Que no se calle la mística de los cerros andinos:
En los cincos años que lleva el Festival internacional de Cine de las Alturas, es la primera vez que se ha optado por un documental como Pelicula de Apertura. Se trata de Vilca, la magia del silencio de los realizadores argentinos Ulises de la Orden y Germán Cantore (2019).
Uno de los desafíos de las películas que tratan sobre la vida y el estilo particular de un músico, es poder dar cuenta de la magia singular de ese espíritu creativo a través de las imágenes, más allá de simplemente narrar la historia biográfica. Esta es la dificultad con la que se proponen lidiar los directores en esta película que tiene como eje la musica del compositor oriundo de Jujuy, fallecido en el año 2007.
En el prólogo ya se hace meción a la profunda conexión interior de este músico con su tierra para poder traducir maravillosamente esa cosmovisión en sonidos singulares que capturen la atmósfera de Humahuaca: las celebraciones populares, el campanario, los amigos, el vino. De ahí que se hable de “la magia” de Ricardo Vilca, que resulta particularmente interesante precisamente por tratarse el suyo de un talento innato, que no tuvo formación académica.
El documental intercala testimonios de los músicos amigos que lo acompañaron desde sus primeros años, de su primera esposa (Graciela Volodarsky, que le aportó algunas de sus letras emblemáticas como Guanuqueando y Zamba a Humahuaca) y de sus cinco hijos, con material de archivo fotográfico, filmaciones caseras y fragmentos de su música interpretada en conciertos o grabaciones.
Vilca se destacó porque logró llevar el folklore andino a un nivel de excelencia y complejidad ya que lo fusionó con estilos musicales no autóctonos (como el rock, la música clásica o el tango) y con los sonidos naturales y los sentimientos que le producía su tierra y en los cuales encontraba la fuente de inspiración. Por esta extraña singularidad fue que llegó a influir en otros músicos como León Gieco, Ricardo Mollo y Skay Beilinson.
Vilca, la magia del silencio es un documental convencional en su estructura formal que funciona mejor en la confluencia de la música de Vilca con las imágenes de los solitarios y poéticos paisajes andinos de donde brotaba su música, punto donde los directores logran capturar su estilo. El documental encuentra su valor como un sentido homenaje de los amigos y allegados al músico que ya no está y también como una manera de difundir y de mantener viva la cultura autóctona que se respira más allá de las fronteras de la centralidad y el predominio que generalmente adquiere Buenos Aires.
© Carla Leonardi, 2019
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