A Sala Llena

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CRÍTICAS

Hembra

Hembra

Dirección
y coreografía:
Ana
Azcurra. Producción general: Alberto
Lucas, Germán García, Jorgelina Balerdi. Asistentes
de coreografía:
Pilar de Santadina, Carola Diehel. Iluminación: Diego Lema. Escenografía:
Agustina Balerdi, Coqui Carbo. Intérpretes:
Cleria Zangari, Julieta Sciancalepore, Luciana Larroca, María Mercedes
Speroni, Jorgelina Balerdi, Pilar de Santadna, Yvonne Jaureguialzo. Prensa: Débora Lachter.

Es difícil encontrar palabras para describir Hembra que estén a la altura de la
grandeza de la propuesta de Ana Azcurra, 
una puesta que surge de su experiencia personal: “Es fruto del tránsito,
es emoción pura, eso somos”, dice la directora y coreógrafa para hablar de su
obra. Son emoción, explosión y llanto, crudeza, verdad y virtuosismo, eso son
las siete artistas maravillosas que bailan en escena.

Hembra es una propuesta de
danza sumamente variada desde todos los aspectos. Vamos a comenzar por la trama
o el mensaje de fondo. Esta obra, como dice la directora, nos propone un tránsito
de la mano del lyrical jazz y la danza contemporánea, para viajar por los diversos
estadíos de la femeneidad.  En una época
donde está de moda hablar de cómo es la mujer, burlarse a sí misma, Azcurra se
animó al desafío de hablar de un tema de moda –aunque ese no fue el móvil, sin
duda- y logró abordarlo profunda y realmente de un modo tan veraz que da
escalofríos. Lo maravilloso de este tránsito, es la transformación real que se
ve en las bailarinas, sin hablar ahora de su calidad técnica, que es un
capítulo aparte.

Las siete mujeres en escena se transforman
según correspondan las emociones. Ellas atraviesan por un estado carnal,
intenso, fálico, expresivo y casi pornográfico, donde la energía sexual aflora
y sólo hay ante nuestros ojos sensualidad, impulso y pasión; luego las vemos en
un estado tierra, como le llama la directora, que hace referencia a la
fertilidad, a la fortaleza instintiva y sensible, innata y propia de la mujer
como tal. El tercer estado es el de hueco o vacío, donde la mujer está perdida
en la oscuridad, se castiga, se apaga, se pierde dentro de sus miedos y
juicios. Por último está el estado luz, donde vuelve a ser una niña y recupera
su energía vital para dirigirse al estado lúdico donde juega desde la inocencia
para descubrir y soñar. Es un mensaje que surge desde lo femenino pero no se
circunscribe únicamente a ese universo sino que es aplicable e identificable
con ambos sexos, con la esencia humana que tiene un poco de femenino y un poco
de masculino. Hembra es una
invitación a un viaje personal que puede ser internamente diverso para cada
cual.

Estas distintas etapas son acompañados por
importantes cambios en vestuario, escenografía o elementos y  la música se constituye como un elemento
fundamental en la puesta, para ser una herramienta de ruptura, fuerte, clara y
concisa. Musicalmente desde  la fuerza de
Bebe con sus lamentos, la suavidad y nostalgia de Cat Power, hasta la
festividad de la música latina, norteña, la zamba, lo auténtico y originario.
Música en español, portugués e inglés. Variado, completo y justo.

El vestuario también es un elemento sumamente
rico, que acompaña los ánimos de la etapa pertinente. Según corresponda será
alegre, oscuro, desgarrado, sexy o simple. La escenografía e iluminación
acompañan del mismo modo en un rol más secundario pero no por eso menos
importante o virtuoso.

Las siete (u ocho, si contamos a Ana Azcurra)
mujeres-bestias que vemos, son animales del virtuosismo, son realmente hembras,
en mayúsculas, que dejan todo en esta propuesta alucinante de una gran
coreógrafa, para la que no alcanzan las palabras. Se ve el disfrute en sus
ojos, las ganas y la entrega sincera y real de sus cuerpos a la historia para
convertirlos en instrumento de comunicación que denota el amor por la danza. La
calidad técnica es excelente y la composición coreográfica  y la dirección es de altísima calidad.

En la sala del Teatro el Cubo, entre las
calles del barrio del Abasto, se encuentran ocho Hembras que cada función salen a las tablas a deslumbrar a un
público que aplaude de pie y se emociona. Sin duda, no es para menos.

 

Teatro:
El
Cubo- Zelaya 3053

Funciones:
Viernes
21hs

Entradas:
$90


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