Cobertura exclusiva desde NY, por Tomás Maito
El Lincoln Center es un complejo inmenso y magnífico por donde se lo mire; y ante el comienzo de un festival de la jerarquía del New York Film Festival, la ciudad no podía ser menos y sigue manifestándose con un esplendoroso clima veraniego a pesar del comienzo del otoño.
Pero mejor dejar esas nimiedades de lado e ir a lo que nos concierne: el cine. El primer gran acontecimiento que me tocó vivir fue la presentación de Passion, el nuevo film de Brian De Palma, el cual estaba pactado para el sábado pasado, pero que fue pospuesto para dos días después. Otro hecho de importancia fue la proyección de Tabu, obra del portugués Miguel Gomes que tuvo una gran aceptación por parte de la crítica. Luego se pudo apreciar una amena conferencia con el realizador europeo mediante Skype. A continuación las críticas de las primeras películas que tuve el placer de observar.
Passion (2012), de Brian De Palma
Suspenso en estado puro
Si es que hay un maestro del suspenso sería raro nombrar a otro que no sea Alfred Hitchcock, pero si hay alguien que supo aprender de su genialidad y a su vez implementarle ese factor moderno y manierista que determina a su cine es Brian De Palma.
Passion, nuevo film del realizador estadounidense, está a la altura de sus mejores obras como Doble de Cuerpo y Vestida Para Matar. Lo bueno de todo esto es que el aclamado director vuelve a crear una excelente película del género que más domina. Un universo entre la locura, el erotismo, los engaños amorosos, las dobles personalidades, la violencia y los sueños. Todos estos motivos frecuentes en su cine proponen la vuelta de De Palma a sus mayores obsesiones para desarrollar un trabajo cinematográficamente impecable, algo que no se veía desde Femme Fatale de 2002, ya que en el medio hubo dos films un tanto fallidos como La Dalia Negra y Redacted.
Lo impactante de Passion no solo es la excéntrica y delirante historia que no deja respiro, sino la majestuosidad cinematográfica que De Palma impone a través de cada movimiento de cámara y la composición de cada plano, siendo estos elementos que provocan un ritmo hipnótico para crear un clima de suspenso intenso. La cámara toma vida propia en función de la historia en cada travelling, movimiento circular o plano cenital para determinar un grado de locura único que se concatena de gran manera con cada aspecto del film. En conclusión, una obra maestra del género; y por si fuera poco, las protagonistas son Rachel McAdams y Noomi Rapace – que a pesar de grandes actuaciones – envuelven la pantalla con su belleza.
Tabu (2012), de Miguel Gomes
Mágica y melancólica sinfonía cinematográfica
Para dar comienzo a una obra extraordinaria, un bello prefacio que podríamos declarar como una carta de amor al cine mudo: el blanco y negro, el formato 4:3 y una típica partitura de piano. Luego, Tabu se divide en dos etapas: la primera en la actualidad de Lisboa, en dónde la historia se refleja en los últimos días de Aurora (excelente actuación de Laura Soveral), mientras que la segunda, el film retrocede temporalmente unos sesenta años atrás para comprender el pasado de la ahora joven protagonista (Ana Moreira) y su vida en una granja dentro de una colonia portuguesa, que se podría denominar geográficamente en África.
Todo el film es en blanco y negro y con el formato televisivo nombrado anteriormente. Gomes expone una esplendida poesía acerca del transcurso de la vida. A su manera, muy cinematográfica, desarrolla excelentes planos y movimientos de cámara para caracterizar a los diversos personajes en el entorno que los rodea. Al principio resaltan los apropiados diálogos, en tanto que en la parte final el film se desenvuelve como una especie de película del cine mudo, ya que aunque hay una voz over, ésta toma la función de unos posibles intertítulos.
Tabu es brillante por donde se la mire, dando la sensación de revivir la pasión por hacer cine. Desde la interesante manera en que se lleva a cabo en carácter narrativo, como en su belleza visual, Gomes concreta una obra memorable en donde también son acertados los arreglos musicales, incluyendo una bizarra inclusión de “Baby I Love You” de The Ramones que surge a partir del silencio y que toca una banda en la granja, que a pesar de ser una situación atemporal en carácter histórico, propone un acierto brillante a nivel dramático.
Kinshasa Kids (2012), de Marc-Henri Wajnberg
Ponerle alegría a una triste realidad
El realizador belga Marc-Henri Wajnberg sorprende con Kinshasa Kids, un híbrido que emana tanto lo ficcional como lo documental para retratar la dura realidad de un grupo de chicos que vive en un barrio marginal del Congo, pero que a su vez para escaparle a tan duros hechos optan por la música para mantener latentes sus sueños de una vida mejor.
Con sorprendentes planos secuencia, como con una fotografía tan lucida como desgarradora, Kinshasa Kids es un destacado film que a partir del arte expone una salida hacia determinados hechos trágicos que debe enfrentar el ser humano en estos tiempos como la pobreza, la corrupción y la marginalidad.
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