Augustine, de Alice Winocour
Así como hace pocas semanas se estrenó comercialmente Histeria en las salas de nuestro país, en Augustine nos encontramos con la misma temática, pero abordada desde un costado más formal y para nada humorístico. El primer largometraje de Alice Winocour no solamente se trata de una famosa paciente del aún más famoso Dr. Charcot (aquel eminente neurólogo que fue profesor de Freud, le enseñó la técnica de la hipnosis y de alguna manera sentó las bases de lo que luego sería el psicoanálisis que todos conocemos hoy en día), sino que busca explorar los pormenores de una relación médico-paciente teñida de un erotismo contenido a punto de estallar.
Augustine, la paciente histérica interpretada con pasión e intensidad por Soko, una artista de la música francesa devenida en actriz, sufre los ataques de “histeria ovárica” más fuertes que Charcot haya visto. Se expresan en su cuerpo como violentísimos orgasmos sin que nadie la toque, sin que nadie lo prevea. El doctor sabe que exhibir a Augustine frente a una junta médica puede darle la inyección de fondos que necesita para su hospital. Ella solo quiere curarse y por eso, como le dice otra paciente, le reza al Dr. Charcot. Sobre esa necesidad mutua va narrándose este cuento, basado en hechos reales de los que no se sabe demasiado.
Por sus actuaciones (la indiferencia y frialdad con la que se maneja Vincent Lindon interpretando al famoso médico también es destacable), por su aporte historicista, por su cuidado vestuario y su correcta dirección, Augustine merece ser vista. Y también por la simpatía de Soko, que se quedó a responder algunas preguntas después de la función y mostró todo su carisma.