes y parodias cinematográficas, pero jamás resultan invasivas ni distraen al público.
En el rol de Marcos, Juan Palomino va como piña (nunca mejor usada esta expresión). Compone a un antihéroe que primero golpea y luego pregunta, como un Charles Bronson criollo. Un duro que trata de encauzar su vida, pero al que la violencia siempre reclama. En el elenco también se destacan Boris, Luis Aranosky (con otro personaje border que tan genialmente compone), Luis Ziembrowsky y Hugo “Kato” Quiril, el otrora luchador de catch devenido en artista de culto. Hay cameos de los directores Javier Diment y Fabián Forte, quienes también se desempeñaron en roles detrás de cámara.
Frenética, desopilante, sangrienta, Diablo es una muestra de cine de género hecho con poco dinero, pero con mucha garra, corazón, alma y talento. Un auténtico cross a la mandíbula.
La Memoria del Muerto (Valentín Javier Diment, Argentina, 2011/2012)
Lo admito, no soy un fanático del cine de terror argentino. Me parece que muchas veces se busca el golpe de efecto, se le presta demasiada atención al maquillaje, a impresionar con efectos digitales, pero se le presta poca atención a la historias, los personajes, las actuaciones. Y eso resta. Es verdad, que hacer cine de género acá representa un doble esfuerzo. Llevar gente, recuperar la inversión. Recién en los últimos tres años el INCAA empezó a aprobar guiones que retraten un género maldito que ha dado grandes obras maestras en los años ’50, por ejemplo con Narciso Ibáñez Menta como protagonista (y muchas veces como director).
Dejo de lado, las producciones de Farsa a las que considero más cercanas a la comedia y la sátira, que a obra terroríficas en sí. Productos orgullosamente clase B. El caso de La Memoria del Muerto es una excepción a toda regla.
Por primera vez veo un film de terror, que me asusta, me tensiona, me pone nervioso, pero que por otro lado provoca que me involucre con los personajes, que las historias y subtramas me atrapen incluso, y algo muy difícil, que me crea las actuaciones.
Ganadora del primer premio de óperas primas, la obra de Diment, un veterano del género en televisión, cuenta la historia de Alicia (Lola Berthet), cuyo marido, Jorge (Gabriel Goity) falleció repentinamente. 49 días después, ella junta a 5 amigos que amaron a Jorge para hacer un extraño rito: devolverlo a la vida. Para eso deben pasar una noche en la quinta donde murió Jorge, rodeados de fantasmas… y sobrevivir.
No siempre los efectos especiales se ponen de forma tan ingeniosa y original al servicio de la historia (ver los casos de Paura Flics que siempre terminan siendo exagerados). Acá cada fantasma (como las mejores películas de terror) pertenecen al pasado y los miedos de los personajes. Alguno terminan siendo un poco forzados narrativamente, pero la tensión y el clima que logra Diment y equipo en generar miedo es notable. Además le buscan la vuelta de tuerca visual para lograr ser impresionables, darle un lugar al gore.
Hay momentos que remiten inevitablemente al cine de Raimi, Carpenter, Argento pero también ciertas obras más contemporáneas como la serie American Horror History. No es solamente un baño de sangre caprichoso. Toda la narración tiene su coherencia, y no se abusa del morbo, pero tampoco le escapa. Es un film equilibrado para bien, con un vuelta de tuerca final, realmente maravillosa.
Una verdadera sorpresa visual, cuidada en cada rubro técnico, con notables efectos especiales. Pero sin embargo, lo que termina atrapando es la historia, la ambigüedad de los personajes y vuelvo a destacar las soberbias actuaciones de Lola Berthet (tenebrosa, austera), Gabriel Goity, Matías Marmorato (un valioso descubrimiento) y Luis Ziembrowsky (contenido y querible).
