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Festivales - TORONTO

#TIFF50 | Dead Man’s Wire

Después de varios traspiés en su carrera artística, Gus van Sant regresa al cine con una película que recuerda a otras anteriores, como Elephant y en menor medida Todo por un sueño.

En esta oportunidad reconstruye un hecho verídico, como lo señala el clásico inicio con su “Based on a true story”, ocurrido en el mes de febrero de 1977 en Indianápolis, utilizando cada tanto un reloj digital que va marcando el avance cronológico del suceso.

Todo comienza a las 8:55 am, cuando Tony Kiritsis (Bill Skarsgard) se presenta puntualmente para la cita con la Meridian Mortgage Company, ya que la empresa que le otorgó una hipoteca le reclama el pago de cuotas vencidas. 

La expectativa de Tony era reunirse con Richard Hall Sr. (Al Pacino), el dueño de la compañía, pero para su sorpresa quien lo recibe es su hijo Richard Jr. (Dacre Montgomery), Presidente de Meridian, explicándole que su padre (y fundador del imperio asegurador) está de vacaciones en Florida. No parece casual la presencia de Pacino, ya que la pelicula recuerda un poco a Tarde de perros de Sidney Lumet.

La ira lo envuelve ya que considera que fue engañado con el contrato que establecía las condiciones de pago de la hipoteca, con la que había comprado un terreno de 17 acres (cuatro hectáreas) para instalar un centro comercial de medianas dimensiones. Toma entonces como rehén a Hall Jr y lo hace con una escopeta, unida con un cable al cuello de su acreedor (de allí el título del film), con gatillo fácil de accionar para terminar con la vida de este.

Tony, que hasta ese momento era un ciudadano ejemplar, con inclusive cierta amistad con el jefe de policía Gallagher, no acepta rendirse, exigiendo en cambio que revisen el contrato que considera fraudulento. Exige de la parte del padre del rehén que se excuse públicamente, pero este último, cómodamente instalado en la playa, se niega rotundamente a hacerlo. 

Cuando su hijo le sugiere, más bien le pide que se disculpe, el progenitor lo acusa de sufrir el síndrome de Estocolmo. Llega incluso a afirmar que no tiene motivo alguno para pedir perdón y nos enteramos inclusive que, con gran frialdad y llegado el caso, está “decidido a llorar (mourn) la muerte de uno de sus hijos”.  

La película sufre un vuelco cuando introduce a Fred Temple (Colman Domingo), un DJ que se hace conocer como la “voz de Indianápolis”, desde una FM local, que transmite la música en boga de la década del ’70. Fred expresa inmediatamente fuerte empatía con Tony logrando, además, que, a través de sus transmisiones radiofónicas, la población se vuelque a favor de Kiritskis.

Como en la mayoría de las películas basadas en hecho reales hay un epílogo que puede sorprender al espectador, pero, como se trata de un hecho real, puede suponerse que el novel guionista Austin Kolodney parece haberse ajustado a la verdad. 

La música es de Danny Elfman y lo que enriquece la banda sonora son canciones de la época de artistas tan cotizados como Roberta Flack (“Killing Me Softly With his Song”), B. J. Thomas (“Raindrops Keep Falling on my Head”) y Eumir Deodato (“Also Sprach Zarathustra”). 

En roles secundarios aparecen Kelly Lynch, John Robertson y con mayor protagonismo Cary Elwes. 

(Estados Unidos, 2025)

Dirección: Gus Van Sant. Guion: Austin Kolodney. Elenco: Al Pacino, Cary Elwes, Bill Skarsgård, Colman Domingo, John Robinson. Producción: Remi Alfallah, Mark Amin, Andrea Bucko, Gordon Clark, Tom Culliver, Cassian Elwes, Joel David Moore, Matt Murphie, Siena Oberman, Paula Paizes, Sam Pressman, Veronica Radaelli. Duración: 105 minutos.

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