2. Morir Como Un Hombre: Hermoso film de Joao Pedro Rodrígues. Una Lisboa mágica, extraña, es el escenario de las aventuras de Tonia, un travesti cuarentón gravemente enfermo. Música y color se amalgaman en la libertad formal de este último viaje, algo así como una canción de despedida que nos desborda con su melancólica belleza.
3. El Árbol de la Vida: Muchísimo podríamos decir sobre la sexta película de Terrence Malick. Se la podrá abuchear u ovacionar, pero jamás ignorar. En la opinión de quien escribe, El Árbol de la Vida tiene momentos brillantes. Su relato constituye un friso de imágenes que estimula los sentidos, una oda a la infancia y sus tardes estivales, esa etapa de la vida en que todos los objetos del mundo nos parecen extraños.
4. El Estudiante: El film de Santiago Mitre se mete de lleno en esa jungla que es la Universidad de Ciencias Sociales de la UBA, acaso uno de los microcosmos más certeros del sistema político nacional. Con un estilo que hace recordar a los Dardenne, su enfoque se va haciendo cada vez más íntimo hasta introducirnos en la cocina del poder. Estudiantes, estudiantes, a militar.
5. La Piel Que Habito: Almodóvar se despacha con una delirante mezcla de film noir, ciencia ficción y melodrama. Una de las piezas más álgidas y elegantes del gran cineasta manchego, que alcanzó la madurez definitiva sin sacrificar ni un ápice del estilo que lo consagró. Sus películas de los últimos años lo demuestran con creces.
6. Lazos de Sangre: La película de Debra Granik nos sumerge brutalmente en su mundo rural de chatarra, armas de fuego, motosierras, bares de ruta, animales desollados, aguas pantanosas y banderas hechas jirones. Cada primer plano es un indicio de horror, una amenaza de sangre que puede o no concretarse. Como resultado, un viaje hacia lo más escabroso de la América Profunda.
7. El Ganador: Acaso un compendio brillante de todas las grandes películas sobre boxeo, el film de David O’Russell mezcla culebrón familiar con épica deportiva al ritmo vertiginoso de una espectacular banda sonora. ¿Cómo no sentir ganas de saltar de la butaca y tirar piñas al aire cuando comienza a sonar Here I Go Again de Whitesnake y Micky sale a afrontar la pelea de su vida?
8. Blue Valentine: Derek Cianfrance contó con las enormes actuaciones de Michelle Williams y Ryan Gosling para narrar la historia de amor más devastadora de los últimos tiempos. Lo que ya no es, lo que no será, y los polvos de una relación que agoniza. En su encaje formal la película enfrenta el presente con tiempos mejores. Acaso ese contrapunto sugiera, asimismo, la cercanía inexorable entre el amor y el dolor.
9. Habemus Papa: Nanni Moretti se une al legendario Michel Piccoli para abordar una vez más la eterna disyuntiva entre el hombre y su papel en la sociedad. Ése, a fin de cuentas, parece ser el tema que lo desvela. Como suele suceder, tal conflicto es resuelto con el candor, la inteligencia y el optimismo que, pese a todo, caracteriza al brillante cineasta italiano.
10. Super 8: J.J. Abrams se inspiró en el cine ochentoso de Spielberg, de Dante, de Zemeckis, de Donner, para crear una película tan nostálgica como encantadora, que en todo momento sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Super 8 remite a aquellas historias fantásticas de nuestra infancia, sin caer jamás en el homenaje burdo.
Menciones Especiales:
-Medianoche en París
-El Gato Desaparece
-Carlos
-La Vitalidad de los Afectos
–Temple de Acero