Título: Al infinito… ¡y más allá!
Esta vez con Andy convertido en adolescente, vuelven los juguetes más famosos en una nueva aventura. La historia es conmovedora, divertida y sumamente creativa; Woody, Buz, los señores cara de papa y sus amigos deben enfrentar esta vez lo inevitable: el niño con el que jugaban ha crecido y se prepara para ir a la universidad. ¿Qué será de ellos? ¿Irán al altillo? ¿A la basura? ¿Serán regalados a otro niño? ¿A una guardería? Los interrogantes hacen temblar a los muñecos, que a toda costa intentarán permanecer unidos y cerca de Andy.
Si bien nunca hay como la primera de una saga de films, esta versión trasciende lo esperable. Y como para Disney parece no haber imposibles, el resultado es único. Es que el formato 3D crea una sensación de realidad que, al ser juguetes los protagonistas, hace que la historia sea un cuento fantástico que cobra vida, incluso para los adultos que pueden meterse de lleno en la aventura. Los personajes nuevos, entre ellos el “Oso cariñoso” con olor a frutas, la mítica “Barbie” y su pareja “Ken” son imperdibles; sobre todo la muñeca y su novio, estereotipos de adultos jóvenes pendientes de la imagen y la belleza.
Más allá de la historia en sí, Pixar ha logrado con este trabajo algo muy interesante no solamente por el tema y el punto de vista desde el cual lo aborda, sino también por su estética. En cuanto a la temática, es allí en donde reside la fuerza del film; todos los niños crecen y se enfrentan al mismo dilema: lo que perteneció a su infancia y les dio diversión, compañía y seguridad va perdiendo importancia para dejar espacio a los nuevos desafíos. Es con estos puntos clave con los que juegan los creadores de Toy Story 3, generando un sentido de identificación con los espectadores de todas las edades que es crucial.
Desde el punto de vista estético, parecen perderse los límites entre la ficción y la realidad. Hay escenas en las que puede sentirse el vértigo; en otras, la nostalgia invade la pantalla y es imposible no sentir una pena inmensa. En ellas las luces, el uso del color, el ritmo y la música crean momentos intensos; en este sentido, a modo de ejemplo, “Yo soy tu amigo fiel” es retomado con un significado más fuerte esta vez.
Diversión, tristeza, nervios; todo ello puede sentirse durante todo el film que logra mantener en vilo a los espectadores hasta el final, imprevisto.