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CRÍTICAS - CINE

Luz de Luna, según Martín Chiavarino

Las reglas de la abuela

Al igual que en el extraordinario film Boyhood (2014) de Richard Linklater, el realizador norteamericano Barry Jenkins traza en su segunda película los vaivenes de la construcción de una identidad como una alegoría sobre las etapas de la vida de un hombre a través de encuentros significativos, traumas infantiles y estímulos sociales que lo rodean.

A partir de un drama teatral del joven dramaturgo norteamericano Tarell Alvin McCraney, In Moonlight Black Boys Look Blue, Jenkins realiza su adaptación cinematográfica mezclando crudeza y calidez, en una combinación que busca en la trayectoria de una vida los momentos que definen la personalidad.

El film recorre la vida de Chiron, un joven afroamericano, desde su niñez hasta su vida adulta, pasando por su adolescencia junto a su amigo Kevin, su madre Paula, y la amistad y los cuidados de un traficante de drogas y su novia, que se encariñan con el chico. A medida que el tiempo pasa y los parámetros sociales se van repitiendo, los atropellos que Chiron sufre en su infancia se transforman en abuso violento durante la adolescencia y del miedo surge la furia que lo transformará en adulto.

La primera parte muestra al niño buscando escapar de la bipolaridad de su madre, una adicta que lo maltrata cuando consume drogas. En medio de la tragedia familiar, conoce a Juan, un traficante que se encariña con él y lo cría como si fuera su hijo. Durante su adolescencia, Chiron es tomado como débil y acosado por varios jóvenes de su escuela que se aprovechan de su talante taciturno y pacifico. Ya convertido en un traficante, se reencuentra con Kevin, su mejor amigo desde la niñez, con el que tuvo un encuentro homosexual años atrás. En medio de los atropellos, el cariño y la ternura de los recuerdos serán lo único que logre traspasar la corteza traumática que lo ha convertido en lo que es.

Jenkins trabaja alrededor de la marginalidad de una comunidad afroamericana y su relación con el abuso de drogas duras para crear una obra sobre la relación entre los adictos, los vendedores y las víctimas de un círculo infinito de pobreza y violencia. En este contexto se dan encuentro el machismo exacerbado de la cultura de la droga, con la introducción del componente homosexual, que funciona como una ruptura que contrasta la candidez de la relación con la brutalidad que la rodea.

Las actuaciones extraordinarias de todo el elenco son maravillosas. Mahershala Ali, Trevante Rhodes, Alex R. Hibbert, André Holland, Janelle Monáe, Naomie Harris, Jaden Piner, Ashton Sanders y Jharrel Jerome convierten cada personaje en un protagonista inolvidable de una historia prohibida en tres capítulos que se desarrolla con una soltura impecable.

De esta manera, Luz de Luna (Moonlight, 2016) arremete con primeros planos que interpelan al espectador a través de gestos sutiles, silencios significativos y discursos lacónicos, que crean una atmosfera de penurias hereditarias que se acumulan como sedimentos que el mar no puede horadar. La crudeza de la vida emerge con un ímpetu ligero y grácil en un film de autodescubrimiento que conmueve a partir de descolocar la mirada para redirigirla de la violencia hacía la calidez de un cariño amoroso fatuo, tal vez la única válvula de escape de un mundo desgarrador.

calificacion_5

 

 

Martín Chiavarino

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