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CRÍTICAS - CINE

Gato con Botas (3D), según Matías Orta

Cuando se estrenó Shrek 2, hubo un personaje que se robó todas sus escenas y, por momentos, opacó al ogro: el Gato con Botas. Inspirado en el personaje del cuento de Charles Perrault que lleva el mismo nombre, era una suerte de antihéroe latino que, cuando la espada no da resultado, conmovía a sus adversarios poniendo una tierna carita de víctima. Antonio Banderas fue el encargado de ponerle la voz y también la actitud, y ahora cuesta imaginar a ese personaje trabajado por otro actor.


Era cuestión de tiempo que se estrenara de una película protagonizada exclusivamente por el gato. Y por fin llegó a las salas, y en 3D.


Gato con Botas es una precuela, ya que narra las andanzas del minino antes de toparse con Shrek y compañía. Gracias a sus proezas, el gato parecía destinado a ser un justiciero. Pero un confuso episodio lo dejó mal parado y no le quedó otra que convertirse en un forajido. Pero tiene la oportunidad de redimirse. Junto a la Kitty Zarpassuaves (voz de Salma Hayek), una felina de armas tomar, y su otrora amigo de la infancia Humpty Dumpty (voz original de Zach Galifianakis), deberá ir en busca de la Gansa de Oro, que justamente pone huevos de ese material. Para eso, deberán plantar frijoles especiales —sí, los mismos del cuento de las habichuelas mágicas— e ir hasta el palacio de las nubes. Sin embargo, nada resultará fácil: los peligros están a la vuelta de la esquina. Claro que nuestro amigo demostrará que las tiene bien puestas (a las botas nos referimos, por supuesto).


A diferencia de las aventuras del mencionado grandulón verde, esta película funciona de manera diferente. Ya no tenemos cataratas de chistes irónicos o cansadoras parodias de cuentos infantiles clásicos. Sí toma ideas y personajes (pocos, esta vez) de esos universos, pero la historia tiene una estructura y una imaginería más cercana a los westerns, principalmente a los spaghetti: desierto, personajes ambiguos, un tesoro preciado por muchos, venganza. También hay citas a films como El Club de la Pelea y al subgénero kaiju eiga, el de monstruos gigantes al estilo de Godzilla.


El productor ejecutivo es Guillermo del Toro, y eso se nota desde el sabor latino que impregna toda la película hasta los personajes marginales que quieren ser aceptados. Humpty Dumpty es un personaje bien de Del Toro: un freak con su lado bondadoso, pero atormentado por su costado más oscuro.


El guión permite el lucimiento del gato. Sus salidas graciosas, su gusto por el riesgo y la seducción, su destreza, todo está explotado al máximo. Podríamos decir que este personaje es uno de los mejores en la carrera de Banderas, quien supo interpretar un personaje de estas características —y de manera física— en La Máscara del Zorro y su secuela. Salma Hayek tampoco se queda atrás con su Kitty Zarpassuaves, al punto de jamás perder fuerza al lado del espadachín peludo. Una nueva muestra de la estupenda química que mantienen el astro español con la diosa mexicana.


Vibrante, fresca, divertida, Gato con Botas supera ampliamente a las últimas secuelas de Shrek, y es un hecho que también dará origen a continuaciones. Esperemos que estén al nivel de esta entrega. Si no, siempre podemos enternecernos con las caritas del pequeño e intrépido michifus.




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