Cuando se realiza una obra de terror tan inteligente, divertida y original, donde se nota que hubo mucho esfuerzo, mucho trabajo e ingenio colectivo, vale la pena resaltarlo y difundirlo.
weisskirch@asalallenaonline.com.ar
Penumbra (Argentina/España, 2011)
Dirección y Guión: Adrián y Ramiro García Bogliano. Elenco: Cristina Brondo, Camila Bordonaba, Berta Muñiz, Arnaldo André, Mirella Pascual, Diego Cremonesi, Gustavo Garzón. Producción: Esteban y Horacio Mentasti, Andrea Quiróz, Antoni Solé, Alberto Trigo. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 85 minutos.
Reseña previamente publicada con motivo de exhibición en el 26º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:
Marga (Cristina Brondo), una abogada española, llega a la Argentina para mostrar un departamento en alquiler. Los potenciales compradores resultan bastante extraños e inquietantes. De hecho, Marga descubrirá que pretenden el departamento para fines muy oscuros.
La productora platense Paura Flics es sinónimo de cine de terror sin concesiones, salvaje, sangriento. Si no, chequeen obras como 36 Pasos y No Moriré Sola. Pero Penumbra es una vuelta de tuerca a su filomografía. Está basada en los climas y en las actuaciones, al estilo de los films de suspenso de los ’60 y ’70. La sensación de incomodidad y paranoia remiten a clásicos como El Bebé de Rosemary y a trabajos de David Lynch. Ojo, sigue siendo un film %100 García Bogliano: chicas que la pasan muy mal (algunas, con poca ropa), tensión en aumento, humor negro en situaciones inesperadas…
Todo el elenco se destaca, especialmente Sebastián “Berta” Muñíz y Camila Bordonaba, a quienes nunca pudo vérselos interpretando papeles como los que componen de manera perturbadora. Tampoco se debe olvidar la participación de Arnaldo André, en un personaje del que mejor no adelantar nada.
Un ejemplo de que Paura Flics sigue madurando y alcanzando nuevos niveles de horror.
Cuando se apaga la luz, se enciende…
Podría empezar esta crítica enfatizando lo difícil que es hacer cine de género en Argentina. Hace 11 años que el Festival Rojo Sangre le da la posibilidad a variedad de directores argentinos de mostrar sus trabajos y esfuerzos, algunos hechos con más presupuesto que otros, pero terminados al fin. ¿Esto significa que los trabajos son buenos? No necesariamente. La historia de este festival siempre tuvo 2 niños prodigio Farsa Producciones y Paura Flics.
Admito que si bien de la primera he visto y disfrutado casi todo lo que han hecho, de la segunda solo llegué a ver la única producción estrenada comercialmente, Sudor Frío. Paura Flics se especializa en el terror. Pero no se relaciona con el absurdo conciente de las obras de Farsa, sino que toma mayor influencia del cine de terror los años ’70 clase B, slasher estadounidense, grindhouse y del giallo italiano.
Sudor Frío no me había parecido una gran cosa, lo admito, tenía una secuencia inicial impactante y momentos de bastante tensión, suspenso y climas bien construidos. Hacía un poco de agua en lo narrativo y lo interpretativo. O sea, a pesar de contar con buenos actores, no había demasiado profundidad en su trabajo. Tampoco es que les interesara a los hermanos García Bogliano construir un thriller psicológico metafísico, pero ponerle tanto énfasis en lo visual a una historia que se complejizaba innecesariamente, le daba poco equilibrio audiovisual. Repito, no me disgustó, solo que esperaba un producto menos pretencioso y más redondo.
En ese sentido, Penumbra, segunda obra en estrenarse comercialmente, es más honesta y simplista, pero también menos ambiciosa, y el suspenso funciona en menor medida que su predecesora. No intento con esto hacer una comparación, porque ambas obras son completamente diferentes y apuntan a diferentes públicos incluso.
