OTRO AMOR EN AGRONOMÍA
Nos vemos, nos pertenecemos
somos extraños pero hermanos.
La nuestra, la amistad de los barcos
se compromete o se oxida con los años.
Casi diez años después de La tercera orilla, Celina Murga volvió a dirigir y también volvió a posicionarse en la mirada de personajes adultos, algo que no hacía desde su debut en Ana y los otros (2003). Si la niñez y la adolescencia eran el prisma desde el cual Murga abordaba los conflictos del mundo de los adultos (Una semana solos, Escuela normal y La tercera orilla dan cuenta de ello), esta vez la directora indaga en temas inherentes a la adultez: más puntualmente, a la mediana edad.
El aroma del pasto recién cortado desarrolla dos relatos en paralelo, que nunca se tocan pero son especulares: ambos transcurren alrededor del ámbito universitario de la Facultad de Agronomía y desarrollan amoríos entre docentes y alumnos. Por un lado está Pablo (Joaquín Furriel), que se enreda con una tesista (Verónica Gerez) a la vez que planifica un viaje con su esposa e hijos; por el otro está Natalia (Marina de Tavira), mexicana radicada en Argentina que inicia un romance con su asistente de cátedra (Emanuel Parga) mientras intenta capear un matrimonio deteriorado y criar a sus dos hijas.
Pablo y Natalia comparten muchas circunstacias, que el guion se encarga de remarcar de manera algo excesiva: situaciones y diálogos reaparecen de idéntica forma en ambas historias, un recurso que seguramente haya funcionado bien en la página escrita pero que en pantalla termina volviéndose algo redundante. Un elemento, sin embargo, los diferencia: el género. Es en ese aspecto que El aroma del pasto recién cortado procura esbozar un comentario, apelando a las diferencias de percepción que el espectador pueda tener sobre dos personajes que viven una situación muy similar. ¿Son las consecuencias vinculares y profesionales de una infidelidad –que eventualmente resulta expuesta por la miseria de las redes sociales- las mismas para un hombre que para una mujer?
Bueno, sí y no. El crecimiento académico de Natalia resulta más explícitamente perjudicado que el de Pablo ante la exposición de su intimidad, sin dudas. Pero la película se cuida mucho de no ser demasiado contundente, ni conclusiva al respecto. Incluso elude un cierre definitivo para ambos matrimonios (el que el personaje de Furriel tiene con Romina Peluffo y de Tavira con Alfonso Tort), tan unidos por el paso de los años como separados por el agotamiento propio de la vida familiar.
Esta indeterminación del tramo final -que no corresponde confundir con indecisión- entra en una disputa tonal con el segundo acto, en el cual (tras un arranque muy gradual) el relato juega con las tensiones del thriller, con el peligro de ser descubiertos y el temor a las consecuencias que ello pueda acarrear. La sensación es la de una dilución de los conflictos, producto tal vez con una excesiva mesura y búsqueda de ecuanimidad.
Es justo apreciar esta búsqueda de acercarse a las tensiones entre los géneros con una perspectiva menos virulenta, menos propensa a la declamación que la que hubiera cabido esperar hacia algunos años. Quizás lo que sucede es que –en vista de todo el agua que ha corrido bajo el puente y del escenario político y social del presente, en el cual la brecha ideológica se ha agigantado- El aroma del pasto recién cortado termina resultando algo tímida, una oportunidad demasiado templada para explorar a estos personajes ambivalentes, inmersos en un mundo en el cual lo privado parece estar a punto de desaparecer.
(Argentina, Alemania, México, Reino Unido, Uruguay, 2024)
Dirección: Celina Murga. Guion: Gabriela Larralde, Celina Murga, Lucią Osorio, Juan Villegas. Elenco: Joaquín Furriel, Romina Bentancur, Lucía Blasco, Marina de Tavira. Producción: Pedro Barcia, Axel Kuschevatsky, Juan José López, Tomás Eloy Muñoz, Cindy Teperman, Juan Villegas, Jakob y Jonás Weydemann. Duración: 114 minutos.