Día patrio si los hay. Camino por la calle San Martín en dirección al cine. El cielo celeste y blanco. A mi derecha, tengo de fondo al majestuoso Pan de Azúcar y, a mi izquierda, restaurantes que ofrecen Locro. Mi día empieza con el primer programa de cortos. Cinco cortometrajes, 3 argentinos, uno español y una co-producción uruguayo-cubana. El nivel de los cortos es flojo. Podría destacar muy buenos momentos o planos de algunos, porque realmente los tienen, pero esos planos o escenas se diluyen a lo largo de la narración y pierden importancia. Fábrica de Muñecas, corto español, tiene un gran final pero el desarrollo se hace un poco tedioso. Lo opuesto pasa con Árnica, corto argentino que tiene un plano inicial excelente pero que, a medida que avanza, también pierde su encanto.
Uno de los aciertos del festival es darle a los directores de los cortometrajes la posibilidad de hablar con la audiencia y contestar preguntas. En esta oportunidad, no solo estaban presentes algunos de los directores de estas cinco obras sino también de las proyectadas el día anterior. Las preguntas más interesantes fueron para Ricardo Fontana, director de Maniobra (corto uruguayo-cubano), que contó la experiencia de rodar en Cuba, y para Juan Camardella, que presentó Box, un trabajo de animación. El último explicó la diferencia entre trabajar animando con una computadora y trabajar con actores. Lamentablemente, el director del mejor corto de la tanda, Ni una palabra de amor, no estuvo presente.
Me tomo un breve descanso para comer. Debo hacer un mea culpa: no comí locro. Hice patria con una milanesa con papas fritas. Un plato bien tradicional si los hay. El trabajo del crítico no es tan glamoroso como parece; créanme, fuera de la alfombra roja, el crítico come mucho más que Sushi o Caviar. Una vez terminada mi comida, volví a la misma sala 1 del Shopping Cosquín que me había albergado más temprano para ver un largometraje argentino que se me había escapado de la cartelera porteña. La película se llama Verdades Verdaderas, la vida de Estela, una obra sobre la vida de Estela Barnes de Carlotto, la actual presidente de Abuelas de Plaza de Mayo. Resulta curioso ver una película sobre una parte de la historia argentina que a uno lo puede llenar de orgullo, de la misma forma que lo puede llenar de vergüenza. Creo que en esa dicotomía, en esa tensión, se construye buena parte de la identidad argentina. Desde ese punto de vista, fue muy acertada la proyección del film en esta fecha. Después, desde lo estrictamente cinematográfico, nos encontramos con una obra correcta, que gana mucho desde la mirada sentimental que tiene, y cuyo contenido es mucho menos político de lo que uno podría esperar, lo cual no quiere decir que no lo tenga, sino que no es el eje de la historia, y eso es un gran acierto. Susú Pecoraro cumple con un rol complicado, pero son Alejandro Awada, Carlos Portaluppi e Inés Efrón los que se roban la mayoría de las escenas.
Por suerte, el cronograma del día me dio tiempo para poder procesar a nivel interno lo que había visto. Aun entendiendo que la obra es oficialmente ficción, no escapa demasiado de una realidad que, sin haberla vivido, no la siento ajena. Ya en el hotel, me dispongo a hacer una pequeña investigación. Cuando uno ve una película biográfica, o que toma hechos reales, creo que es importante averiguar qué es lo que en realidad pasó. En la diferencia entre el hecho documental y el hecho ficcional está la mirada del director. Una vez hecho esto, me dispongo a ir a una charla sobre Cine Cordobés. Vale la pena la aclaración, no sólo se trata del cine hecho en Córdoba, sino principalmente de la productora y distribuidora que lleva ese nombre.
Ya sentado en el Teatro El Alma Encantada, la charla comienza con una pequeña proyección de la productora. Se puede ver a las mismas personas que van a comentar sus experiencias mientras dirigen, dan indicaciones, ahí mismo, en el set, en las calles de Córdoba. Lo veo a Rosendo Ruiz, director de De Caravana. También está Rodrigo Guerrero, director de El Invierno de los Raros, y Teodoro Ciampagna, director de Hipólito. Cada uno, acompañado de su respectiva Productora. Curioso, tres hombres directores y tres mujeres productoras. Es difícil resumir una charla de una hora y media en unas pocas palabras. Creo que lo más destacable es la iniciativa de presentar una ley audiovisual a nivel provincial. Resalto que la mirada sobre las dificultades de hacer cine en Córdoba y en Argentina pase no solo por la etapa de desarrollo de proyecto y de producción, sino que también señale la comercialización y la distribución como puntos clave. Desde una mirada estrictamente personal, espero que este grupo de jóvenes realizadores pueda hacerse un lugar y abrirle un espacio a otros, para que el cine que se hace en las provincias tenga su lugar en la cartelera nacional, ya que el cine argentino es tan argentino si se hace en Buenos Aires como si se hace en Córdoba, Jujuy o Tierra del Fuego.
Concluida la charla, vuelvo al mundo del cortometraje. Se van a proyectar los últimos cinco cortos del festival. La sala se llena al punto que agregan una función más, dado que se habían quedado espectadores afuera. No es casualidad; es un viernes a la noche y la organización del festival había guardado lo mejor para el final. Nuevamente tenemos 3 cortos argentinos y dos extranjeros, en este caso, un corto de México y otro de España. La función abre con el mejor corto que pude ver en el festival, El Pescador, de Samantha Pineda, un trabajo mexicano, sumamente cuidado y detallista, sobre un pescador de memorias. A continuación, un salto muy grande pero a la vez divertido: Zombirama, una obra de animación de los argentinos Ariel Lopez V y Nano Benayon, ácida, crítica y muy entretenida. El programa vuelve a lo romántico y a lo sentimental, pero sin perder el humor, con Lo que haría de Natural Arpajou. Divertido, con gran ritmo y posiblemente con la mejor actuación que haya visto en lo que va del festival. Además, mi experiencia en call center, haciendo exactamente el mismo trabajo que Amalia, me hizo sentir muy identificado de una manera insospechada. Casi emparentado, Una flor en recepción une también la comedia y las decepciones amorosas al igual que el trabajo de Natural, pero con una mirada completamente distinta. Este cortometraje español se centra en una charla de “ligue” o “cortejo” entre un joven y una señora casada. Un buen guion y dos protagonistas carismáticos sacan adelante una obra simpática y agradable, que entra perfecto en un programa de cortos de alto vuelo. Lamentablemente, el viaje romántico-sentimental-cómico que supo ser la proyección cae con un corto sin identidad. Place Dalida, de Romina Ricci, es un pastiche sin coherencia artística ni técnica, que ni la propia directora supo entender, más allá de que surgió de una idea interesante que identifica a un lugar y a un artista en la vida personal de Romina.
Día patrio y cinéfilo. Día largo pero entretenido, con sorpresas y alegrías, al igual que con decepciones y reflexiones. Mañana me espera la última pendiente, otra charla y la premiación. ¿Habrá polémica? Ya veremos.
Dejo la crítica que publicamos previamente de Verdades Verdaderas por Tomás Maito:
http://asalallenaonline.com.ar/mas-estrenos/289-estrenos-del-17112011/3333-verdades-verdaderas-la-vida-de-estela.html
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