Penumbra es un thriller más clásico, con claras referencias al cine de Roman Polansky y cierto humor de Alex de la Iglesia. El problema es que ninguna de estas dos referencias es explotada completamente. O sea, la paranoia que invade a la protagonista, no se profundiza y las escenas de suspenso, por lo menos a mí, no me resultaron tan tensionantes como podrían haber sido. Los efectos de cámara, los encuadres no logran perpetrar. El resultado parece filmado en piloto automático. La historia tarda demasiado en empezar. Conocemos a un personaje bastante molesto, una abogada española xenófoba. Sin embargo, todas las aristas referidas a la mirada del europeo primermundista a los argentinos, no tienen demasiada consistencia con la otra historia, la de este grupo de “agentes inmobiliarios” que ocupan la casa de la protagonista (por favor, no me citen a Cortazar).
En Penumbra lo que debería funcionar, no funciona. Los climas no logran invadir al espectador. El humor tampoco es demasiado logrado, a pesar de la participación de Sebastián Muñiz, al que no se lo aprovecha demasiado bien. Aquel que haya visto sus actuaciones con Farsa entenderá a lo que me refiero. El registro es intermedio. Se destaca la española Cristina Brondo sobre el resto, pero también es verdad que podría haber sido más odioso su personaje. Como la película no decide que camino tomar (si lo solemne o lo bizarro) ninguna interpretación puede encontrar un tono adecuado. Con la interpretación de Arnaldo André, bien podría haberse ido todo a la sátira atroz, pero en cambio, está demasiado contenido y equilibrado, demasiado estructurado, y el final se contradice un poco con la idea inicial. ¿Es una película de personaje o una obra climática?
Esta indecisión a la hora de filmar, seguido por una idea remanida (los invasores), huecos narrativos y la ya mencionada falta de tensión, hacen de Penumbra, un trabajo bienintencionado, pero fallido, un entretenimiento demasiado liviano, nada desafiante para los amantes del género de horror. Una obra a la que no le llegó la luz.
weisskirch@asalallenaonline.com.ar
“Un sudor frío recorre la penumbra”
Nada casual esta afirmación inicial teniendo en cuenta que el mismísimo director de la obra antes citada encarna en esta ocasión rol similar. David Lynch arriesgó cierta vez que un director tiene obsesiones casi imperceptibles para sí mismo, pero que, en el visionado final, allí están sin que uno se de real cuenta del importante papel que cumplieron en la obra. Es entonces cuando la relación directa con la coproducción argentino-española entra en crisis directa no por presentar una obsesión directiva, sino más bien por encarnar una película ya vista, y en cronología directa con otra de similares características: tensiones, técnica, fotografía, motivaciones, giros, actuaciones de imitación al mejor estilo Michael Bay para consigo mismo en La Isla (The Island, EE.UU.; 2005) y Transformers 3 (Transformers: Dark of the Moon; EE.UU.; 2011).
La historia del filme relata la trastornada visita a la Argentina de Margarita, desde ahora Marga, para realizar un trámite de alquiler de un departamento heredado un tiempo atrás. Desde un inicio, la actitud de Marga para con la ciudad, el país y la gente que visita es de desprecio y bajo posicionamiento respecto de su España natal, detalle que sirve como puntapié para una serie de eventos desafortunados que conllevan la forzadísima carga de la locura y al malentendido con un grupo de arrendadores inmobiliarios que intentarán quedarse con su departamento para destinarlo a un ritual de proporciones hilarantes donde, se quiera o no participar, el precio a pagar es la sangre y el terror. Pero no todo es lo que parece y no me refiero al filme, sino a la categorización de estos elementos como un conjunto ordenado en pos de la unidad. Poco de esto sucede en el filme de Bogliano.
- Actuar sobre el actor. La actuación en Penumbra, queda considerada en sí misma por el nombre del filme debido a que, como exclamaba anteriormente, la falta de unidad es clave en el desarrollo in descenso del eje dinámico en la creación, tanto de los caracteres como de una tensión, que pretende estar, pero se ve opacada por la carencia de criterio y motivaciones, de situaciones como condicionantes de la actividad al modelo Stanislavski, un inacabado Arnaldo André y una hiperbólica Camila Bordonaba dan fe de los hechos. Claro que existe el acierto, pero el desengaño nos persigue cada 24 fotogramas y se genera la poca credibilidad de una situación ficticia con intenciones de realidad. El acierto que se menciona surge en la línea inicial del relato donde Cristina Brondo, lo mejor de la obra, hace crecer la historia a partir de una conversación telefónica con tintes de la Raimunda en Volver de Almodovar (Volver; España; 2006), y un breve encuentro con el Berta de Farsa Producciones que es quien inicia el engaño desde un actino con baches pero respetable desde la base teórica que se contrapone nuevamente a la falta de iniciativa y disparador reaccionario.
