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CRÍTICAS - CINE

American Pie: El Reencuentro (American Reunion)

American Pie: La Reunión (American Reunion, Estados Unidos, 2012)

Director: Jon Hurwitz. Guión: John Hamburg, Jim Herzfeld, Adam Herz. Producción: Chris Moore, Craig Perry, Warren Zide. Elenco: Jason Biggs, Alyson Hannigan, Chris Klein, Thomas Ian Nicholas, Tara Reid, Seann William Scott, Eddie Kaye Thomas. Distribuidora: UIP. Duración: 113 minutos.

“American History Pie”

Back in pie rezaría un afiche bien pensado en honor a todas las vueltas, idas y venidas del fenómeno adolescente. Es cierto, se vuelve pero ya no se es el mismo.

Corría el año 2003 cuando al salir del colegio un compañero me dice que van a pasar una película muy (muy) graciosa por canal 13 y volvió a acentuar lo de MUY GRACIOSA. Recuerdo que esperé ansioso a las 23:00hs para visionar este culto al cine que me habían promocionado con mis escasos 13 años. Llegó la hora y si, la verdad es que la pasé muy bien, era todo un rompimiento de esquemas para con las películas de comedia que venía viendo.

El pasar de los años me llevó a ver las correspondientes secuelas, originales y las lamentables 4,5 y 6; y aquí me encuentro hoy, casi 10 años después de mi primera American Pie (1999; Estados Unidos), escribiendo sobre este prometedor renacer que fue trunco en gestación y, por supuesto en desempeño en la sala.

  1. Contacto del cuarto tipo. American Reunion es antes que nada un rejunte, un refrito y un parásito de su primera instancia. Sin herir susceptibilidades fanáticas, abordaré lo más objetivamente el filme por más complejo que esto sea: Luego del casorio de Jim, el héroe/antihéroe y todos nosotros en la tercera entrega de la saga, se nos presenta a nuestro muchachito devenido en padre y en un período de crisis sexual para con Michelle, la chica del campamento de la que se enamoró sobre el final de la uno. Para condimentar tales responsabilidades y conflicto, East Grey Falls, el colegio y campus donde el grupo estudió y quebró durante su secundario, organiza una reunión de proporciones épicas y descabelladas (detalle que resulta lo único que promete el filme desde la vuelta al inicio), sumadas al crecimiento y mayoría de edad de la pequeña vecina de la infancia de Jim y todo su despertar hormonal para con el protagonista. La reunión se sucede entonces con la previa de los amigos y la vuelta del equipo al escenario del descontrol. Es entonces cuando Jim, Finch, Kevin, Oz y Stiffler (mejor conocido como Stiffmeister), entrarán en un viaje de nostalgia, alcohol y redescubrimiento de sí mismos con el aporte de subtramas que pretenden dramatismo pero que solo funcionan como endulzantes artificiales de lo que supo ser, años atrás, una gran comedia adolescente.
  2. Espejito espejito. Hay, desde el inicio de esta cuarta American Pie, un intento imperioso de “imitar” el estilo primigenio. Sin mucha innovación, la narración que debería haber propuesto desde una misma línea un cambio en la comedia tradicional, tal como ya realizó la década pasada, se desarrolla a través del cliché y la retroalimentación de sí misma, a través de la repetición de fórmulas que antaño dieron sus buenos frutos en carcajadas y taquilla. Pero el público crece intelectualmente y cinematográficamente y demanda un “algo más” que no siempre se suele aprovechar, o bien, interpretar para brindar satisfacción plena. Es entonces cuando American Pie falla desde la premisa ya que, si bien los personajes se corresponden con sus envases, las personalidades cambian y ya no son los mismos que cuando se fueron por más que se retrate brevemente la vida de cada uno desde ópticas de éxito/fracaso, suerte/desgracia, verdad/mentira y demás factores dicotómicos.
  3. Discordia del género. No existe claridad temática en American Reunion. Si, obviamente es la mirada al pasado desde un presente de reventón y, claramente aspira a la comedia; pero hay algo que genera un ruido extraño al momento de establecer un análisis de la progresión del cuento. Un ruido que resulta protagonista en el progreso, si es que el filme no es un estanque calmo y sin momentos, y confunde desde el planteamiento. Entonces, estamos ante una crisis familiar, un problema respecto del desempeño sexual como pareja, el resurgimiento de fantasmas acosadores sin más, nuevos personajes que suman una historia alternativa brote de lo ya vivido muchos años atrás. ¿Parece mucho? Lo es y perjudica a la unidad de la pieza durante todo el relato.

Volver a los orígenes suele ser una buena forma de reinventar un producto de antaño que rompió con un esquema básico y llano de lo que se venía realizando. Pero hay puntos de inflexión que deben seguir siendo respetados a la hora de encarar un nuevo producto dentro del mismo serial, mínimamente la cuestión de la revolución debería seguir presente y dentro de un basamento estricto. El acierto anterior fue claramente la producción y estreno de cada parte de la saga de tres cada dos años. Hoy 2012, nueve años después de American Wedding (2003; Estados Unidos), la historia continúa pero desmembrándose en partes de aquello que supimos ver, ser y disfrutar; reutilizando el efectismo, haciendo caso omiso al paso de los años y, hoy por hoy, dándose cuenta de que las fórmulas nunca serán eternas ni brindarán los mismos frutos que nos alimentaron.

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