Desde mis tardes de Súper 8 cuando era chico, esta clase de películas de monstruos ocupan un lugar importante dentro de mi corazón. Ahora bien, ya de grande ésta –la Godzilla original (o Gojira, su titulo en Japón)–, la primera, me parece sencillamente fantástica, al punto de resultarme difícil decidir por dónde empezar a hablar de la misma.
Godzilla es un monstruo de la era jurásica devuelto a la vida por las constantes pruebas atómicas de un ejército japonés, muy preocupado por la carrera armamentista (inclusive después, valga la alegoría, logra desarrollar algo peor aún). El monstruo, como un castigo de la naturaleza, destruye y azota Japón de punta a punta sin que nadie sepa cómo detenerlo.
Para entender Godzilla, hay que entender que en 1954. Japón estaba a escasos años de haber soportado uno de los más terribles hechos en la historia de la humanidad (probablemente “el más”), las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, el sentimiento después de tamaña atrocidad –uno podría imaginar– debiera ser de venganza y resentimiento. Estados Unidos, por los motivos que fueran, había cruzado una línea que jamás debió haber sido cruzada. Sin embargo, cuando uno ve Godzilla, ve una película con una inusual sabiduría que, “monstruo” mediante, reflexiona sobre el camino de autodestrucción que ha elegido el mundo. Su director Ishiro Honda y el creador de la historia Shigeru Kayama, entendieron que, por encima de la venganza, había un bien mayor: la paz, la unión y la reconstrucción del Japón. Eligieron mirar para adentro en lugar de mirar para afuera. Todo esto podría haber pasado desapercibido; sin embargo, Godzilla hoy es un símbolo de Japón en muchas formas. Es que Japón –también como país– nunca fue por venganza, enterró y honro a sus muertos pero puso sus fuerzas en otros lados, y logró convertirse (prácticamente sin fuerzas armadas) en una de las mayores potencias mundiales.
Pero volviendo a la película, cinematográficamente es una obra de arte, casi un Filme Noir de Monstruos, algo aún hoy extraño. Los climas creados con un monstruo oscuro y terrible estaban muy por encima de los estándares de la época, y la película tiene una carga dramática (alegoría mediante) absolutamente inusual para la temática que contiene. El monstruo de Godzilla originariamente iba a ser hecho en Stop-Motion, similar al que se usó en King Kong (1933). Sin embargo, RKO les explico que tardarían siete años en desarrollar una película así, por ende usaron la solución más sencilla: un doble disfrazado. Aún así, su realismo fue tal que muchos suponen que se hizo con la técnica de animación mencionada.
Dos años más tarde, se lanzaría la versión americana de la historia, Godzilla King of Monsters, y Japón tendría su secuela Godzilla raids again, primera de las más de 50 que corren actualmente.