- Del Slow innecesario. La fotografía es el cimiento sobre el que descansa toda la filmografía de Bogliano y Penumbra no iba a ser la excepción con tan exquisita visión de los decorados. Pero he aquí una cuestión que también comparte la conceptualización cinematográfica de los hermanos guionistas y directores: Los backs, la iluminación y aquel slowmotion que, si bien no es la exageración y el extremo capricho visual de Sudor Frío (Argentina; 2011), carecen de un planteamiento de preproducción que otorgue una justificación dramática y un por qué a tanto artificio que no se sostiene por sí mismo ni en términos argumentales.
- Estamos rodeados de monstruos. Así reza el theme del filme y un estribillo que nos reclama cambiar ya que somos monstruos hasta con descripción anatómica. Nuevamente entra en juego la cuestión sentido en el más amplio de los términos. La musicalización general de la película no se corresponde con sus pretensiones de suspense y horror sino que se perciben los sonidos emparchados sobre lo ya grabado y no compuestos en unidad elemental con el filme.
La idea básica del arte y lenguaje cinematográfico exige una labor previa a la mera filmación como medio de traspaso de la mente al plano real. La consecución no-dramática y la excusa de diálogo y abundancia de personajes para comunicar una simpleza son caprichos y labores rimbombantes para devenir en agresión visual y auditiva. Si bien Penumbra no llega a los extremos enunciados en este mismo opúsculo, esta cerca del desastre por elementos en yuxtaposición sin deliberar la secuencia que éstos tendrán en un todo que será, sin dudas, infinitamente más poderoso que la suma de las partes.
Por Uriel De Simoni
Masacre esta noche.
No podemos más que celebrar el estreno en el triste circuito comercial local de Penumbra (2011), la nueva realización de los inefables Adrián y Ramiro García Bogliano: pese a que a nivel internacional los hermanos ya han sido ampliamente reconocidos por la originalidad y el desparpajo de sus aproximaciones al horror más salvaje de corte ochentoso, en Argentina recién con su producción anterior Sudor Frío (2010) lograron colarse en una cartelera siempre en estado catatónico y dominada por mamotretos televisivos, bodrios artys festivaleros y esas “películas excusa” construidas para cobrar el subsidio del INCAA.
Verdaderos especialistas del género, los cineastas han entregado a los amantes de los sustos una obra interesante tras otra desde la magnífica Habitaciones para Turistas (2004), debut de una carrera con un ritmo de un film por año. Pero como suele ocurrir con cualquier expresión de arte independiente alejada de los criterios hipócritas del mainstream, la crítica y/ o los gobiernos de turno, aquellas propuestas que recorrieron el globo cosechando elogios aquí son relegadas al Buenos Aires Rojo Sangre mientras al mismo tiempo se estrenan en salas convencionales cosas impresentables, tanto autóctonas como extranjeras.
Hoy persisten el excelente nivel técnico y la estética cuidada de siempre aunque sin dudas volcadas a ampliar el espectro del público receptor: desde Donde Duerme el Horror (2010) hasta el presente encontramos un objetivo manifiesto, muy saludable por cierto, dirigido a maximizar el presupuesto, balancear el gore y pulir las actuaciones del elenco. De hecho, gran parte del éxito de Penumbra radica en el maravilloso desempeño de su protagonista, la bella española Cristina Brondo, y en el dinamismo e inteligencia de un guión eficaz, centrado en el alquiler de un departamento destartalado a personas no del todo confiables.
