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29° Fest. Int. de Cine de Mar del Plata – Día 1 – Apertura

29° Fest. Int. de Cine de Mar del Plata – Día 1 – Apertura

Sábado 22 de noviembre.

Se terminó la espera. Una vez más, noviembre vuelve a ser todo playa, mar y películas. Con la proyección de La Sangre y La Semilla, a las 10 hs., el 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata abrió sus puertas.

En realidad, se trataría de la edición número 60, ya que comenzó a organizarse en 1954. Episodios de corte político provocaron que se interrumpiera durante años, para regresar en 1996. Al igual que desde 2008, la nueva edición tiene como director a José Martínez Suárez, quien está al mando de un notable equipo en el que se destaca Fernando Spiner, ahora como Director Artístico. Una vez más, la programación es atractiva y variada, irresistible para un amplio espectro de público. Un público que también suele ser atraído por los invitados especiales, tanto nacionales como internacionales, donde la atención estará dirigida a Viggo Mortensen, protagonista y productor de Jauja.

Durante el día, los cinéfilos disfrutaron de las primeras funciones, compuesta mayormente por films de retrospectivas (Daniel Tinayre, Jaime Humberto Hermosillo, Francisco J. Lombardi), ya que los largometrajes de competencia debutan el domingo 23. El buen clima también invitó a un nada despreciable recreo junto al mar.

 

National Gallery, de Frederick Wiseman (2014, Estados Unidos / Francia – Autores), por Carlos Federico Rey

Wiseman, un héroe no intervencionista, no invasivo, que deja que sus documentales fluyan con un ritmo trepidante, sin voces en off narrativas ni entrevistas pactadas, solo la construcción cinética formulada por precisos encuadres de las obras que construyen la National Gallery de Londres (y cuando me refiero a precisión, estoy hablando de matemática, encuadres de cuatro salones a través de puertas con una casi infinita profundidad de campo), y principalmente, la pasión y astucia que ponen en sus trabajos los guías y restauradores del establecimiento y el contacto pasional que generan entre la institución y la gente. Es ahí cuando Wiseman mezcla algunas reuniones de directorio con diálogos snobs y burócratas sobre el funcionamiento del lugar y sobre cómo debe ser la relación de la Galería con los visitantes, mostrando un contrapunto entre la pasión técnica por la obra artística con la política y el marketing como lado oscuro del lugar. Como siempre, Wiseman (y el cine) encuentran una cámara en rebeldía; cuando fue a buscar un plano general externo de la Galería, se encontró con un escrache de Greenpeace a Shell, algo así como sucedía con los reptiles albinos de Herzog cuando fue a filmar las Cuevas. Los buenos documentales siempre tienen rebeldía y el octogenario Wiseman se sigue mostrando rebelde y activo.

calificacion_4

 

 

 

Ceremonia de Apertura

A las 21 hs., fiel a la tradición, la Sala Astor Piazzolla del Auditorium fue escenario de la Ceremonia de Apertura. Un evento colmado de cineastas, periodistas y otras figuras del mundo del espectáculo y de la cultura nacionales.

Federica Pais, presentadora de la velada, comenzó hablando sobre las novedades de esta edición del festival: homenajes, muestras, actividades especiales… También anunció el nombre de los miembros de cada jurado (incluso haciendo algunos chistes sobre si los extranjeros la entendían). A continuación, subieron las autoridades del festival. Primero fue Fernando Spiner, director artístico, quien contó su historia personal con el evento y agradeció principalmente a José Martínez Suárez. Además, explicó el por qué de la elección del film Pasolini: un extraño cálculo de las correspondientes visitas de Pier Paolo Pasolini (en 1970), del director Abel Ferrara (en 2006) y del protagonista, Willem Dafoe (en 2011).

Y le tocó el turno de hablar a Martínez Suárez. “Siempre digo que es inmerecido el aplauso, pero es mentira”, dijo, y le sacó carcajadas a los presentes. Siguió haciendo reír con sus palabras, pero también destacó el trabajo de su equipo y del nivel de las películas, y no olvidó los logros de los directores anteriores del festival. Y se despidió con su clásico “Buenas noches, muchas gracias y que lo disfruten”.

Luego habló Gustavo Pulti, Intendente de Mar del Plata, y para finalizar, Lucrecia Cardozo. La Presidenta del Instituto de Cine recalcó la importancia del festival y los logros del cine argentino de esta época, donde los Espacios INCAA juegan un rol fundamental. Y no se olvidó de evocar al recientemente fallecido Humberto Ríos, estandarte de la Generación del 60. 

Y así comenzó oficialmente el festival, con la proyección de Pasolini.

 

Pasolini, de Abel Ferrara (Francia / Bélgica / Italia, 2014 – Función de Apertura), por José Luis De Lorenzo

La mirada italiana.

En principio resultaba interesante la idea de que un director como Abel Ferrara -por su origen italoamericano y carácter controversial- revise parte de la vida del director italiano Pier Paolo Pasolini. Sin embargo, la lectura de un personaje tan vasto como Pasolini queda trunca, en gran parte, por la estructura elegida por Ferrara para contar su historia.

Lejos de una biopic, lo de Ferrara va por otro camino. Éste es uno de esos films dentro de los cuales queda implícito que sabemos quién es Pasolini, a qué se dedicaba, cómo filmaba y cuál era su orientación sexual. Sólo se nos permite desconocer algunos rasgos de su muerte que son narrados en una extensa e interesante escena final, en la cual Ferrara reconstruye este acontecimiento -jamás esclarecido- con lujo de detalles.

Pasolini fue director de cine y teatro, poeta y ensayista, que se valía de la articulación entre la poesía, la política y la religión para volcar su imaginación tanto en obras literarias como cinematográficas. Y esto es en gran parte algo que Ferrara quiere remarcar en Pasolini; en especial el vínculo entre lo fantástico y el sueño. Metafóricamente, las alusiones a la imaginación de Pasolini y sus proyectos se intercalan entre escenas que permiten al espectador sumergirse en una especie de ensoñación lisérgica.

A lo largo del film se plantea un viaje imaginario que culmina con la reconstrucción biográfica de los instantes previos al fallecimiento de Pasolini, dos sucesos remarcados que cuesta unir con sentido en una narración lineal.

Pasolini, ingeniada como oda operística a la italiana, deshace esta premisa con la utilización del idioma original entremezclado con el inglés. El resultado -justamente- es un mejunje de idiomas, tan inconsistente como el apartado visual. Ferrara filma dormido, soñando, luego despierto. Intenta mirar a la italiana… pero no le sale.

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