Adopción (Idem, Argentina 2009)
Dirección: David Lipszyc Guión: David Lipszyc & Alejandra Bruno Producción: Nestor Sánchez Sotelo Elenco: Ignacio Monná, Ricardo González, Franco Gross, José María Regueira, María Susana de Señas Distribuidora: Primer Plano Duración: 67 minutos
Adopción, nuevo film del veterano Lipszyc (El Astillero, Volver, y otras películas pertenecientes a un generación bienintencionada pero decadente dentro del cine argentino lamentablemente) empieza como un híbrido ambicioso, complejo, pero resuelto de forma sencilla y con pocas pretensiones. O sea, bastante más interesante y atractivo de lo que promete la gacetilla de prensa.
Ricardo y José fueron pareja en plena dictara militar. Debido a los prejuicios de la época, no podían mostrar su relación abiertamente. Sin embargo, Ricardo se animó contra todas las reglas a adoptar un chico de 8 años. Con el correr de los años, Juan, el chico, va madurando y Ricardo no quiere ocultarle su pasado, por lo tanto, sospechando que es hijo de “desaparecidos”, empieza la búsqueda de sus padres biológicos.
Lipszyc no decide caer en una recreación de época como recientemente fueron Hermanas, Cordero de Dios o Andrés no Quiere Dormir la Siesta, y en cambio encara la historia en formato documental. Aunque no se trata de una historia real y los entrevistados son actores (Gonzalez como Ricardo es muy creíble en el personaje), Lypszic decide no enfatizarlo, e incluso las recreaciones de épocas la graba en película Súper 8, lo que supone que fueron hechas por algún personaje real y no una cámara invisible.
A la vez, el tono de Adopción, no hace énfasis ni en lo melodramático ni lo sentimentalista. Ricardo cuenta la historia de forma cotidiana, como si fuera una anécdota. A su relato se sumará el de Juan adulto, y otros personajes que conocieron al chico cuando iba al orfanato.
Desde un principio se hace énfasis en que el tema no es el “ser hijo de desaparecidos” solamente, sino lo que significa para un chico crecer en un orfanato y ser adoptado en una edad no demasiado lejana a la adolescencia; como Ricardo tenía que ocultar su homosexualidad para adoptar, como tenía que presentarla ante Juan; el rol de José (que nunca aparece) en la pareja; el miedo de que los militares descubran la homosexualidad y lo maten. A esto se le suma, el misterioso pasado de Juan. ¿Quiénes fueron los padres? ¿Por qué se “escapó” la madre?
La película pasa de ser un documental a un tipo de ensayo acerca de las diferentes capas psicológicas que incluye la adopción para el chico y para los padres. El problema viene en la segunda mitad, cuando se empieza a develar el misterio del pasado, y cuando así de repente la película, cuando se ponía más interesante, termina abruptamente, dando algunas respuestas en la forma más simplista, conciliadora, y banal posible. Otras, como cual fue el destino de José, quedan sin resolver. Es verdad, que Lypszic no quiso caer en el “lugar común” de ubicar a Juan como hijo de un padre buscado por la triple A, pero también es cierto que al final todo resulta poco verosímil.
Una verdadera lástima que a nivel narrativo, la película decaiga tanto en su último tercio. Incluso se podría hablar casi de una falta de respeto por el pasado argentino.
A nivel estético, sin demasiadas ideas en cuanto a la estética documental resulta acertada la inclusión del Súper 8, meticulosa su reconstrucción. El director también incluye secuencias animadas que remiten al cine de Albertina Carri, y una secuencia con “Playmoviles” es referencia casi directa a Los Rubios.
Cuando alguien decide encarar una producción abarcando tantos temas “importantes” debe entender que si no profundiza en lo narrativo, que si lleva la investigación a mitad de camino, y da las respuestas más fáciles y obvias, no importa cual sea la intención de la obra, si da en la tecla con el tono o la estética, si rompe moldes o no, lo importante es que no queden cabos sueltos. Y si quedan debe explicar el porqué, justificarlo de alguna manera. No estamos hablando de una película ambivalente, donde la información no se da porque los realizadores quieren dejar una brecha para que complete el espectador, no servir todo en bandeja. Claramente, esa no es la intención de los realizadores de Adopción. “Algo” en el proceso creativo, no lograron entender.
Por abarcar demasiado, aprietan poco y, así terminan estrenando una película incompleta, lamentablemente condenada al olvido, como tantas otras…
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