0
0
Subtotal: $0,00
No products in the cart.

Cine

Underground

Underground (Kusturica, 1995) va a contracorriente de la Historia entendida como una narración hecha por la voz vencedora. Tampoco toma la del vencido o la sobreviviente, como haría, por ejemplo, Titanic (1997). Aquí los hechos ‘reales’ son revitalizados con gracias y amarguras. Aun el material de archivo utilizado ejemplifica lo manipulable que este resulta. En poco menos de tres horas y a través de alegorías vemos las consecuencias de las guerras para Yugoslavia.

Este “hundimiento” de sus lugareños por la disolución del país lo protagonizan Marko, interpretado por Miki Manojlovic (Papá está en viaje de negocios, Irina Palm), y Blacky (Lazar Ristovski: El polvorín, La conspiración de noviembre). Luego de aliarse al Partido Comunista, los dos pícaros sobreviven durante la II Guerra Mundial proveyendo armas en el mercado negro a la resistencia partisana. Parecen inseparables en su amistad hasta que se pelean por Natalija (Mirjana Jokovic), una actriz que preferirá al general nazi Franz (Erns Stötzner). Mientras, bajo el suelo son fabricadas las armas, nace el hijo de Miki y el tiempo pasa según el antojo de los de arriba. “Esta cueva es una alegoría del comunismo”, grita un personaje en una escena.

Kusturica dinamiza los hechos con una imagen en constante movimiento, la comedia y la propuesta sonora. Al fondo, tres alegorías enriquecen las posibles lecturas de la obra: el zoológico destruido y los animales liberados, las prostitutas a lo largo de la ciudad a modo de gran burdel y los ciudadanos sobreviviendo-trabajando bajo tierra. Las excentricidades de estos personajes las sentimos cercanas gracias al elenco. Por sus gestos sentimos que ellas conforman sus medidas para sobrevivir. Tal ensamble está apoyado con la música dentro y fuera de escena. Todos estos suelen ser elementos fundamentales para el realizador y músico yugoslavo/bosnio. Urge atender a las escenas donde los músicos se quejan por no haber sido escuchados por el pueblo.

Radoslav Mihajlovic orquesta la propuesta artística tan bien como Kusturica sabe que la música implica coordinar a todos en escena, incluidos los animales, la banda de músicos, los actores y los sets que estallan, se transforman o desprenden tierras.. Tal virtuosismo está disimulado más por el desastre, la ignorancia y el egoísmo, que por el lujo. Así el despliegue técnico carece de paradojas problemáticas, y apunta a metaforizar el despilfarro gubernamental para cuestionarlo.

Con respecto a las paradojas, provoca extenderse en un análisis comparativo tomando en cuenta Titanic (1997). En esta obra también hecha con alegorías y despilfarros, Cameron aparenta favorecer una sociedad igualitaria. Su reinterpretación de una catástrofe histórica, con mucha menos comedia que la de Kusturica, se excede en lujos y omite alianzas entre algunos personajes históricos, como la de la insumergible Molly Brown y su sublevación en el bote. Esto obliga a repensar algunas posturas del director canadiense. El retrato de Kusturica, por su parte, es más claro en este sentido comunitario y en su crítica hacia los excesos, si bien se deja tentar por una duración prolongada.

Esto solo quiere decir que ambos realizadores, con presupuestos muy diferentes también, confían en un mundo menos desolador, en el caso yugoslavo, y cada vez más frágil, en el de Cameron. En ambos, contradicciones y paradojas invitan a analizar paralelismos entre la disolución de un país, los alcances de las clases pudientes y el “naufragio de la ciudadanía” entendida como unidad exenta de migraciones. En particular esta metáfora acuosa fortalececierto sentido de libertad que ambos directores valoran en sus personajes.

Al final, la alusión de varios críticos a la caverna de Platón abre muchas diferencias generales entre la alegoría de Kusturica y el mito original. Acá un detallado ejemplo. La mayor es la presencia animal. Desde el loro al inicio hasta el chimpancé, en medio del caos, todos los animales advierten o padecen las consecuencias de la deriva humana. En la tercera parte de la obra, tal ironía llevará a las últimas consecuencias el oportunismo. Hay menos para reírnos en este tramo. Al mismo tiempo alivia la aclaratoria “esta historia no tiene final”, a la manera de un continuum. Porque un país se puede reconstruir en el arte y cuantas veces haga falta, así sea ilusorio e insuficiente para lo tanto pedido por los humanos.

(Yugoslavia, Francia, Alemania, Bulgaria, República Checa, Hungría, 1995)

Dirección: Emir Kusturica. Guion: Emir Kusturica, Dusan Kovacevic. Elenco: Predrag ´Miki´ Manojlovic, Lazar Ristovski, Mirjana Jokovic, Slavko Stimac. Duración: 170 minutos.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar...

Recibe las últimas novedades

Suscríbete a nuestro Newsletter