Los aquelarres a la Roman Polanski y las situaciones hitchcockianas se dan la mano con la paranoia apocalíptica contemporánea y esos clásicos chispazos de humor irreverente del dúo. En términos del escasísimo terror rioplatense que ha llegado a las pantallas, el convite emparda los logros de La Casa Muda (2010), supera a la propia Sudor Frío y deja en vergüenza a las fallidas Aparecidos (2007), Visitante de Invierno (2008) y Lo Siniestro (2009). Con geniales participaciones de Berta Muñiz y Arnaldo André, el film continúa la tradición de combinar suspenso de entorno cerrado y una amenaza foránea desconocida…
Por Emiliano Fernández
Topos (Argentina, 2012)
Guión, producción y dirección: Emiliano Romero. Elenco: Lautaro Delgado, Leonor Manso, Gabriel Goity, Mauricio Dayub, Pompeyo Audivert, Osqui Guzmán, María Figueras, Ludovico Di Santo, Dalila Romero, Iride Mockert. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 100 minutos.
En un futuro postapocalíptico, el mundo está dividido entre quienes viven en la superficie y los que moran en el subsuelo. Estos últimos son seres marginados por la sociedad, que deben vivir en pasadizos, a oscuras. Igual que topos. Pero, lejos de quedarse quietos y ocultos, forman sus propias leyes y suelen cometer atentados en el mundo exterior. En ese contexto tan peligroso e impredecible, un muchacho (Lautaro Delgado), hijo del líder de los topos (Mauricio Dayub), tiene la mente en otra parte: se la pasa espiando a los alumnos de una escuela de danza, como si deseara formar parte de ellos. Y lo logra, cuando se hace pasar por Amadeo (Ludovico Di Santo), quien es secuestrado bajo tierra. El topo descubrirá un mundo nuevo, extraño, y encontrará una amiga (Dalila Romero) y compañeros envidiosos que no están dispuestos a ser opacados por un desconocido. Claro que él se las arreglará para triunfar como bailarín, sin importar lo que deba hacer para lograrlo.
¿Ciencia-ficción? ¿Terror? ¿Fantasía? Topos es difícil de clasificar en un género concreto, cosa que resulta muy interesante. El director Emiliano Romero crea un mundo muy propio, con elementos de retrofuturismo al estilo del Terry Gilliam de Brasil, pero sin nunca hacer referencias explícitas a otras obras. La fotografía y el arte contribuyen a generar una sensación de encierro, incluso cuando estamos arriba, en la escuela de danza.
La película presenta dos mundos que no son tan opuestos como parecen, ya que los personajes incurren en actos perversos —o, al menos, no políticamente correctos— con tal de conseguir lo que buscan, hasta los que parecen no tener maldad, como el Preceptor que interpreta Pompeyo Audivert.
Lautaro Delgado es el protagonista, tarea que ya hizo El Topo, corto de Romero, de 2003, que dio pie al largometraje. Se nota su entrega en cada plano. El trabajo con la postura (los topos deben andar agachados) y sus modismos de animal provocan compasión, y, aunque su comportamiento puede ser peligroso, no dejamos de sentir cariño por él.
El resto del elenco no se queda atrás. Leonor Manso y Gabriel Goity encarnan a la profesora Reznicoff y al director del instituto, respectivamente… aunque estos personajes no temen intercambiar roles en determinados días. Mauricio Dayub está perfecto como Kongo, el topo líder. Dalila Romero funciona como la única gota de cordura en medio de aquel mundo delirante. Y en el papel de Enzo, Osqui Guzmán sorprende con una caracterización sobria, seria e inquietante, muy distinta de los papeles cómicos a los que nos tiene acostumbrados.
Topos no se parece a ninguna otra película argentina (por lo menos, a ninguna reciente) y hace una perfecta alegoría del costado más dark de los seres humanos, ya sea en un tenebroso mundo del mañana o en el presente.
Y para festejar Halloween, el miércoles 31 de Octubre A SALA LLENA proyecta El Bosque de los Sometidos (film seleccionado en el 13° BARS) en pantalla gigante y FULL HD con presencia del director. Para mayor información y reservas: