Martes 25 de noviembre.
El festival está en su plenitud. El público sigue acudiendo a las salas, sobre todo a partir de la tarde, debido a que los potenciales espectadores locales deben seguir con su rutina semanal. Pero las salas nunca aparecen vacías.
Uno de los grandes atractivos de la mayoría de las funciones es la presencia de los cineastas y protagonistas, quienes responden preguntas al final de cada proyección. La oportunidad perfecta para interactuar con quienes hacen las películas.
Pero quien se robó la jornada fue Paul Schrader. El guionista de clásicos como Taxi Driver y Toro Salvaje llegó para presidir el jurado de la Competencia Oficial. Pero a las 17 hs., en el Hotel Provincial, dio una master class. Por algún motivo, la charla giró alrededor de un mismo tema: la relación entre el cine y las nuevas tecnologías. El director de Gigoló Americano expresó su interés en las plataformas más modernas, y en cómo esta evolución tecnológica también modificó la manera de contar historias al público moderno. También manifestó su opinión sobre el estado de Hollywood en la actualidad y cómo las películas apuntan a recaudar dinero no tanto dentro de los Estados Unidos como en el resto del mundo. El momento más inesperado se dio cuando Matías Orta, de A Sala Llena, le preguntó qué había aprendido trabajando con Martín Scorsese. La respuesta fue categórica: “Escribí cuatro películas para Martín Scorsese, y en un momento determinado paramos porque yo sabía que estaba pensando mucho como director y él quería que yo continuara pensando más como guionista. ¿Qué tengo para decir de Marty? Quizás no sea demasiado halagador. Sí puedo decir que es una persona muy decidida como hombre de negocios, pero les puedo que no es totalmente libre”. Y no quiso seguir hablando del tema. A Sala Llena, mediante Carlos Federico Rey, le preguntó sobre su trabajo con Giorgio Moroder en La Marca de la Pantera. Contestó que prefiere trabajar con músicos sin experiencia en otros films.
De todas maneras, una muy interesante charla a cargo de una de las notables figuras que engalanan la nueva edición del festival.
Narcisa, de Daniela Muttis (Argentina, 2014 – Comp. Arg.), por Matías Orta
El cine experimental tiene una muy interesante tradición en Argentina. Uno de los nombres más sobresalientes es el de Narcisa Hirsch, quien es el centro del documental de la
conocer sus orígenes en Alemania, sus comienzos en la pintura y organizando happenings (donde ya se veía tu impronta audaz) y cómo nace su interés por traducir sus obsesiones marplatense Daniela Muttis.
Con testimonios de la mismísima artista y de su amiga y colega Marie Louise Alemann, podemos en formato cinematográfico. Registros fílmicos permiten verla durante rodajes, que se efectuaban con escasos recursos pero con un atrevimiento y un nivel de creatividad ilimitados. Este recorrido permite conocer parte de la vanguardia nacional de los 60 y 70, donde la libertad y la imaginación generaban obras para un público específico, que jamás dejaban de llamar la atención por su capacidad e desafiar (la misma Narcisa participa delante de cámara, a veces desnuda, a veces comiendo hígado crudo). Y además, fragmentos de sus trabajos visuales más representativos.
Narcisa no se queda en códigos sólo para entendidos en cine experimental; también resulta accesible para todo aquel que quiera adentrarse en el trabajo de una visionaria, quien en un momento del documental pronuncia una frase que la define: “El sueño está en el arte y el arte está en el sueño”.
Aventurera, de Leonardo D’Antoni (Argentina, 2014, Competencia Argentina), por E.M.D’A.
Aventurera es la ópera prima del marplatense Leonardo D’Antoni, centrada en la historia de una chica colombiana viviendo en Buenos Aires, cuyos días se dividen entre ensayos de teatro, castings y el cuidado de una anciana, trabajo que le permite pagar la habitación que comparte con otra chica de Colombia, mientras intenta vivir de la actuación.
D’Antoni encuentra en Mélanie Delloye -hija de Ingrid Betancourt y co-escritora del guión junto con el director- un campo magnético que ejerce una fuerza de atracción descomunal sobre la cámara. Una cámara casi con el único objetivo de estar a merced de su presencia, e ir registrando su variedad de inagotables e inigualables gestos, cada uno más sutil y encantador que el anterior, como lo han hecho Godard con Anna Karina o Cassavetes con Gena Rowlands. Pero la devoción por registrar la fotogenia de su actriz en cámara no es lo único que tiene en común el director debutante con el responsable de Una Mujer Bajo Influencia; de hecho, el pionero del cine independiente estadounidense es una clara referencia estética para el marplatense, que toma su estilo hiperrealista hasta lo pseudodocumental para filmar este coming of age con una cercanía física y emocional por momentos desgarradora, que convierte a su protagonista y eje de la película en una Adele Exarchopoulos dirigida por Kechiche. Y como los cineastas mencionados, D’Antoni también se atreve a filmar el amor excesivo pero en este caso, no es por una persona sino hacia una vocación.
La cámara en mano inquieta, -que sigue todo el tiempo a su protagonista con la misma obsesión que ella empeña en seguir su sueño cueste lo que cueste- es capaz de adoptar una forma estilizada a través de planos prolijos, de una composición de cuadro exquisita pero también puede, si así lo requiere la escena, dejarse llevar por lo que el personaje o la situación manda; aunque eso signifique que en la urgencia de la cámara por seguir algo con lo que desea quedarse, se obtenga un encuadre desprolijo. Lo más importante es la espontaneidad de la actuación y la fluidez de la escena; así estemos saltando de una escena a otra abruptamente, D’Antoni sostiene todo el tiempo su mirada particularmente sensible y cruda que unifica todo el relato y lo potencia todavía más en uno de los momentos más potentes y realistas de la película: las lágrimas de Bea; tan verosímiles como las de Adele cuando la relación con Emma llega a su fin, y retratadas con la misma fidelidad de Kechiche hacia sus personajes y sus emociones, llegando al corazón hasta del más imperturbable de los espectadores.
El gran atractivo de Delloye se impone plano a plano con una fuerza embriagadora que traduce cada una de las mil y una expresiones que puede albergar un rostro. Con una frescura y una sensualidad natural, resulta imposible no mirarla aunque esté realizando la más mínima de las acciones o simplemente permaneciendo delante de la cámara con la mirada perdida en algún punto del horizonte.
Una obra que esconde, detrás de su aparente sencillez, una sutileza pocas veces tan lograda. El de D’Antoni se aventura ante nosotros como un cine intimista y muy personal.
Pantanal, de Andrew Sala (Argentina, 2014 – Comp. Arg.), por M.O.
Un misterioso individuo (Leonardo Murúa) va de pueblo en pueblo del litoral argentino. Lleva una importante cantidad de dinero, lo que invita a la sospecha. Efectivamente, está siendo acechado, pero eso no impedirá que se siga moviendo más allá de la frontera.
Filmada en parajes de Paraguay, Bolivia y Brasil (más precisamente, el Mato Grosso), Pantanal funciona como una road movie policial, con perseguidos y perseguidores. El debutante Andrew Sala –quien filmó la película sobre la marcha, sin demasiada planificación previa- no se queda en una estructura clásica y utiliza recursos de documental a la hora de registrar testimonios de quienes pudieron cruzarse, o no, con el individuo.
Más allá de las buenas ideas, y de un trabajo de cámara y fotografía que va de la mano con la historia, Pantanal nunca genera la tensión indispensable para que espectador se involucre de lleno, y cae en situaciones reiteradas. De todas maneras, queda evidente que Sala es un director personal, con una búsqueda interesante, a quien habrá que prestarle atención cuando llegue su próximo film.
No Estás Solo En Esto, de Milagros Amondaray (Argentina, 2014 – Panorama Argentino), por José Tripodero
Tratándose de un documental de 57 minutos, realizado a través del sistema crowfunding de Idea.me, es paradójico pensar en la idea de lo inconmensurable que representa No Estás Solo En Esto, de la crítica de cine Milagros Amondaray, quien tuvo una brillante idea en un momento personal oscuro, la cual fue crear un blog de cine diferente al molde prefabricado de esos espacios. En este documental se ven las hermosas consecuencias logradas, que son los entramados terapéuticos surgidos de las conexiones cinéfilas de la propia Amondaray con los asiduos (y ocasionales, también) lectores y participantes activos del blog Cinescalas, que supera sin problemas los 500 comentarios diarios y que puede alcanzar picos de 2500. Aunque lo más sorprendente no se encuentra en estas frías cifras, sino en la dialéctica de sus participantes: en la posibilidad de hallar un momento superador en una respuesta, producto de un diálogo genuino.
La creadora hace en su ópera prima el camino inverso: sale ella al encuentro en persona de los cinescaleros (una posible palabra para un posible glosario del blog), en una especie de roadtrip retratador de la intangibilidad del sentimiento que es Cinescalas. En el documental, el recorte toma la perspectiva del quiebre del espacio a partir del post del blog sobre la película El Lado Luminoso de la Vida, acontecimiento que revolucionó el espacio y particularizó una nueva forma de pensar la crítica de cine, totalmente desposeída de una dosis de cinismo y/o de una mirada absolutamente despersonalizada. Lejos de ser una película de nicho, Amondaray logra iluminar (con su propia luz y la de los cinescaleros) un momento específico del fenómeno Cinescalas.
Eden, de Mia Hansen-Love (Francia, 2014 – OST), por José Luis De Lorenzo
Mia Hansen-Love (El Padre de mis Hijos) es una promisoria directora de quien se ha presentado su filmografía completa en este festival. Parcialmente autobiográfica, Eden fue concebida a partir de las vivencias del hermano de Mia, un joven DJ francés que en plena época de apogeo de la música electrónica se ve envuelto en drogas y en temáticas que ya fueron abordadas en El Padre de mis Hijos (ausencia paternal) y en Goodbye First Love (desencuentro amoroso).
Paul es considerado uno de los precursores del french house y garage. Fue contemporáneo con los integrantes del grupo Daft Punk, a quienes se hace referencia a lo largo del film. A modo de ir esquivando la historia principal e ir aggiornándola con los reconocidos hits del grupo francés, Edén transita un puente desde el auge de los nightclubs parisinos hasta las raves organizadas por el MoMa en NY.
Resulta una desilusión que el cine de Hansen-Love haya llegado a un proyecto como este, si bien personal, cinematográficamente mucho menor. Cuesta creer que la estructura narrativa elegida por Mia sea acentuada por la elección de temas electrónicos, mal escogidos y a todo volumen a lo largo del film, con la intención de querernos introducir en una atmósfera muy débilmente creada.
La Parte Ausente, de Galel Maidana (Argentina, 2014 – Las Venas Abiertas), por M.O.
En una Buenos Aires incierta, nocturna, postapocalítica, Chockler (Alberto Ajaka), un investigador privado, es contratado por la enigmática Lucrecia (Celeste Cid) para encontrar a Víctor (Guillermo Pfening), un hombre… más que humano. De hecho, cuando Chockler también comienza a investigar a la mujer, descubre un microcosmos repleto de científicos en busca de la vida eterna, caballos de carrera manipulados genéticamente y asesinatos cometidos por alguna clase de bestia sanguinaria.
Galel Maidana debutó con el documental La Asamblea, de 2009, sobre artistas del hospital psiquiátrico Borda. En su paso al largometraje de ficción, vuelve a centrarse en seres fuera de lo común, pero de una manera más radical: aquí se mueven en un universo alucinante, oscuro y letal, que le debe tanto al film noir como a los comics europeos, con fuertes influencias de Blade Runner y La Marca de la Pantera (más la versión de Paul Schrader que la original de Jacques Tourneur). Imaginen criaturas de la noche pululando en una novela de Raymond Chandler. Esta impactante estética le debe tanto a la fotografía de Lucio Bonelli como a la dirección artística de Marcelo Pont Vergés y al trabajo sonoro de Jesica Suárez. Complementando las potentes imágenes, la musicalización a cargo de la banda electrónica Trasvorder.
Otro de los aciertos reside en el casting. Alberto Ajaka sigue demostrando que sabe interpretar a sujetos duros e intensos, al igual que Celeste Cid es convincente a la hora de componer a una femme fatale. En sus pocas apariciones, Guillermo Pfening le da encanto al ser monstruoso que compone. También aparecen Luis Ziembrowki y Juliana Gattas, cantante del grupo pop Miranda!, en su debut cinematográfico.
Si bien el guión suele ser opacado por el poderío visual, La Parte Ausente es una propuesta diferente del cine nacional, incluso dentro de la vertiente fantástica y de terror. Tan elegante como siniestra y sensual, nos conduce por un mundo como no hay otro.
Confetti of the Mind, de Nacho Vigalondo (España, 2014 – HOR), por M.O.
Antes de filmar largometrajes, el cineasta español Nacho Vigalondo logró reconocimiento a partir de cortometrajes en donde ya se notaba su talento para contar historias imaginativas, absurdas, con un extraño nivel de oscuridad. Confetti of the Mind reúne algunos de esos trabajos (es decir, delirios) más representativos.
El primero y principal es 7:35 de la Mañana, que fue nominado a un Oscar en 2003. ¿A quién otro se lo podía haber ocurrido una historia acerca de un bar en el que, de golpe, un muchacho (Vigalondo) lidera una coreografía con casi todos los empleados y clientes, para luego revelar un oscuro propósito? Un musical extraño, divertido e impredecible.
Sus otros cortos no se quedan atrás. En Choque, un adulto supuestamente educado (Vigalondo otra vez) se enfrenta al líder de una pandilla de chicos en una pista de autitos chocadores. En Marisa, un hombre (no, ahora no es Vigalondo) va en busca de su amada, que resulta ser una mujer que va cambiando de apariencia según cómo se mueva. En Domingo, una pareja registra con su cámara la aparición de un plato volador, pero no pueden evitar discutir por temas íntimos. En Un Lección de Cine, el director (otra vez delante de cámara) pone en práctica un ejercicio con una vaca y una Batbola.
También el pack de confetti Vigalondezco incluye Cambiar el Mundo (preparado exclusivamente para campaña medioambiental Nature Movies, de Nokia y la revista Fotogramas) y el extravagante videoclip del tema “Salón de Belleza”, dl no menos extravagante músico Silverio.
Humor, creatividad, sorpresa. Todo esto y más, en pocos minutos y con los recursos indispensables, de la mano de un cineasta extraterrestre.