Este documental estrenado en el último festival de Sundance y proyectado en este Bafici 2021 anfibio (presencial y virtual) cuenta la fascinante historia de Valerie Taylor, la legendaria buceadora que junto a su marido, el fotógrafo submarino Ron Taylor, rodó las escenas reales de tiburones para Jaws (1975), la magistral película de Steven Spielberg, una de las top ten del cinéfilo que escribe esta nota.
Si bien el film se centra en la vida de Valerie, también nos muestra cómo evolucionaron la filmación y la fotografía subacuática; y el cambio en la significación que tenían sobre los tiburones y la vida marina en general, que pasó de la depredación a la conservación.
Todo empezó en el año 1969 con el mítico documental sobre el tiburón blanco llamado Blue Water, White Death, cuyo productor y fotógrafo (que aparece en el film) fue Stan Waterman, quien logró filmar la convivencia submarina de Valerie y Ron entre varios ejemplares de la especie por fuera de las jaulas de supervivencia, situación nunca antes registrada que les dio fama a nivel mundial (siendo tapa de la revista del National Geographic en 1973).
Tiempo después, recibieron la llamada de los productores de Spielberg, quienes les enviaron el guión de Jaws para conocer su opinión. Lo que sigue es por todos conocidos: Jaws logró ser el film que definitivamente le daría un nombre en la industria a Spielberg, recaudando millones por todo el mundo pero que también trajo aparejada una verdadera histeria colectiva sobre los tiburones y su mote de “asesinos”.
Desde ese momento Valerie, Ron y Waterman, junto al mismísimo autor del best seller Peter Benchley (cuya viuda aparece en el film a cargo de una organización en defensa de la vida marina), se dedicaron a desterrar muchos mitos sobre los tiburones a través de la divulgación, extendiendo esta defensa a toda la fauna marina siempre en riesgo de extinción, participando así de un movimiento cuyo pionero fue el famoso Jacques Ives Costeau (su hijo da testimonio en el film).
Un tercer elemento y no poco importante es la situación de las mujeres en esta profesión acuática. Siendo una joven y bella modelo en su Australia natal de la década del 50, Valerie Taylor rompió todos los estereotipos ya que se convirtió en campeona de pesca con lanza, deporte dominado por hombres. Pronto cambió su lanza por una cámara, documentando el mundo submarino como nunca antes.
Ron, su marido, murió en 2012 víctima de leucemia. Desde entonces Valerie, de 85 años, se ha dedicado a escribir -publicó siete libros- pero también sigue buceando, aunque su artritis solo le permite hacerlo en aguas cálidas y obviamente sin tiburones a los cuales admira y defiende pero también respeta.
La directora Sally Aitken genera un documental notable no solo en su interés por el conservacionismo y el rol de la mujer sino también en lo estrictamente fílmico, trabajando los valiosos metrajes tanto en color como en blanco y negro para registrar el pasado y la evolución de nuestra heroína hasta su registro actual, el de la longeva y vital Valerie, logrando un retrato integral de esta legendaria mujer.
© Luis Alberto Zas, 2021 | @zasito
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